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El PP y Ciudadanos negocian en Murcia las discrepancias que les enfrentan en toda España

Los dos partidos plantean la investidura alrededor de los aforamientos y los imputados

Juan José Mateo

El PP y Ciudadanos están empleando la resolución de la crisis de Murcia para dirimir los conflictos que les enfrentan a nivel nacional por la aplicación de sus cinco pactos. Tras la dimisión del presidente Pedro Antonio Sánchez, imputado en el caso Auditorio, Albert Rivera condiciona la firma de un nuevo acuerdo de investidura regional a la eliminación de los aforamientos y la expulsión de los imputados. La formación de Mariano Rajoy, por su parte, insiste en defender la continuidad de sus cargos hasta la apertura de juicio oral y ha planteado la posibilidad de vincular el fin de los aforamientos con la limitación de la acción popular en los juicios.

Juan Carlos Girauta y Albert Rivera, en el Congreso.
Juan Carlos Girauta y Albert Rivera, en el Congreso. ULY MARTÍN

Murcia es el primer capítulo de una negociación que podría trasladarse a toda España. Tras pactar los Presupuestos generales de 2017 (el mejor reflejo de su sintonía en política económica), los dos partidos siguen encontrando un escollo en la aplicación de las medidas anticorrupción que les unen. Antes de volver a dirimir ese pulso en el Congreso, el PP y Ciudadanos buscan en Murcia un acuerdo que consensúe sus posiciones sobre cuándo debe dimitir un político (juicio oral o imputación), cómo tienen que eliminarse los aforamientos (todos coordinadamente o Cámara a Cámara) y cuál es el futuro de la acción popular (eliminarla o mantenerla).

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"Desde que creamos Movimiento Ciudadano, nuestra principal seña de identidad ha sido la regeneración. Ergo, en esas seis condiciones relacionadas con ella nos jugamos nuestro mayor activo", dice Juan Carlos Girauta, portavoz parlamentario de Ciudadanos, sobre los seis puntos del acuerdo contra la corrupción y por la regeneración que firmaron en verano Rajoy y Rivera. "Habiendo aritmética variable, el PP no ha hecho bien en jugar al incumplimiento", sigue sobre la alianza que está intentando tejer Ciudadanos con el PSOE y con Podemos para impulsar las tres medidas del acuerdo que no ha ejecutado el PP en tiempo y forma (comisión de investigación de sus finanzas, fin de los aforamientos y limitación de mandatos). "Hasta ahora no han entendido que en esta materia vamos completamente en serio. Ahora parece que sí", remata.

En ese contexto, Murcia ha ofrecido a Ciudadanos el escaparate ideal para subrayar su voluntad de echarle un pulso al PP. Primero, aguantando hasta lograr la dimisión de Sánchez. Segundo, convirtiendo la eliminación de los aforamientos autonómicos y la expulsión de los cargos imputados en los puntos clave de la negociación para firmar un nuevo pacto de investidura. Y tercero, anunciando que la limitación de los mandatos presidenciales y el fin de los aforamientos a nivel nacional serán dos capítulos prioritarios de su estrategia política cuando se reanuden los trabajos en el Congreso. Como es necesaria una reforma constitucional, el partido de Rivera intentará convencer a Podemos de que no convoque un referéndum para validar esos dos cambios, ya que eso dificultará que el PP y el PSOE los apoyen.

El PP, por su parte, ve una triple oportunidad. Primero, para abrir el debate de la presunción de inocencia, que cree que se ha vulnerado en el caso de Sánchez. Segundo, para señalar lo que considera una contradicción de Ciudadanos: este partido pide en sus pactos la dimisión de los cargos imputados, pero ha relajado esa exigencia en su proposición de Ley contra la corrupción (apertura de juicio oral). Y tercero, para impulsar el compromiso de limitar que partidos, sindicatos y asociaciones se personen como acusación en los juicios: el PSOE ve con buenos ojos una medida que se planteó cuando estaba en el Gobierno, en 2011, y Ciudadanos cree que hay que incluirla en una negociación más amplia que incluya cambios que refuercen la independencia de la fiscalía.

Con el partido de Rajoy firmemente instalado como líder de todas las encuestas, Ciudadanos es el que más se juega en este pulso. Los consejeros de Rivera creen que su espacio electoral está consolidado porque han superado el suelo del 13% de los votos en dos elecciones generales seguidas. Al tiempo, son conscientes de que cualquier resultado por debajo de ese listón tiene una traducción dramática en pérdida de escaños: solo ocho décimas menos entre el 20-D y el 26-J supusieron que Ciudadanos pasara de 40 a 32 diputados. En consecuencia, los estrategas del partido sienten la necesidad de que su programa cristalice ya en reformas para así demostrar la utilidad de su proyecto y asentar el 17,6% de votos que le dan ahora las encuestas.

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"Ciudadanos se enfrenta a un momento en que tiene que hacer un nuevo esfuerzo por redefinir y fijar su espacio político o corre el peligro de que se produzca una difuminación del mismo", asegura Ángel Valencia, catedrático de ciencia política de la universidad de Málaga. "El reto de Ciudadanos, y su aliciente, es mantener un espacio político propio y que le permita consolidarse y crecer en un contexto distinto en el que la novedad ya no le vale".

Como dijo Gustavo Entrala, experto en estrategia de comunicación y fundador de la agencia de comunicación 101: "En el contexto actual, cuando la economía se estabiliza, cuando los impulsos de reforma se han atemperado, cuando la gente está harta de la política, es cuando Ciudadanos debería arriesgar y ser coherente. Su futuro depende de que en una ocasión tan compleja como esta, Ciudadanos sea fiel a Ciudadanos".

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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