_
_
_
_
_

Una vida nueva para el héroe del basurero

España suma casi 53.000 adopciones internacionales en los últimos 20 años

Daniel, con la camiseta blanca, junto a su familia adoptiva.
Daniel, con la camiseta blanca, junto a su familia adoptiva.Archivo Familiar

Por razones genéticas, a Daniel nunca se le han desarrollado las falanges de las manos. Sus padres le abandonaron con unas horas de vida en un basurero de la ciudad de Chonquin, en el suroeste de China. Por esto, en el orfanato donde vivió hasta los 12 años, le pusieron en el nombre de Hexiong, que significa literalmente “el héroe del basurero”. Daniel es uno de los casi casi 53.000 niños que han sido adoptados por familias españolas en los últimos 20 años, cuando se dio luz verde a la creación de entidades acreditadas en las comunidades autónomas para mediar los trámites de adopción internacional. España se hace mayor en este recorrido con unas cifras en descenso.

Según un estudio de la Universidad de Newcastle, publicado en julio de 2016 por la Conferencia de La Haya de Derecho Privado, España se sitúa solo por detrás de Estados Unidos e Italia en el número de adopciones internacionales. Sin embargo, en los últimos diez años las adopciones han ido menguando en la mayoría de los 24 países recogidos en el estudio y en España se ha desplomado de las 5.541 de 2004 a las 824 de 2014. “Estuvimos en lista de espera cinco años”, cuenta la madre de Daniel, Ana Goñi, “luego nos hablaron de la posibilidad de adoptar a un niño con necesidades particulares y en tres meses estábamos en China”.

Más información
En busca de un hijo ‘online’ en China
Un viaje desde África para buscar a su hijo
Colombia busca casa para todos sus niños huérfanos

Daniel cuenta que cuando llegó Mendigorría, el pequeño pueblo cerca de Pamplona donde vive la familia Goñi, se preguntó dónde le habían llevado, al no estar acostumbrado a tantos espacios verdes. En el orfanato le habían escolarizado tres años. Ahora, que tiene 16, ha quemado las etapas aprobando un curso tras el otro y estudia  Primero de Bachillerato. “Los problemas que se pueden tener en la adolescencia con hijos adoptados no son distintos de los que se tienen con hijos biológicos”, explica Olvido Macías, periodista, madre adoptiva y autora del libro Vidas Unidas que recoge la historia de Daniel y de otras 21 familias. “De los alrededor de 11.000 niños adoptados en la Comunidad de Madrid, solo 50 han vuelto a ser institucionalizados” añade.

Enrique Alisenda, padre soltero de Cristian, cuenta sin embargo que para él recorrido tras la adopción ha sido más difícil. “Los brotes de rabia de mi hijo son frecuentes y hemos tenido muchos problemas a raíz de eso”. Cristian tiene 15 años y fue adoptado con nueve en una 'casa cuna' de Salamanca, México. Aliseda confiesa haber decidido adoptar tras una serie de relaciones fallidas. “Siempre quise tener un familia y, en un determinado momento, me di cuenta de que tenía que hacerlo solo”, cuenta. Este geólogo de 44 años confiesa que quizás había subestimado las dificultades de cargar solo con el peso de la educación de su hijo: “Me desafía, me lleva al extremo para estar seguro de que no le voy a abandonar. Le cuesta entender que esto no va a pasar. Nunca", afirma.

Aliseda tuvo un embarazo “burocrático”,  como los define Macías en su libro, bastante rápido, según relata. Tras el periodo de evaluación de idoneidad llevado al cabo por la Comunidad de Madrid, tuvo que esperar tres años. Según explica Blanca Rudilla, fundadora de la Asociación para el Cuidado de la Infancia (ACI) —que fue de las primeras entidades acreditadas para facilitar la adopción internacional en 1997— el tiempo de espera para recibir en adopción un niño oscila entre los cuatro y seis años. Este tiempo, sin embargo, puede alargarse si por ejemplo se trata de un padre soltero, ya que no todos los países no los aceptan como familia de acogida; o pueden, según relata Rudilla, reducirse a unos meses si la familia se ofrece a adoptar a un niño algo mayor o con necesidades particulares.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Rudilla afirma que, según su experiencia, el descenso del número de adopciones es generalizado y está relacionado principalmente con la progresiva mejora de las condiciones de vida de los países de origen. “Por suerte”, añade, “son cada día menos los niños abandonados en países como China”. A lo largo de 2015 han llegado a España menores de 28 países, según el Ministerio de Sanidad. Los organismos acreditados para la intermediación son 39. Además de haber ratificado, en 1995, el convenio internacional para la protección del menor, España ha firmado hasta la fecha cuatro convenios bilaterales con Bolivia, Filipinas, Vietnam y Federación de Rusia. “Hasta que España no abra nuevos convenios, las listas de espera para los bebés seguirán siendo muy largas”, añade Rudilla al confesar que la última reforma de la ley de la infancia de julio de 2015 podría dificultar este proceso, ya que centraliza una competencia que hasta ahora habían tenido las comunidades.

Con doce años, Daniel sabía que para él se hacía cada día más difícil encontrar una familia. “Mi marido me propuso adoptar", confiesa Goñi, “al principio, no estaba muy segura, porque ya teníamos dos hijas biológicas”. Al llegar a España, Daniel fue operado a una de las manos, pero él no quiso operarse la otra. “Dice que puede hacer todo”, afirma su madre. En el orfanato, según cuenta Macías en su libro, Daniel se encargaba del cuidado de otros siete niños. “Parece que las dificultades, la pobreza, no le han afectado”, concluye Goñi. Mientras que para Cristian, la huella del abandono, según explica su padre, ha dejado consecuencias difíciles de erradicar: “En fin, estamos aquí, nos necesitamos y lucharemos juntos”, concluye. Es el hilo rojo. Así llaman las familias adoptivas al vínculo que une a padres e hijos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_