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Ian Gibson: “Si no se evitan las elecciones, será un desastre”

El hispanista considera que al PP le vendría bien la oposición para renovarse

Miquel Alberola
El hispanista Ian Gibson.
El hispanista Ian Gibson.Bernardo Pérez

El especialista en historia contemporánea Ian Gibson (Dublín, 1939) descubrió España desde Irlanda leyendo el Romancero gitano, de Federico García Lorca, y en 1984 se nacionalizó español. Entre ambos hitos hay un proceso de intensa atracción y una extensa y solvente obra sobre su país de adopción. Gibson considera que la oposición perdería "una oportunidad de oro para echar al PP".

Pregunta. ¿Ha perdido una oportunidad España con la convocatoria de nuevas elecciones?

Respuesta. Aún estamos a tiempo para evitarlas. Si no, creo que será un desastre desde todos los puntos de vista. La oposición tiene una oportunidad de oro, irrepetible, para echar al PP del Gobierno e instalar otro sensato, razonable, reformador, pactado, dialogante, civilizado. Y está demostrando su incapacidad. Todo ello me recuerda el caos de la izquierda bajo la República.

P. ¿Qué ha fallado? ¿No sabemos pactar?

R. La derecha no necesita pactar, se basta a sí misma. A la izquierda le cuesta un montón. Pero... se forjó finalmente el Frente Popular. A mí me ha gustado mucho la iniciativa del PSOE y Ciudadanos, y nada de nada la “manera de ser” de Podemos. El mesianismo de Pablo Iglesias, su lenguaje corporal, su engreimiento, sus arengas imparables, ya me exasperan. Si realmente estuviera pensando en España y no solo en sí mismo y los suyos, entendería que llegar a una solución de compromiso, una transacción, con Sánchez y Ciudadanos, con la parcela de poder gubernativo que les correspondería en consecuencia, tendría muchas ventajas. Luego dentro de unos años se podría ver. Así por lo menos lo entiendo yo.

P. ¿Qué había en la Transición que falta ahora para poner los intereses generales por encima de los partidistas?

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R. Yo no voy a idealizar la Transición, y en el fondo no sé si se pusieron los “intereses generales” por encima de los partidistas. Juan Marsé acaba de decir, y estoy de acuerdo, que la Transición decretó la desmemoria. Con la muerte del dictador la derecha entendió que no había más opción que entrar en el mundo contemporáneo, en Europa, que ya se acabó la situación anterior. De modo que había que participar en un cambio. No tuvieron que ceder mucho, la verdad. Quienes cedieron mayormente fueron los antiguos “perdedores”, en un ejercicio muy responsable. Como no hubo ruptura, los “poderes fácticos” siguieron con sus privilegios, los banqueros con sus proyectos, muchos jueces en su sitio. Todos se fueron “acomodando” a la nueva situación con sus “tics” antidemocráticos intactos.

P. ¿En este fracaso hay un solo culpable o varios?

R. Claro que no hay un solo culpable. La democracia no se aprende de la noche a la mañana. La noción de la responsabilidad individual, por ejemplo, o la costumbre del diálogo. El gran responsable ha sido la falta de experiencia.

P. ¿Haría alguna recomendación a los protagonistas de este proceso fallido?

R. La única esperanza para el país es que se pacte un sistema educativo público, de Estado, que no esté al albur de los cambios políticos del momento. No hacerlo es cometer el harakiri. Sería mi recomendación fundamental. La supresión de Ciudadanía por el PP lo dice todo: un desastre. Si hay un país en Europa que la necesita es España.

P. ¿Unos nuevos comicios pueden desatascar la situación o la fragmentación parlamentaria no va a permitir más salidas que afrontar lo que ahora se ha evitado?

R. No creo que unos nuevos comicios desatasquen la situación, podrían empeorarla. Los españoles han votado el cambio, todavía hay tiempo para llegar a un acuerdo, como ya he dicho, aunque poco. Si no se logra, la desilusión será enorme —creo conocer un poco a los españoles— y puede haber una abstención masiva en las urnas.

P. ¿Qué pasará si hay nuevas elecciones y el escenario sale muy parecido?

R. Dios nos coja confesados. No lo quiero ni pensar. Este país, con la corrupción que estamos viendo, necesita poner inmediatamente su casa en orden. No lo va a poder hacer el PP, a quien le vendría muy bien una legislatura en la oposición para renovarse.

P. ¿El pluripartidismo está para quedarse o una decepción así puede reducirlo?

R. Creo que está para quedarse. Sería intolerable que volviéramos a lo mismo y creo que lo entienden así los electores.

P. ¿Debería el Rey haber tenido un papel más activo?

R. No soy experto en la Constitución, pero no creo que fuera posible. Creo que desempeña muy bien su papel. Me gusta su talante (palabra que ya no está tan de moda como antes, según observo).

P. ¿Deberíamos ir a nuevas elecciones con los mismos candidatos?

R. Muchos serían los mismos, inevitablemente, pero otros espero que, venido el momento, se vayan para siempre y dejen paso, empezando con el actual presidente del Gobierno en funciones, que me parece lamentable. Por las cosas infames que han dicho de la “memoria histórica” me gustaría ver fuera también a Rafael Hernando y Pablo Casado, pero me temo que los tenemos para rato. Por cierto me parece que la asignatura pendiente más crucial que tiene el país es la de las cunetas. ¡Más de 100.000 víctimas del franquismo todavía sin exhumar! Es una vergüenza. Si no se resuelve este asunto no creo que España sea nunca “la gran nación” que nos dice Mariano Rajoy y que yo, por supuesto, deseo.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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