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Euskadi: gobernabilidad y oportunidad

La incógnita es la fórmula: gobierno de coalición o pacto de legislatura

Luis R. Aizpeolea
Los 28 parlamentarios electos del PNV, entre ellos Urkullu, entregan sus credenciales en la Cámara vasca.
Los 28 parlamentarios electos del PNV, entre ellos Urkullu, entregan sus credenciales en la Cámara vasca.L. Rico
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Ocho de los diez puntos de la plataforma que el PNV ha trasladado a los partidos vascos para negociar la formación de su Gobierno proponen medidas socio-económicas encaminadas a salir de la crisis. Los otros dos se refieren, en términos genéricos, al nuevo Estatuto vasco y a la consolidación del fin de ETA. El predominio de lo socio-económico en la negociación ofrece la mejor pista sobre las prioridades del Gobierno que el PNV constituirá en noviembre y del aliado preferente que apunta: el PSE. La incógnita es la fórmula: gobierno de coalición o pacto de legislatura.

El pacto PNV-PSE, además de contar con la fiabilidad histórica y su vigencia en diputaciones y Ayuntamientos, beneficia a ambos. Al PSE le dará visibilidad en su etapa más difícil. Al PNV, aunque queda a un escaño de la mayoría absoluta, le permite gobernar porque el PP no coincidirá en el Parlamento con Podemos y Bildu contra un gobierno PNV-PSE. La excepción, los Presupuestos. Pero el PP tiene precedentes de sumarse al acuerdo PNV-PSE a cambio de contrapartidas.

El simultáneo acercamiento del PNV a Bildu tiene más de anuncio de nueva etapa en sus relaciones que de pacto. Así lo interpreta Bildu, también, cuando se queja de que el PNV le ha exigido como condición para avanzar juntos que ajuste cuentas con su pasada complicidad con ETA. Bildu cree que es la coartada del PNV para pactar con el PSE mientras vacila entre encabezar la oposición al PNV y buscar acuerdos con él en autogobierno y consolidación del fin de ETA.

Derecho a decidir

Pero el PSE tiene en la memoria que, hace veinte años, cuando aún gobernaba en coalición con el PNV, este partido inició un acercamiento a Batasuna con propuestas soberanistas conjuntas en el Parlamento que rompieron el Ejecutivo vasco. Bildu ha adelantado que volverá a intentarlo, con su apuesta por el rupturismo catalán, al hilo de la renovación pendiente del Estatuto de 1979.

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El PSE se muestra reticente a dicha renovación por temor a que se repita la historia, a que el PNV, Podemos y Bildu se enreden en un debate sobre el derecho a decidir que enrarezca la política vasca y su gobernabilidad.

No obstante, ninguno de los tres partidos opina igual sobre su significado y el PNV se ha comprometido a un pacto de mínimos en la legalidad y con partidos de ámbito estatal que lo hagan viable en España. Lo tienen que aclarar peneuvistas y socialistas, pues este debate puede convertirse en una oportunidad para actualizar el Estado de las autonomías y ser referente para Cataluña. Pero requiere respeto a las reglas de unos y la convicción de actualizar el modelo territorial de otros, sobre todo, del PP.

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