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Las dos almas del partido preferido por los católicos

El PP es la única formación política que incluye la palabra “cristiano” en sus estatutos

Natalia Junquera

El PP ha convocado, con casi dos años de retraso, para el próximo febrero, el congreso nacional donde el partido promete “actualizarse” y "un debate ideológico de fondo", en palabras de su portavoz, Pablo Casado. Descartada la incorporación de primarias para elegir a su líder y candidato y sin grandes expectativas de cambios en su estructura, los populares anuncian una "revisión profunda" de su ideario. El PP es el partido con el mayor porcentaje de votantes que se declaran católicos, según los últimos datos de Metroscopia, y el único que incluye la palabra "cristiano" en sus estatutos. Intentó retirarse varias veces, pero la propuesta nunca prosperó y las fuentes consultadas indican que tampoco se eliminará esta vez.

Votantes según la creencia religiosa
Votantes según la creencia religiosa

El PP “se compromete en los valores del humanismo cristiano de tradición occidental”, reza el texto. En el último congreso nacional del partido, en 2012, fue la presidenta madrileña, Cristina Cifuentes, quien presentó, sin éxito, una enmienda para borrar esa referencia de la definición de la formación política. Ya en el congreso de 2004, Ana Pastor y Gabriel Elorriaga habían pedido borrar esa expresión, pero Jorge Fernández, el ministro del Interior que luego condecoraría a Vírgenes por "méritos policiales", se opuso.

Preguntado por si podría el PP permitirse eliminar esa etiqueta, Gonzalo Robles, miembro de la junta directiva del partido, admite que “un porcentaje muy alto” de sus votantes son católicos, pero niega que esa referencia en los estatutos sea religiosa. “Se refiere a una línea de pensamiento, una filosofía compartida por casi todo el centro derecha en Europa, que entronca con la declaración de los derechos humanos. El PP es un partido aconfesional”. Sus estatutos, no obstante, no recogen ese término. Sí lo hace el PNV en los suyos — “aconfesional y humanista”—. El PSOE, en su conferencia política, critica la “anómala y anacrónica influencia de la iglesia católica”; Podemos cita la declaración universal de los derechos humanos sin mencionar al humanismo cristiano. Ciudadanos no hace referencia alguna al asunto en sus estatutos y la antigua Convergència, el Partit Demòcrata Català, habla expresamente de “diversidad religiosa”.

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“Creo que el PP no se podría permitir quitarse esa etiqueta, pero porque no es noticia que la palabra cristiano esté en los estatutos y sí lo sería que se sacase”, apunta un exmnistro de Mariano Rajoy. “No significa mucho y un teórico diría que el humanismo cristiano no está vinculado con la religión, pero la inclusión de esa palabra sirve para evitar que hubiese una tentación de coger la bandera de la religión para plantear una opción alternativa al PP”, añade.

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En Francia, el nuevo líder de la derecha, François Fillon, ha exhibido su fe religiosa de forma militante, se ha mostrado comprensivo con el movimiento en contra del matrimonio gay y propone prohibir que los homosexuales adopten. En España, aunque el exministro del Interior confesó tener un ángel de la guardia llamado Marcelo y la nueva titular de Defensa, María Dolores de Cospedal, pidió "ayuda a Dios" en su toma de posesión, el PP prefiere otras banderas antes que la religiosa. "La religión ya no vende. No da votos", afirma un exministro. 

La influencia del Opus

“En el partido hay dos almas”, asegura, no obstante, un veterano político popular. “Incluye a personas que desearían que el PP fuera un partido demócrata cristiano y a la rama liberal, que es la mayoritaria, la que va ganando. Y dentro del alma más próxima a la iglesia, hay una corriente intelectualmente honesta y desinteresada, que lideraría el sector próximo a Jaime Mayor Oreja y es vista con enorme respeto, y otra que genera más desconfianza internamente, que es la del Opus Dei. Estos últimos, nuestro tea party, son poco influyentes dentro, no están contentos, ven que no pueden crecer, y no descarto que en próximos años fraguen una alternativa fuera del partido porque tienen capacidad económica, contactos y lo que en la antigua aritmética parlamentaria de mayorías absolutas no les serviría para nada, ahora sí, porque con cinco diputados ahora puedes ser muy influyente”.

Hasta las elecciones de 2011, la Conferencia Episcopal emitía una nota ante cada fecha electoral con el fin de “orientar el discernimiento moral para la justa toma de decisiones” de los votantes. No señalaban a ningún partido en particular, pero no hacía falta, porque sí detallaban las medidas de los programas que no les gustaban. Por ejemplo, en su última nota, alertaban del “peligro que suponen determinadas opciones legislativas que no tutelan adecuadamente el derecho fundamental a la vida” y de los también “peligrosos y nocivos ordenamientos legales que no reconocen al matrimonio en cuanto unión firme de un varón y una mujer”. Por aquel entonces, el PP ya había recurrido ante el Constitucional las leyes socialistas de matrimonio gay y la del aborto.

Un portavoz de la Conferencia Episcopal explica que ante las últimas dos citas electorales decidieron no emitir ninguna nota porque su mensaje ya era “suficientemente conocido”. En cualquier caso, hubo prelados que hicieron campaña por su cuenta.

Fue un ministro del PP el que decidió conceder una medalla de oro al mérito policial a una virgen. Fue un Gobierno del PP el que hizo que la asignatura de religión contara lo mismo que las matemáticas. Fue, sin embargo, un Ejecutivo socialista el que mejoró las condiciones de financiación dio a la Iglesia, y el que más movilizaciones afrontó en la calle por leyes —la del aborto, la del matrimonio gay— que luego el PP no derogó.

El Gobierno de Rajoy no derogó finalmente ninguna de las dos leyes y retiró su reforma de la del aborto, lo que provocó la dimisión del ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón. Pero los prelados no promovieron movilizaciones en la calle. “Cuando la Iglesia ha ejercido presión de verdad ha sido para asuntos económicos, y no de doctrina. Son más pragmáticos que idealistas. Rouco llamó al Gobierno para que no les perjudicara con la LOMCE”, recuerda un miembro de su primer gabinete.

Una delegación episcopal se reunió, de hecho, el pasado 18 de octubre con el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, preocupados por las consecuencias del pacto educativo que pretende alcanzar el Gobierno con los principales partidos. Gonzalo Robles insiste en que la Iglesia “no tiene un trato privilegiado” y que el diálogo es “el mismo que con cualquier otro sector”. También la Conferencia Episcopal asegura que la relación es de “mutua independencia y sana colaboración”. Todas las fuentes del partido consultadas para este reportaje descartan que en su próxima actualización, el PP toque asuntos como el aborto. “Es un tema que a Rajoy le ha incomodado siempre mucho y esas banderas ya no movilizan a los votantes. La religión no vende como antes”, concluye un veterano político popular.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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