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El Rey ‘resiste’ en el templo del independentismo catalán

Felipe VI cierra los actos de la Fundación Princesa de Girona con una llamada a la sociedad plural y sin enfrentamiento

Miquel Alberola
El Rey Felipe VI conversa con los participantes en uno de los talleres celebrados en el auditorio del Palacio de Congresos de Girona .
El Rey Felipe VI conversa con los participantes en uno de los talleres celebrados en el auditorio del Palacio de Congresos de Girona .EFE

Los Reyes han cerrado este sábado las jornadas de la séptima edición de los Premios Princesa de Girona con un acto en el que ambos se han mezclado con los jóvenes emprendedores y han recibido numerosas muestras de afecto y complicidad. Se sienten muy cómodos en estas jornadas, con un ambiente juvenil contagioso, saturado de talento. Sin embargo, esta realidad no se corresponde con la que vive mayoritariamente Girona.

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Fuera del Palau de Congressos, donde cada año se celebran los actos de la Fundació Princesa de Girona, hay una ciudad con buena parte de las fachadas llenas de banderas esteladas y pasquines que claman consignas independentistas. No están ahí con motivo de la visita de los Reyes, que apenas concita cada año una pitada de protesta con medio centenar de personas: son perennes. Tanto, que la mayoría ha perdido color de los muchos años de exposición al sol.

Mientras la Generalitat trata de conducir a Cataluña hacia la “desconexión” de España, se diría que Girona hace tiempo que se desconectó. Más allá de los activistas más radicalizados, no vive con una especial animadversión la presencia del Rey; sí con una cierta indiferencia. Pero el Rey es el jefe del Estado de España, y por tanto su emblema.

El Rey llevaba este sábado en el ojal de su chaqueta la insignia del Sitio de Girona, que le fue regalada por la ciudad con motivo de su primera visita, aún como príncipe. Con este distintivo que encarna la resistencia de la ciudad durante los siete meses de asedio francés, trataba de emitir una señal de correspondencia entre él, como representante de la Corona, y Girona. Pero ese mensaje solo era perceptible en el interior del Palau de Congressos, como si se tratase de una suerte de Ciudad Prohibida.

Durante la celebración de estas jornadas los Reyes no pisan Girona. Lo hicieron en alguna ocasión durante las primeras ediciones. Entonces, con otro formato de jornadas (duraban dos días y medio), salían alguna vez a tomar algo por la ciudad. Ahora, según fuentes de la Casa del Rey, el formato más reducido no lo facilita, puesto que los Reyes no llegan a estar 24 horas en Girona y a menudo los hoteles en los que se hospedan no están en la ciudad.

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Con todo, la presencia de Felipe VI y el vínculo de la princesa Leonor al nombre Girona no deja de provocar fricciones políticas. Esa irritación está jalonada de ejemplos políticos. El pasado enero, el Ayuntamiento de Girona, gobernado por Convergència (10 concejales) con apoyo del PSC (4), aprobó una moción instando a la Fundación Princesa de Girona a cambiar el nombre con los votos de la CUP (4) y ERC (4), mientras que Convergència y el PSC se abstuvieron y Ciudadanos (2) y PP (1) votaron en contra. La moción también retiraba las distinciones de la ciudad otorgadas en 1977 a Felipe de Borbón, cuando asumió legalmente el título de Príncipe de Girona.

Meses antes, en junio de 2014, siendo alcalde el actual presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y en vísperas de que Leonor asumiera el título de Princesa al ser nombrado su padre rey, el Ayuntamiento ya aprobó otra moción contra el uso del título. En aquella ocasión votaron a favor todos los partidos excepto el PP y el PSC, que se abstuvo. Estas mociones, sin embargo, solo tienen efecto simbólico puesto que la Fundación Princesa de Girona, aunque cuenta con el aval de la Casa del Rey, es de carácter privado.

Pese a ello, Puigdemont, que ya asistió en la pasada edición como alcalde de Girona y que es vicepresidente de honor de la fundación, estuvo el viernes en la ceremonia de entrega de premios, al igual que la alcaldesa de la ciudad, Marta Madrenas. Incluso asistió a la cena que se celebró tras la entrega de los galardones con los Reyes, premiados y miembros del patronato de la fundación. Algo que no hizo el año pasado su antecesor, Artur Mas, que, en plena escalada soberanista, alegó problemas de agenda para evitar su presencia en la cena.

La disposición de Puigdemont, tras el choque entre la Generalitat y La Zarzuela por la negativa a recibir a la presidenta del Parlamento, Carme Forcadell, para comunicar el nombramiento del presidente, se vio correspondida el sábado en el discurso de Felipe VI. El Rey, que en los últimos dos años ha aludido explícitamente a la tensión territorial catalana en sus intervenciones en Girona con llamadas a la unidad, en esta ocasión lo evitó. Se centró en los jóvenes premiados y los puso como ejemplo, aunque defendiendo una sociedad plural y sin enfrentamiento.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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