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“El éxito de Podemos ha sido el fracaso del PSOE”

El político vasco quiere protagonismo en la nueva etapa socialista: “Para eso he vuelto”. Rechazó, dice, el “plato de odio” que le sirvió ETA.

Manuel Jabois
Uly Martin

Eduardo Madina (Bilbao, 1976) se sienta en un rincón del Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de los Diputados.

P.  ¿Qué impacto político tiene un atentado en las ideas?
R. Mis ideas estaban ya, como mucho algunas salen reforzadas. Y ese plato de odio que ETA me sirve lo rechazo inmediatamente.
P. ¿Cuándo empezó a tener conciencia política?
R. A Enrique Casas lo mató ETA a principios de los años 80, mi padre me llevó al entierro. Mi padre es militante de UGT y Enrique Casas era un sindicalista de UGT muy señalado. Fue el primer senador asesinado por ETA.
P. ¿Cómo era Bilbao?
R. El Bilbao en el que yo crecí era una mezcla de Manchester en el sentido postindustrial del término, y de Belfast en el sentido del terrorismo. Un cruce de ambas: una síntesis de esas dos ciudades un poco icónicas. Los paisajes mentales de mi memoria son eso: una Bilbao y una Vizcaya, y una margen izquierda, postindustrial, de conflictividad en la calle, con heroinómanos, con una tasa de desempleo juvenil absolutamente disparatada. Es ese entorno relativamente fácil de observar, y de captar por cualquiera, el que contribuye a que yo me meta en las Juventudes Socialistas.
P. ¿Usted ya tenía escolta cuando…?
R. No, no, empecé a tener después.
P. ¿Nada…?
R. No, trabajaba por la mañana en una empresa privada, estudiaba por la tarde un máster de Recursos Humanos y jugaba a voleibol entrenando prácticamente todos los días.
P. No tomaba ningún tipo de precaución, me refiero.
R. Miraba debajo del coche, procuraba evitar ciertas calles del casco viejo de Bilbao, no me mezclaba con ciertos ambientes. Lo hacíamos todos, era un automatismo defensivo que estaba a la orden del día.
P. El día del atentado, ¿miró?
R. No, llegaba tarde al trabajo y ese día no miré. Tampoco lo hubiera visto, estaba muy escondido.
P. Y se enciende el coche, y…
R. No, ya llevaba once o doce kilómetros. Estaba llegando a mi empresa. Yo creo que tenía un temporizador o algo así.
P. ¿Qué ocurre?
R. Es instantáneo, lo detecté en el momento. Era obvio, vamos. De hecho, alguien se acercó cuando salí del coche.
P. ¿Salió del coche por su propio pie?
R. Y se lo dije: sí, esto es un atentado de ETA, voy a llamar a una ambulancia. Bueno, la peor mañana de mi vida. Sin ninguna duda. El martes más feo de mi vida. Este tema...
P. ¿Se monopolizó la voz de las víctimas?
R. Hubo intentos. Pero las de las víctimas siempre fueron voces plurales en contra de lo que alguno pensó. Fue un dramático error intentar hacer que la voz de todos fuera una sola y nunca me sentí cómodo en tentativas como las que tuvo la AVT. Siempre hubo diferentes opiniones: no es lo mismo la hermana de Miguel Ángel Blanco, que la hija de Ernest Lluch, o que otras víctimas que han hablado sobre cómo han visto la violencia terrorista o la situación política en el País Vasco.
P. ¿Qué tiene que hacer el Gobierno en Euskadi?
R. Euskadi ya es una sociedad mejor hoy. Encadenó dos dictaduras seguidas. La de Franco y la de ETA. Hoy todas las ideas políticas que respetan mínimamente al diferente están representadas en el Parlamento Vasco. Y el Gobierno no necesita modificar una sola ley para dar pasos que puedan acelerar esos procesos. Puede cambiar la política penitenciaria dentro de las leyes que están hoy en vigor. Y al Gobierno vasco y al Parlamento vasco les compete un ejercicio de solidificación de la memoria para que el olvido no licue el recuerdo de todo lo que nos ha pasado, como mecanismo protector de futuro para que generaciones venideras de niñas y niños vivan con la certeza de que nunca un fenómeno como el de ETA se vuelve a reproducir.
P. Usted se fue de la política.
R. Tenía ya un pie fuera, y fue tal la presión interna de gente que me pidió que continuara que lo hice. Lo hice para ayudar al partido en un momento excepcionalmente difícil.
P. Pedro Sánchez le coloca en un mal puesto en la lista.
R. A una distancia correcta de él, yo creo. Lo que consideró es que ese era mi sitio y yo acepté.
P. Usted pierde ante Susana Díaz, que apoya a Sánchez. Hoy el rumor de moda es que en el congreso del PSOE podría ir con ella. ¿Qué cambia?
R. Decía Tony Judt que quien atribuye siempre todo a los fallos del sistema o a misteriosas conspiraciones no tiene nada que enseñarnos. Pedro consiguió alianzas que yo no, y el error fue mío. Yo tenía un equipo de profesionales de excepción que me aconsejó que hiciera cosas que no supe hacer. Fueron fallos míos: cosas que no supe resolver, y alianzas que no supe tejer, y él sí
