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Las disputas internas alejan a Iglesias de la oposición parlamentaria

El líder de Podemos se centra en la "oposición social" en medio de la preparación del congreso

Francesco Manetto

Las disputas que atraviesa la dirección de Podemos, que lleva meses preparando el terreno para la celebración de su segundo congreso, han alejado a Pablo Iglesias de la actividad parlamentaria y de la batalla con el PSOE por el liderazgo de la oposición en el Congreso. El secretario general del partido busca demostrar que su papel en las instituciones ha quedado relegado a un segundo plano tras la investidura de Mariano Rajoy e intenta ahora reforzar su perfil poniendo el acento en la protesta y en la “oposición social”.

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, en el Congreso.
Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, en el Congreso. ULY MARTÍN

Hace un año, en el comienzo de la campaña electoral del 20-D, Iglesias invocó en Cádiz el espíritu de La Pepa para reclamar una reforma constitucional, que entonces era el eje central de su proyecto político. El pasado viernes, el líder de la formación mostró su escepticismo no solo sobre la posibilidad de una revisión del texto sino también sobre el papel de Podemos en ese debate en el Parlamento. “Para llevar la iniciativa hay que tener los consensos. Porque presentar algo por registro que después no va a ir a ninguna parte yo creo que es muy difícil”, afirmó en RNE. Este giro ilustra el cambio de prioridades del secretario general, que tras competir en las urnas durante casi tres años como candidato a la Presidencia se centra ahora en la campaña interna, fortaleciendo el perfil de líder de un partido-movimiento.

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En este contexto, ha preferido llevar su batalla por el liderazgo de la oposición a un terreno en el que no tiene adversarios políticos: la protesta. Lo hizo convocando concentraciones ante las sedes de Gas Natural contra los cortes de luz y, el pasado viernes, frente a las oficinas centrales del PP, en la calle de Génova, para apoyar una manifestación de los trabajadores de Coca-Cola. Mientras, la formación se ha quedado al margen en las negociaciones con el PP y el PSOE sobre la subida del salario mínimo interprofesional —una iniciativa inicialmente suya— o la ley mordaza.

Iglesias atribuye estos cambios a un nuevo momento político. “En el legislativo estamos con las manos atadas. El trabajo parlamentario es fundamental y creo que ese trabajo parlamentario es todavía más eficaz cuando está engarzado y vinculado a una estrategia de construcción de movimiento popular y sociedad civil”, consideró.

Precisamente con esta premisa, el dirigente ha pasado de vivir una competición electoral permanente desde las europeas de 2014 a una fase de campaña interna por la redefinición de su partido. Podemos celebra entre febrero y marzo un congreso extraordinario que decidirá el nuevo rumbo de la organización y la futura dirección. En este proceso, Iglesias libra desde hace meses un pulso con su número dos, Íñigo Errejón, con quien mantiene diferencias teóricas y estratégicas. Los dos aseguran que quieren llegar a una síntesis entre sus planteamientos e Iglesias destaca que se siente respaldado por todos, pero formalmente aún no han empezado las conversaciones.

La “utilidad” de Podemos

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Estas tensiones internas han entorpecido el trabajo del partido en el Congreso de los Diputados, causando principalmente descoordinación en el grupo parlamentario en el que conviven con IU, Equo y sus alianzas territoriales, En Comú Podem y En Marea. Pero ese pulso ha marcado también las líneas maestras que definen la imagen de ambos en medio de esa campaña interna. La de Iglesias, más dura e intransigente con las instituciones, el resto de partidos y todos los estamentos de lo que considera el régimen de 1978. La de Errejón, aparentemente más posibilista y centrada en buscar la fórmula del crecimiento de Podemos en los próximos años.

El portavoz parlamentario señaló esta semana que tiene la ambición de demostrar su utilidad al conjunto de los españoles. “Yo diría que ni a la militancia ni a los cinco millones de votantes, sino a los 45 millones de españoles, porque una fuerza política que les habla solo a los que ya tiene convencidos o, peor aún, solo a los que ya tiene ultraconvencidos, es una fuerza política que se fija un techo”, afirmó.

Errejón, al igual que Iglesias, no participará mañana en los actos del Día de la Constitución. Con todo, este dirigente ha mostrado en más de una ocasión una mayor confianza en el trabajo institucional que, en su opinión, puede infligir derrotas políticas tanto al Gobierno como a otros partidos de la oposición. El líder de Podemos ha manifestado, en cambio, su escepticismo. El pasado jueves no acudió a la comparecencia de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, en la Comisión Constitucional, en la que él es portavoz, aunque lo justificó asegurando que no quería restarle protagonismo al catalán Xavier Domènech, de En Comú Podem, encargado de defender los planes del grupo.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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