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Las protestas sociales decaen tras la llegada de Podemos a las instituciones

Las manifestaciones se reducen en 2015. Podemos admite que necesita la movilización para ganar la batalla política

Elsa García de Blas
Manifestación estudiantil de 2013.
Manifestación estudiantil de 2013. t.castro

Las protestas sociales han decaído sustancialmente en 2015, después de tres años de intensas movilizaciones tras el 15-M. El descenso coincide con la llegada de Podemos a las instituciones, a partir de las elecciones de mayo de 2015, cuando el partido de Pablo Iglesias, en el que desembarcaron numerosos activistas, alcanzó el poder. Podemos admite que necesita la movilización para ganar la batalla política y que debe ayudar a revitalizarla para lograr su objetivo de conformar un “amplísimo movimiento popular”. Las organizaciones alertan del error de delegar en Podemos.

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La crisis de los refugiados en Europa, los persistentes problemas económicos y sociales o la ausencia de un acuerdo de Gobierno no han provocado, de momento, multitudinarias protestas en las calles. Los datos revelan una caída brusca de movilización social en 2015: tomando el ejemplo de Madrid y Cataluña, las manifestaciones han caído un 27% y un 54% respectivamente en relación con 2014; el año, junto a 2013, con mayor número de protestas sociales.

En Podemos son plenamente conscientes de ello, y no dudan en que la llegada de su partido al poder está relacionada con el fenómeno. Segundo González, diputado del partido emergente en el Congreso y promotor de la organización Juventud sin Futuro, en el germen del 15-M, cree que la conflictividad social se fue agotando porque “se constató que por mucha gente que se manifestara no se conseguían objetivos políticos concretos”, pero también es evidente un cierto “vaciamiento” de los movimientos sociales por el trasvase de activistas como él a Podemos o a las candidaturas municipalistas como Ahora Madrid. “Muchos de los que nos metimos en esto éramos los que antes dedicábamos todo el tiempo a organizar movilizaciones”, reflexiona. Numerosos integrantes de colectivos como Juventud sin Futuro, la Oficina Precaria, el 15-M o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) —desde la propia alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, hasta los dirigentes de la cúpula de Podemos Irene Montero y Rafael Mayoral, de la PAH de Madrid— son ahora cargos públicos.

“Pero Podemos necesita que haya movilización”, admite el parlamentario. “Al final la agenda mediática es clave a la hora de ganar la batalla política, y los colectivos sociales tenían la capacidad de situar en la agenda determinados temas, en mayor medida que los partidos. Aunque nosotros seamos una novedad y tengamos cosas muy diferentes, cada vez, sin quererlo, se nos va percibiendo más parecidos al resto de partidos”, indica.

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El secretario de Sociedad Civil de Podemos, Rafael Mayoral, cree que se ha producido “un cambio de fase”, “del conflicto social al conflicto político”. “El pueblo es muy sabio y se ha dado cuenta de que ahora hay que disputar el poder político”, considera. Y ahí está Podemos para hacerlo.

La PAH llama a movilizarse y a no delegar

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), uno de los movimientos sociales más relevantes, asegura que ha seguido muy activa a pesar de que muchos de sus integrantes —como su mayor referente, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau— se dediquen ahora al trabajo público. “El foco mediático el último año y medio se ha centrado en lo institucional”, alega Carlos Macías, portavoz de la PAH. “Pero también hay gente que ahora sí se siente representada y ha dejado de movilizarse”. “Ahí tenemos que aprender de los errores, la protesta social tiene que presionar y controlar. No podemos delegar”, advierte.

La PAH prepara importantes movilizaciones contra la intención del PP de recurrir la ley catalana antidesahucios. Este lunes ha convocado caceroladas ante todas las sedes del partido, y avanza que “subirá el nivel de conflictividad” si los populares no rectifican.

Pero en la dirección del partido creen que es “imprescindible”, en todo caso, “profundizar el desarrollo de los movimientos populares. No solo para que avance el proyecto que nosotros estamos planteando, sino para que tengamos una sociedad democrática”, señala Mayoral. El objetivo: “Nosotros tenemos una apuesta muy clara, que es la conformación de un movimiento popular amplísimo que sea capaz de articular la voluntad de la mayoría social en este país. Y tiene una parte electoral y una social. Eso pasa por diferentes fórmulas de movilización social y de participación”, asegura el dirigente. “Si vamos a un ciclo más largo sería muy positivo que se reactivaran los movimientos al mismo nivel que estaban antes, entre 2011 y 2013”, apunta el diputado Segundo González.

En el 15-M recuerdan, además, otro elemento: cuando se va a cumplir el quinto aniversario del movimiento este próximo mes de mayo, aún hay numerosos procedimientos judiciales abiertos contra quienes participaron en el intenso ciclo de movilizaciones. El equipo de abogados de los indignados ha recurrido solo en procedimientos administrativos —también hay penales— desde 2011 a 2014 un total de 493 multas impuestas en el ejercicio del derecho de reunión. Eso desincentiva.

La deriva de la protesta social este 2016 aún está por comprobar. En los movimientos sociales se prevé una posible reactivación. “Creo que hay elementos que apuntan a que algo se mueve”, dice Emmanuel Rodríguez, activista del colectivo madrileño Traficantes de sueños. “En la medida en que la nueva política se vuelve institucional, con poco cambio sustantivo, la gente dedicará su tiempo a lo que hacía antes, en lugar de poner todas sus energías en el ciclo electoral”, concluye.

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Sobre la firma

Elsa García de Blas
Periodista política. Cubre la información del PP después de haber seguido los pasos de tres partidos (el PSOE, Unidas Podemos y Cs). La mayor parte de su carrera la ha desarrollado en EL PAÍS y la SER. Es licenciada en Derecho y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en periodismo de EL PAÍS. Colabora como analista en TVE.

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