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NIEBLA DE CAMPAÑA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Qué patria?

Unidos Podemos en algún momento habrá de salir de la ambigüedad y contar qué quiere hacer con el Estado

Javier Moreno Luzón
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A los dirigentes de Unidos Podemos no se les cae la patria de la boca. La suya es, anuncian, una campaña patriótica. Pero, ¿qué quieren decir cuando dicen patria? La palabra tiene una larga historia y ha servido a proyectos políticos muy distintos. Hay en ella una prosapia ilustrada y liberal, la de los patriotas dieciochescos y la de aquel diputado que, al promulgar la Constitución de Cádiz, exclamó: "Españoles: ya tenéis patria". Una nación de ciudadanos libres, eco de la patrie de La Marsellesa. Pero también posee un sesgo reaccionario, el del lema carlista Dios, Patria, Rey, y resonancias románticas: es la tierra de nuestros antepasados, la identidad étnica, la Fatherland. O la España de José Antonio, que pedía "la patria, el pan y la justicia". Y se trata, asimismo, de esa entidad que sacralizaron los militares, la del Todo por la Patria de los cuarteles, cuya salvación legitimaba las dictaduras del siglo pasado.

Entre los audaces podemitas han desaparecido de golpe las prevenciones de la izquierda respecto al nacionalismo español, viciado por el régimen franquista. A juzgar por sus discursos recientes, han recuperado su versión demófila, esa que idolatraba al pueblo que se levantaba contra Napoleón o proclamaba la República en la Puerta del Sol. Aunque prefieran la patria sentimental a la nación política. Pero también resulta inevitable pensar, al aludir a personas tan viajadas, en sus influencias exteriores, en ese ¡Patria o Muerte! cubano o en el bolivarianismo que cunde en América del Sur, donde el núcleo irradiador se bregó y obtuvo grandes premios. Que hayan fichado a un general, que rechacen las bases por extranjeras o que denuncien a los vendepatrias arrodillados ante Bruselas revela un estilo diáfano. No faltan ejemplos, de La Habana a Pekín, de partidos que difuminaron la lucha de clases para abrazarse a la bandera nacional.

De paso, interpelan a aquellos, más de los que suele creerse, que se sienten españoles corrientes. Hay, en sus fórmulas más sutiles, un fondo voluntarista. Pero no acaban de clarificar en qué patria piensan, más allá de vaguedades sobre un "país de países" o del retorcido concepto de patria plurinacional con múltiples derechos a decidir. Con afirmar que la soberanía reside en la gente ya lo tienen resuelto. Pero en algún momento habrán de salir de la ambigüedad, dejar atrás las sonrisas de patrias y pueblos y contarnos de una vez qué quieren hacer con el Estado.

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