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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Y si hubiera unas terceras elecciones?

Las posiciones de salida de los partidos y la experiencia de estos cuatro meses hacen imposible aventurar acuerdos tras el 26-J

El presidente en funciones, Mariano Rajoy.
El presidente en funciones, Mariano Rajoy.SERGIO PÉREZ ((REUTERS))
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Es sorprendente la normalidad y naturalidad con la que los partidos han asumido su fracaso, el que nos lleva a unas nuevas elecciones. O, al menos, eso pretenden hacernos creer.

Tras el 20-D se decía que no se atreverían a llevarnos a unas nuevas elecciones y aquí estamos, ya con la convocatoria oficial del 26-J sin que haya más alteración apreciable en ellos que la inquietud por ver cómo echar la culpa al otro. Llevar a los españoles de nuevo a las urnas se ha convertido en un movimiento táctico.

¿Y si el resultado de las elecciones del 26 de junio fuera aún más difícil de manejar y de concretarse en un pacto de Gobierno?

¿Y si fueran necesarias unas terceras elecciones porque los principales partidos siguieran sin adaptarse a los deseos de los españoles expresados en las urnas?

Pues salvo cambio radical de posición de alguno de los partidos parece bastante probable que eso ocurra. La encuesta del CIS muestra que un porcentaje muy elevado de electores está dispuesto a repetir su voto y, además, los partidos no dan muestras que permitan aventurar un cambio.

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Los partidos se han atrevido a forzar la repetición de elecciones una vez y nada impide pensar que no lo vuelvan a hacer. Legalmente es posible.

Además, los resultados que apuntan todas las encuestas pueden ser incluso más endiablados que los del 20-D, según los parámetros que se han utilizado en estos meses de supuesta negociación.

Por un lado, ninguna encuesta asegura que la suma de PP y Ciudadanos llegue a los 176 escaños que les permita gobernar. Y si no llegan por sí solos ningún otro partido podrá prestarles ni un solo escaño, salvo cambio: ni los socialistas, ni los nacionalistas/independentistas.

Obviamente, la gran coalición PP-PSOE sumaría, pero a día de hoy está descartada, por más que se empeñe Rajoy. Requeriría de un giro radical y traumático para un PSOE que en todo caso entrará en efervescencia desde el 26 de junio.

Con seguridad la suma PSOE con Ciudadanos seguirá sin ser suficiente y hasta es posible que sea menor.

En la izquierda las encuestas muestran un posible cambio notable: Podemos con Izquierda Unida puede quedar por delante del PSOE. Pero con dudosa eficacia para formar Gobierno, según la experiencia reciente.

Es decir, ya no se trataría de que el partido de Pablo Iglesias apoyara al de Pedro Sánchez, sino lo contrario. Y las preguntas son: ¿si el PSOE no pactó con Podemos para gobernar en mejores condiciones es creíble que pueda apoyar a Iglesias para ser presidente del Gobierno? ¿Le dejarán al PSOE permitir un Gobierno de Podemos los que no le dejaron antes gobernar con Podemos?

La respuesta hoy es "no a todo", salvo cambios radicales.

¿Quién va a rectificar? ¿Cómo explicará que no haya rectificado antes, a tiempo de evitar las segundas elecciones?

El bucle en el que hemos entrado ya no tendría fin. Las líneas rojas de cada uno siguen indelebles y ahora ya sabemos que frases como "hemos entendido el mensaje de los electores exigiendo diálogo" son solo retóricas. Y los nuevos ya no son nuevos.

En estos cuatro meses han caído tópicos que estaban admitidos, además del de la imposibilidad de repetir elecciones. Por ejemplo, desde el PP decían que estaba hecho el pacto PSOE-Podemos y la radicalización de los socialistas y desde Podemos se decía que la gran coalición llegaría y ninguno de ellos se ha cumplido. ¿Y si el siguiente en caer es el de las terceras elecciones?

En esa normalización del fracaso, otro de los estereotipos utilizado es el de la segunda vuelta. En este caso, solo se trata de encubrir ese fracaso, porque en realidad si hubiera segunda vuelta solo sería entre PP y PSOE. Es decir, después de establecer el marco de que el bipartidismo es malo y hay que superarlo, se pretende establecer la idea más bipartidista que hay en un sistema electoral, el de la doble vuelta.

Rajoy, con notable optimismo, sostiene que a finales de julio puede haber Gobierno, con él al frente, pero la experiencia de estos meses aconseja un cálculo más realista que lleva a mediados de agosto y con incertidumbre. Y sin descartar que se prolongue el bucle de votar hasta que a los partidos les vaya bien el resultado para sus intereses.

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