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A ras de historia
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nada que posibilite una investidura

Lo único que ha revelado el debate es que el próximo Gobierno no estará dirigido por Mariano Rajoy

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Después del encuentro, más que verdadero debate, de los candidatos ante las cámaras, las posibilidades materiales de formar Gobierno son exactamente las mismas que eran antes de la fallida sesión de investidura, o sea, ninguna. Lo único que se ha revelado con mayor contundencia, si tal cosa era posible, es que una coalición de Gobierno que rompa la situación de bloqueo en que nos encontramos y emprenda la ardua tarea de reformas que tenemos pendientes desde hace un lustro no podrá estar presidida por el actual presidente en funciones ni por el secretario general del partido socialista. Del resto, no es ahora el caso.

No el primero, y no solo porque sea presidente de un partido que ha inundado toda la política de corrupción sin que nadie de la dirección haya asumido responsabilidades políticas, sino porque es de todo punto imposible que nadie que se presente con un programa de reforma o regeneración pueda acceder a que lo presida alguien que es, quiéralo o no, sea consciente de ello o no, el máximo responsable político de esa ciénaga. Pero tampoco el segundo, porque su insistencia en denunciar a la extrema izquierda y a la extrema derecha como culpables de su fracaso al intentar la investidura se agota en sí misma sin producir ningún efecto político. Da igual, no modifica los datos de la cuestión.

De manera que el debate nos ha metido unos metros más en el callejón sin salida en el que se empeñan en moverse los candidatos acusándose mutuamente de sus impotencias. Tal vez si fueran capaces de dar un giro, situar como centro del debate las reformas que el Estado necesita —y Estado es la Administración, la judicatura, la sanidad, la educación, la fiscalidad, la articulación de los diferentes poderes, el lugar en Europa…— cabría construir un terreno en el que no fuera de todo punto imposible encontrarse, al menos por un tiempo. Pero verlos a los cuatro juntos, cada cual siguiendo su guion prefabricado, exigiendo al otro que se desplace a su posición, muestra bien la enorme distancia que aún nos separa de un posible acuerdo para formar Gobierno.

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