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Una barandilla para fanáticos

A partir de 490 euros se puede adquirir por Internet una reproducción exacta de la emblemática balaustrada de La Concha

Mikel Ormazabal
Un operario de Mendia y Murua sostiene una réplica de la bandarilla de La Concha.
Un operario de Mendia y Murua sostiene una réplica de la bandarilla de La Concha.JAVIER HERNÁNDEZ

La barandilla de La Concha no es exclusiva de la playa donostiarra. Uno de los principales iconos turísticos de San Sebastián, atalaya privilegiada del marco incomparable de la bahía durante el último siglo, se replica en algunos bares y comercios como gancho para los visitantes y cada vez son más los nostálgicos y amantes de la ciudad que están adquiriendo un tramo de la balaustrada a tamaño real para decorar sus casas o jardines. Una empresa de Gipuzkoa se dedica a comercializar en Internet paneles de la simbólica barandilla, en aluminio o en hierro fundido, a partir de los 490 euros.

De todo el mobiliario urbano de San Sebastián, la barandilla de La Concha es su elemento ornamental más emblemático. Ha cumplido 100 años asomada al arenal donostiarra y sigue siendo el encuadre perfecto de las miles de fotografías panorámicas que se toman de la costa; también ha sufrido en este tiempo los duros embates del oleaje del Cantábrico.

Estudiantes de danza se preparan para hacer un ejercicio de ballet en la barandilla de La Concha.
Estudiantes de danza se preparan para hacer un ejercicio de ballet en la barandilla de La Concha.JAVIER HERNÁNDEZ

Se instaló por tramos entre los años 1910 y 1920 por toda la calle de los Baños (antiguo nombre del actual Paseo de La Concha), desde el Club Náutico hasta el túnel de El Antiguo, y también en pequeños miradores del paseo de Miraconcha. Eran los años en que la ciudad vivía el apogeo de la Belle Époque y la reina Isabel II acudía a veranear a San Sebastián. El Ayuntamiento decidió renovar todo el frente playero y encargó su diseño al arquitecto municipal en aquella época, Juan Rafael Alday. El rey Alfonso XIII presidió en 1916 la inauguración oficial de la balaustrada.

Para completar el paseo de un extremo a otro se necesitaron 271 tramos que fueron construidos por Fundiciones Molinao. Las crónicas de la época recogieron que su coste fue de 5.700 pesetas (unos 34 euros). La baranda consta de dos círculos concéntricos adornados con ramas de laurel y coronados con una flor. Es habitual que muchos turistas vuelvan a sus lugares de origen con una reproducción en miniatura de la barandilla, que se encuentran a la venta en muchos formatos: llaveros, colgantes, cuadros, postales, trofeos deportivos, regalos de empresa y otros recuerdos turísticos.

Bombones con la forma de la barandilla de La Concha.
Bombones con la forma de la barandilla de La Concha.JAVIER HERNÁNDEZ
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También es posible adquirirla a escala natural. La empresa Metalúrgica Mendia y Murua recibe pedidos “de particulares de España y del extranjero” para utilizar la barandilla “como puertas para el jardín o la casa, cabeceros de cama, esculturas…”, explica José Ignacio Arribas, responsable de la citada firma.

Una pieza de barandilla en hierro fundido con pasamanos, que alcanza un peso de 40 kilos, tiene un precio de 750 euros sin IVA. Si se compra sin pasamanos, cuesta 620 euros. La opción más barata es una réplica en aluminio sin pasamanos (también más liviana, 15 kilos), que se vende por 490 euros sin IVA. Todas tienen las mismas dimensiones: 96,5 centímetros de alto y 80 centímetros de ancho.

Mendia y Murua, que también reproduce otros ornamentos típicos donostiarras, como las pequeñas farolas de época y los floreros del paseo de Francia, logró vender una docena de barandillas el año pasado. “No es un negocio muy rentable, pero lo hacemos por mantener la tradición y por razones sentimentales”, añade Arribas.

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“Hay que ser muy fanático de San Sebastián para comprarse una barandilla, pero hay particulares que lo piden para regalar a familiares que viven en el extranjero. Un cliente nos pidió cuatro o cinco paneles para enviarlos a EE UU; también se recibió un pedido de un padre que quería sorprender a su hijo que reside en Inglaterra”. Arribas asegura que los “principales interesados” son bares, restaurantes y tiendas. “Hemos enviado sobre todo a asadores y restaurantes vascos de Madrid, Marbella, Canarias o de la costa mediterránea”, agrega.

Es una pieza con “muchos recovecos” que complican el proceso “artesanal” de fundición y montaje: “El modelo de barandilla original se coloca en un cajón de arena especial para fabricar el contramolde y después lo rellenamos con material de fundición desde dos extremos, una delicada operación que sólo algunas empresas pueden llevar a cabo con garantías”, explica el responsable de Mendia y Murua.

La playa Sant Sebastià de Sitges (Barcelona), hermanada con La Concha, tiene instalado en su paseo un fragmento del original. Todos los años, la baranda donostiarra sirve como barra de ballet durante la exhibición que más de un millar de estudiantes de danza clásica realizan a lo largo del paseo marítimo. Es, sobre todo, testigo del paso de miles de viandantes y ciclistas que a diario transitan por el paseo. Un contador de personas y de bicicletas instalado por la empresa Dinycon ha registrado, durante el último año, el paso de 4,1 millones de paseantes y algo más de un millón de ciclistas por la milla costera de La Concha.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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