P. ¿Quién le falló?
R. Hubo alguna gente querida que estuvo conmigo en el período anterior, y que en ese congreso optó por otra opción. Los eché de menos. Con ellos me hubiera ido mejor.
P. ¿Zapatero?
R. Zapatero es un amor a prueba de congresos, porque le conocí en la cama de ese hospital por ese atentado que me preguntabas antes, y eso hace que estemos blindados el uno con el otro en los momentos fáciles o difíciles que hayamos pasado.
P. Dice Pablo Iglesias que Zapatero ha sido el mejor presidente del Gobierno de la democracia.
R. Fue un buen presidente del Gobierno en las dos legislaturas. Ya sé que lo popular es aplaudirle en la primera y criticarle en la segunda; pero lo fue en las dos. Del año 82 al 92 hubo una década de adaptación de España a una velocidad alucinante a los estándares europeos tras 40 años de dictadura. Me quedo con Felipe y con Zapatero.
P. El éxito de Podemos.
R. Ha sido el fracaso del PSOE. Se ha producido en estos últimos dos años un desdibujamiento del perfil del socialismo y ese desdibujamiento lo ha sabido aprovechar un partido a nuestra izquierda.
P. ¿Y la solución pasa por acercarse o alejarse de Podemos?
R. Podemos no va a ser la referencia del PSOE. Nosotros tenemos que decidir si nos queremos decir la verdad o no; qué proyecto de España queremos y cómo lo queremos desarrollar. La España de la melancolía por lo que se ha ido, o la España de lo que está por venir.
P. No por lo que se ha ido, pero sí por lo que se puede ir. Con Cataluña ustedes ni se ponen de acuerdo, ni paran de sangrar.
R. El socialismo está más cómodo en una narrativa más ilustrada, en el sentido de racional y en el sentido de posnacional. El socialismo acierta cuando ve una sociedad, y no un pueblo, de ciudadanas y ciudadanos sin entrar en detalles del ámbito íntimo de cada uno de ellos y que conviven en un espacio público que denominamos Estado. Es un poco más laico, un poco más agnóstico, está un poco más secularizado este discurso, pero es nuestro. Nace en la frontera entre el republicanismo y el liberalismo del XIX, lo elevan a su máxima categoría de expresión la segunda Escuela de Frankfurt con Habermas y establece un vínculo de pertenencia a través de la Carta de Ciudadanía a un Estado sin preguntar nada. Sin preguntarte qué sientes, en qué Dios crees, cuál es tu orientación sexual, cuál es tu modelo de familia, qué color de piel tienes. Nada de todo aquello que te compete a ti. Yo creo que secularizando y desnacionalizando podemos atender mejor las realidades de hoy. Ya no hay patrias homogéneas, ya no hay pueblos de identidades cerradas, puras y limpias: todo está afortunadamente impuro y contaminado, todos de todos. Y eso, que muchos lo ven como un problema, yo creo que nosotros lo tenemos que ver como una oportunidad. Cada vez que vamos al discurso de las naciones tropezamos porque no es nuestro circuito ideológico: no somos un partido nacionalista ni nacionalizado. Fuimos en origen un partido internacionalista y hoy somos un partido republicanista en el sentido de que la pertenencia es a través de una Carta de Ciudadanía. En el establecimiento de barreras y de fronteras hay actores políticos que lo hacen mucho mejor que nosotros.
P. ¿El Madina de 18 años hubiera estado en Podemos?
R. No creo, hay mucha tradición socialista. El socialismo que proviene de la socialdemocracia y no del comunismo, de los que no fueron a la Tercera Internacional. Si el PSOE llega a haber acudido a la Tercera Internacional yo nunca hubiera formado parte del PSOE. Mis teóricos políticos son Eduard Bernstein, Fernando de los Ríos… Mi placenta ideológica está ahí: yo no creo en dogmas de fe, verdades puras, ni en implantación de hegemonías al conjunto de la sociedad. Yo creo en el respeto a la pluralidad, en reformas institucionales desde el respeto a los contextos históricos por los que cada país va pasando. Por eso soy socialista y nunca fui comunista. No todos ellos, porque sé que es un partido muy plural, pero el tronco nuclear de Podemos viene de ahí y yo, en ese sentido, nunca hubiera militado en Podemos.
P. ¿Cuánto más tarde el PSOE en hacer su congreso es peor?
R. Cuánto más tardemos en acertar. Porque esta vez tenemos que acertar con el proyecto y con el liderazgo.
P. Esta vez.
R. 85 diputados no parece un buen resultado, ni 90 tampoco. Entonces, esta vez tenemos que acertar.
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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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