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El cerebro de la ‘Púnica’ reclama que la Guardia Civil deje de usar sus dos coches y se subasten

David Marjaliza quiere que el dinero de su venta sirva para cubrir la futura responsabilidad civil a la que sea condenado

Óscar López-Fonseca
Agentes de la Policia, junto al Ayuntamiento de Valdemoro
Agentes de la Policia, junto al Ayuntamiento de ValdemoroFernando Villar (EFE)

El constructor David Marjaliza, socio de Francisco Granados en la trama Púnica y actual colaborador de la Justicia, ha remitido al titular del Juzgado Central de Instrucción 6, Eloy Velasco, un escrito en el que reclama que los dos vehículos que le fueron intervenidos cuando fue detenido en octubre de 2014 dejen de ser utilizados por la Guardia Civil y sean subastados judicialmente. El empresario alega que el valor de dichos vehículos -un MercedesBenz modelo 350-S y un Mini Cooper- se deprecia rápidamente con el paso del tiempo y aspira a que el dinero que se obtenga con su venta se utilice para "contribuir a la satisfacción futura de las responsabilidades pecuniarias" a las que previsiblemente será condenado cuando se le juzgue.

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No es la primera vez que Marjaliza se dirige al magistrado para reclamar que dichos automóviles dejen de ser utilizados por los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) para desplazarse a la práctica de diligencias. Ya lo hizo el pasado 13 de enero, aunque dicha petición no ha sido respondida hasta ahora por el juez Velasco. Por ello, el nuestro escrito del constructor, fechado este martes y al que ha tenido acceso EL PAÍS, insiste en que se realice esa venta judicial o, en su defecto, que le "devuelvan los mismos" para que sea él quien los utilice.

"Como es notorio, el continuado uso por parte de la fuerza actuante de dichos vehículos acelera su depreciación", señala el escrito, que a continuación destaca que "si por el Juzgado se considerase que la subasta no producirá réditos suficientes para compensar su coste", se le entreguen a él como depositario.

Marjaliza ya ha conseguido que se subasten otros bienes que se le intervinieron. En concreto, los relojes de lujo, joyas y una estilográfica de colección que guardaba, muchos de ellos en sus envoltorios originales, en sus oficinas para hacer regalos. En este caso, fue el propio juez Velasco el que en noviembre de 2014 tomó la iniciativa al considerar que su juzgado no disponía "de lugar adecuado" para guardarlos. Se inició en aquel momento un largo proceso en el que el propio Marjaliza tuvo una participación activa, que incluyó la elección de una casa de subastas.

En la primera de estas ventas al mejor postor, celebrada los días 2 y 4 de febrero de 2016, se vendieron 68 de estos objetos, entre ellos una pluma Master of Urbino dedicada al pintor italiano Rafael de la que sólo había cuatro unidades en el mundo. Su precio de remate fue de 18.000 euros. En total, en aquella puja se recaudaron 80.085 euros, de los que pasaron al juzgado 71.363 euros tras descontarse el 9% de comisión de la casa de subastas y el IVA. Una segunda venta tuvo lugar el 20 y 21 de septiembre pasados, en la que se colocaron una pluma y seis relojes. Con ella se lograron otros 23.650 euros.

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Al constructor también se le intervino en un depósito franco de la ciudad suiza de Ginebra un tesoro artístico que la Guardia Civil ha valorado en 15,6 millones de euros. Se trata de 28 cuadros, cinco fotografías, cuatro esculturas y 185 plumas estilográfricas que Marjaliza sacó de España en el verano de 2013 para simular una operación de compraventa de obras con la que blanquear 4,2 millones de euros que quería repatriar desde Singapur. Entre las obras había cuadros de Eduardo Chillida, Miquel Barceló y Antoni Tàpies. La Audiencia Nacional solicitó hace meses a las autoridades de Berna que fueran repatriadas y, de hecho, ha llegado a un acuerdo con el Museo Reina Sofía, de Madrid, para que parte de ellas sea expuesta en la pinacoteca y, de este modo, reducir el coste de su caro almacenaje. Suiza aún no ha respondido, según confirman fuentes jurídicas.

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Sobre la firma

Óscar López-Fonseca
Redactor especializado en temas del Ministerio del Interior y Tribunales. En sus ratos libres escribe en El Viajero y en Gastro. Llegó a EL PAÍS en marzo de 2017 tras una trayectoria profesional de más de 30 años en Ya, OTR/Press, Época, El Confidencial, Público y Vozpópuli. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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