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Dos madres, sobre la obra de títeres: “Bob Esponja es más violento”

Las mujeres han declarado como testigos a petición de uno de los implicados

Raúl García Pérez, de 34 años, a su llegada a la Audiencia Nacional.Vídeo: SANTI BURGOS / EFE
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Las dos madres que han testificado este miércoles en la causa abierta a los dos titiriteros por enaltecer el terrorismo en la obra que representaron en Carnaval han asegurado que hay más violencia en los dibujos de Bob Esponja y que el público fue advertido de la aparición de escenas violentas y "antipedagógicas". Las dos testigos han declarado en la Audiencia Nacional a petición de uno de los titiriteros, Raúl García Pérez. En su comparecencia, han manifestado que la violencia que pudieron ver en La Bruja y San Cristóbal era la misma que se ha ejercido en cualquier obra de títeres tradicional con su cachiporra y que lo único que cambiaba eran los personajes que la recibían (un juez y una monja).

En su declaración, las dos madres han comentado que los niños estaban más aburridos que otra cosa y que ni los adultos ni los pequeños se enteraron muy bien de qué iba la obra, fundamentalmente porque era en esperanto y en latín, según ha explicado en declaraciones a los periodistas el abogado de uno de los titiriteros, Jaime Montero. Tras la celebración de esta diligencia, el abogado confía en que el juez Ismael Moreno, instructor de la causa, resuelva la petición de sobreseimiento de este caso.

Los titiriteros, que estuvieron 5 días en prisión por estos hechos, han pedido el archivo alegando que el haber exhibido en la obra una pancarta con el juego de palabras "Gora Alka-ETA" no puede calificarse como un delito de enaltecimiento del terrorismo, ni tampoco las escenas violentas pueden interpretarse como constitutivas de un delito de odio teniendo en cuenta que hay más violencia en series para niños como Pokémon.

El pasado 16 de marzo ya comparecieron ante el juez otros cuatro testigos, un padre y una madre que acudieron con sus hijos a ver la obra y dos trabajadores del Samur que se encontraban en la plaza del Canal de Isabel II del barrio de Tetuán en la que se representó.

La testigo que acudió a verla con su hija de 2 años explicó al juez que siete minutos después de que comenzara la representación acudió a la Policía a denunciar lo que estaba viendo, fundamentalmente, los actos de violencia explícita que aparecían como la violación de una monja o el ahorcamiento de un juez.

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Otro testigo precisó que la obra no tenía diálogos y que no entendió el argumento, mientras que uno de los trabajadores del Samur que testificó fue el que grabó las imágenes del guiñol que luego se aportaron a la Policía.

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