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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La cuenta atrás

¿Hará algo nuevo el Gobierno con Cataluña o su estrategia seguirá siendo la inacción?

Francesc de Carreras
Felipe VI, Soraya Sáenz de Santamaría y Carles Puigdemont este jueves.
Felipe VI, Soraya Sáenz de Santamaría y Carles Puigdemont este jueves.Q. GARCÍA (EFE)

El domingo pasado empezó la cuenta atrás oficial en la insurrección que se está preparando en Cataluña.  La anterior insurrección, la del 6 de octubre de 1934, duró unas pocas horas, la controló el ejército dirigido por el general Batet, que un par de años después sería fusilado por Franco debido a su fidelidad a la República. La actual dura ya desde hace unos años, como mínimo desde fines de enero de 2013 cuando el Parlamento de Cataluña aprobó una propuesta declarando que la soberanía residía en el pueblo catalán.

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En 1934 hubo sangre, muertos, procesados y encarcelados. Ahora solo hay procesados: ni sangre, ni muertos, ni cárceles. Al menos, por el momento. A pesar de ello, quiénes protestan reivindican la República frente a la actual Monarquía. También reivindican la “memoria histórica”, esa idea evanescente y confusa, un cómic de buenos y malos. Me contentaría con que supieran un poco de historia. Ciertamente algunos saben historia y la tergiversan, con alevosía y premeditación. Mienten y lo saben. Pero mienten por la causa, por su idea de patria, todo por la patria, como los generales que dieron el golpe de Estado el 18 de julio de 1936.

Decíamos: el domingo pasado empezó la cuenta atrás oficial. En efecto, se reunieron en la explanada de subida a Montjuïc, en Barcelona, unos 80.000 independentistas catalanes, según la Guardia Urbana (otra mentira, allí no caben), para protestar por los procesamientos de unos nuevos mártires catalanes empeñados en desobedecer las leyes. Allí estaban todos, convergentes y republicanos, de Artur Mas a Oriol Junqueras, pasando por la presidenta del Parlamento catalán, naturalmente los de la CUP y, atención, también los de En Comú Podem, la franquicia catalana de Podemos, los Rabell, Pisarello, Assens… Todos por la independencia, contra el Estado de derecho, todos diciendo que obedecían al pueblo, no a las leyes.

¿Qué decían los líderes de estos supuestos 80.000 independentistas que se manifestaron en Montjuïc? Decían que estamos en la “recta final”, que “es el momento de la verdad” y que “empieza la hora de la movilización permanente”. Con autosatisfacción: “Somos la envidia de pueblos en todo el mundo”.

El presidente catalán, Carles Puigdemont, lo dijo hace poco con toda claridad: “O referéndum o referéndum”. Y señaló una fecha: septiembre de 2017. Un planteamiento flexible, dialogante y pactista, en la inventada tradición del catalanismo político. Así pues, ya lo sabemos: unos meses de movilización permanente para llegar a una independencia anunciada. ¿Cómo? “Adelante, adelante, sin ideas y sin plan”. Como en el 6 de octubre. Pero, ¿hará algo el nuevo Gobierno español o su estrategia seguirá siendo la inacción? Para unos y para otros, ha empezado la cuenta atrás.

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