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El PP vasco, partido subversivo

El increíble ejercicio de abstracción de lo que ocurre fuera de Euskadi lleva a los populares a convertirse incluso en adalides contra la corrupción

Íñigo Domínguez
La secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, y el candidato al lehendakari, Alfonso Alonso, este miércoles en Vitoria.
La secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, y el candidato al lehendakari, Alfonso Alonso, este miércoles en Vitoria.L. RICO

El mitin del PP de la mañana del miércoles en Vitoria parecía en un crucero: fue junto al piano bar de un hotel de cuatro estrellas y la media de edad de los asistentes, unas 70 personas con alguna silla libre, podía superar fácilmente los 60 años. Era un día difícil, en medio de los escándalos de Rita Barberá, Soria o Bárcenas, pero el candidato a lehendakari no se mordió la lengua. Alfonso Alonso clamó ante María Dolores de Cospedal, estrella invitada: “No es justo tolerar el fraude, no es justo tolerar el abuso”. Y también: “El fraude está todos los días en el periódico, ¿cómo se puede confiar en ellos?”. E incluso: “Hemos decidido no mirar para otro lado”. Se refería naturalmente a otra cosa, a casos de engaño entre los beneficiarios de la renta básica vasca, la Renta de Garantía de Ingresos (RGI). Traducción de este asunto local: básicamente se trata de inmigrantes, mientras vascos de toda la vida, gente que lo ha pasado mal con la crisis, no puede optar a las ayudas porque tiene un piso. Alonso llegó incluso a hablar de las ancianas que sufren “pobreza energética” y no tienen luz. El hecho diferencial vasco en el PP estriba en que del Ebro para arriba se convierten casi en un partido anticasta.

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Los líderes nacionales del PP —última formación con escaños en las generales en Euskadi con 147.000 votos— aterrizan en Euskadi como marcianos y pueden asustar a los electores, arrastran una imagen negativa. Así que el PP vasco habla de otra cosa en un formidable ejercicio de abstracción, como si Alonso no tuviera delante a Cospedal, secretaria general del partido que destruye ordenadores a martillazos. Tampoco pasean mucho a estos visitantes del otro mundo. Los actos son semiprivados, en hoteles y pequeños auditorios, y más ahora que ya empieza a llover. Cospedal, marciana manchega, tuvo la delicadeza de entrar y salir sin hacer declaraciones, sin comentar nada de Rita Barberá, para no romper el encanto. Pero el lunes Soraya Sáenz de Santamaría fue aún más allá: no es que no dijera nada, es que se dedicó a insinuar corruptelas del PNV. Le dijo al lehendakari en funciones, Íñigo Urkullu, que del tren de alta velocidad al País Vasco “solo le interesan las adjudicaciones de obra”. En el PNV prefirieron callar, al margen de que los tramos abiertos los asignó el anterior Gobierno socialista de Patxi López. No les recordaron, por ejemplo, la montaña de contratos que se llevó FCC durante años en Álava y Vitoria mientras gobernaron los populares y José Mayor Oreja dirigía la filial de construcción de la compañía, hasta que fue cesado en 2013 tras aparecer en los papeles de Bárcenas.

Ayer Cospedal añadió que ellos no exigen el carné a nadie, no como los nacionalistas. La paradoja se completa porque, en realidad, nadie en la campaña electoral vasca ataca al PNV como casta, partido clientelar y colocador de amigos, ni siquiera Podemos, que ha abandonado ese frente. Ya están en otra táctica. Han pasado de que la consigna era desalojar al PNV a dar explicaciones sobre la casa de un millón de euros de Pili Zabala. La candidata de Podemos ha creído necesario aclarar que se la compró con la indemnización que cobró por las lesiones de un accidente. Sin salir del terreno inmobiliario, Cospedal invitó ayer “a esta casa”, a la suya, a todos los vascos que se sienten españoles. Es decir, una llamada a no desperdiciar el voto con Ciudadanos, que obtuvo 40.000 papeletas en las últimas generales. Los sondeos dan al partido de Albert Rivera un escaño o ninguno. La formación naranja quiere llenar el hueco de UPyD y se ha quedado a la derecha del PP al decir incluso que quieren cargarse el privilegiado Concierto Económico. En total, Rivera va a estar seis veces en la campaña en el País Vasco, el más asiduo con diferencia. Rajoy, que en Galicia lo da todo, en cambio, solo irá una vez a la campaña vasca, el sábado en Bilbao. Si los demás aquí son marcianos, él ya es como el Emperador Ming de Flash Gordon. Esta mañana ya recordaban a los que se iban que era muy importante apuntarse al autobús de este viaje espacial.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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