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Un brindis por Kim Jong-un antes de la tormenta

La embajada de Corea del Norte en Madrid celebró su día nacional horas antes del ensayo nuclear

El embajador norcoreano en España, Kim Hyok-chol, durante la celebración del día nacional de su país.
El embajador norcoreano en España, Kim Hyok-chol, durante la celebración del día nacional de su país.P.M.C.

La entrada del chalé está custodiada por una patrulla de la Policía Nacional y otra de la Municipal. Por encima del muro, atada a un mástil larguísimo, puede verse la bandera de Corea del Norte. Es la embajada del país asiático, en una zona residencial de Aravaca, a las afueras de Madrid, por la que apenas pasa un runner a estas horas. "Lo primero que pusimos fue la bandera y el escudo para que pudieran empezar a funcionar", dice Juan Carlos Almoguera, el arquitecto que remodeló el edificio a petición de Exteriores y al gusto de la legación norcoreana establecida a principios de 2014 y formada por cuatro diplomáticos y sus familias.

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El embajador Kim Hyok-chol y su mujer reciben en el vestíbulo con una sonrisa y un apretón de manos a los invitados a la celebración del día nacional del país, el 68º desde que las dos Coreas quedaran separadas tras la guerra por el paralelo 38. La mujer de Hyok-chol, vestida a la manera tradicional coreana, dice "hola" —no volverá a aparecer en toda la velada— y el embajador, que solo habla inglés, invita a pasar al jardín. Antes, una sala con los retratos de Kim Il-sung y Kim Jong-il, abuelo y padre del actual líder Kim Jong-un, una ofrenda floral bajo ellos y un mosaico de fotografías con los hitos arquitectónicos de la capital Pyongyang: la Torre Juche, el complejo de rascacielos Changjon, el parque acuático Munsu... La decoración de esta pequeña porción de suelo norcoreano en España es idéntica a la acostumbrada en el país más aislado del mundo.

Junto a la piscina, entre el medio centenar de invitados, hay abogados, profesores universitarios, empresarios y representantes de Brasil, Rusia, China, Irán, Venezuela, Egipto, Afganistán, Sudáfrica, Pakistán, Serbia, Tailandia, Siria o Sudán, entre otros. En representación de España está Fidel Sendagorta, exembajador en Egipto y ahora director general de Exteriores para América del Norte, Asia y Pacífico. El encuentro avanza según los códigos habituales: corrillos, intercambio de tarjetas de presentación, copas de vino, cerveza y cava.

El himno de Corea del Norte empieza a sonar en una televisión enorme que proyecta la bandera junto a unas bandejas de comida intacta. Los presentes se acercan y escuchan en silencio. Después viene el de España y, luego, el embajador Hyok-chol coge el micrófono: "Hay una cosa que he aprendido en mis casi tres años aquí y es que no gustan los discursos largos". En efecto, será muy escueto y de agradecimiento a las autoridades presentes y al país que le acoge. También hace referencia a "preservar la paz en Corea". Para terminar, un brindis "en honor a nuestro amado Kim Jong-un y al rey de España". Sendagorta y él brindan con cava ante un par de fotógrafos. Algunos invitados empiezan a hacer cola frente a las mesas de comida.

En un grupo, junto a la piscina, están los directores de cine Álvaro Longoria y Javier Fesser, cuya película sobre el cómic de Mortadelo y Filemón va a ser proyectada en el Festival Internacional de Cine de Pyongyang de este año. Longoria estrenó el año pasado The Propaganda Game, un documental sobre el país y Alejandro Cao de Benós, el representante no oficial de Corea del Norte en España hasta que se abrió la embajada.

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El embajador norcoreano Kim Hyok-chol charla con Fidel Sendagorta, director general de Exteriores.
El embajador norcoreano Kim Hyok-chol charla con Fidel Sendagorta, director general de Exteriores.P.M.C.

Cao de Benós también está aquí, rodeado por algunos jóvenes de su Asociación de Amistad con Corea. Todos llevan en la solapa las características insignias con las caras de Kim Il-Sung o Kim Jong-il. En Corea del Norte denotan el prestigio de la persona que las porta —solo la de Cao tiene las dos efigies—. Una de las chicas dice: "me quiero ir a vivir allí". Otro, "nunca he salido de España, siento una gran atracción por la cultura asiática y me gustaría visitarlo, pero el viaje es muy caro". Alejandro Cao de Benós, en libertad con cargos por tenencia ilícita de armas, dice estar enfrascado en su nuevo proyecto, el Pyongyang Café, un bar de Tarragona decorado con propaganda del país y lugar de reunión de los miembros de su asociación. "Es un caso motivado políticamente. Tenía muchos chivatazos de que iban a por mí, pero tengo relación con gente muy importante de Corea del Norte y no me ha afectado en nada". Cao de Benós reconoce que no ha visitado el país desde su detención porque necesita el permiso del juez —tiene que ir a firmar al juzgado cada semana— y complicaría los viajes con periodistas que él mismo organiza y cobra.

El embajador saluda brevemente a los grupos dispersos por el jardín. "A Alejandro nunca le hemos pagado nada, no es un cargo oficial, lleva 20 años ayudándonos, pero no podemos hacer nada. Espero que el pueblo español entienda nuestra relación", dice Hyok-chol, preguntado por las repercusiones del caso de las armas. "Los españoles son muy amigables, por eso vienen tantos turistas. Por eso y por el clima", concluye el embajador. Un representante de Egipto interrumpe para despedirse y ambos se alejan.

Ha caído la noche, muchos invitados ya se han ido, algunos apuran las bandejas de langostinos, sushi, fideos y kimchi, la col fermentada que es el plato estrella en las dos Coreas. La televisión en la que han sonado los himnos sigue, como toda la tarde, con un concierto de Moranbong, la banda musical de chicas que es la preferida de Kim Jong-un. El embajador se despide personalmente: "Nunca les digo a los periodistas que hablen bien de mi país, solo que no lo hagan con las gafas negras, sino transparentes". En apenas unas horas, Corea del Norte iniciará su quinto y más potente ensayo nuclear hasta la fecha.

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