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“El Gobierno no es tan importante”

El vacío de poder apenas afecta al trabajo de la Administración, aunque hay inquietud por si la interinidad se eterniza

Xosé Hermida
Funcionarios, este jueves, ante el Ministerio de Agricultura.
Funcionarios, este jueves, ante el Ministerio de Agricultura.Luis Sevillano

El brazo ejecutivo del Estado está en el limbo, pero la maquinaria administrativa tiene vida propia. Juan -nombre supuesto, como los de todos los funcionarios que han hablado para este reportaje- sigue cada mañana revisando expedientes de la Seguridad Social en una ciudad manchega. Carmen recauda impuestos al ritmo de siempre en una capital gallega. Luis está enfrascado en los planes para prevenir enfermedades desde el Ministerio de Sanidad en Madrid, y el trabajo de Juan Carlos tampoco ha cambiado nada tras una legislatura de poca actividad en el área de carreteras de Fomento. Más allá de la incertidumbre para la legión de potenciales cesantes que cae en España con cada cambio de Gobierno, los funcionarios de a pie se declaran por ahora tranquilos -y hasta un punto indiferentes- ante la situación de interinidad política.

Un vistazo al BOE de estos días corrobora que el mecanismo del Estado no se ha detenido. Allí siguen encontrándose a diario nombramientos de cargos administrativos, licitaciones de servicios y hasta alguna convocatoria para cubrir plazas públicas. “El Gobierno no es tan importante”, bromea un exministro que vivió periodos de interinidad y que requiere el anonimato. “En Bélgica se pasaron un año y medio sin él y no pasó nada. Aquí tenemos una Administración profesional, con unos funcionarios muy acostumbrados a los cambios políticos”.

“Para algunas cosas, esta situación hasta permite trabajar mejor”, corrobora Luis, el funcionario de Sanidad. “Te puedes centrar en los asuntos que estás llevando sin que de pronto llegue una directriz política y te cambie las prioridades”. Por eso lo que más preocupa a Juan Carlos desde Fomento es que si se repiten las elecciones, en su departamento se desatará el frenesí para preparar anuncios de nuevos proyectos e inversiones que vender a la opinión pública. “Mientras, todo sigue igual. Para nosotros ha sido una bendición que el Gobierno dejase los Presupuestos aprobados, eso facilita mucho las cosas porque las partidas están adjudicadas”.

Como en España los cambios de Gobierno llegan muy abajo en el escalafón –los delegados territoriales de la Seguridad Social o de la Administración Tributaria, por ejemplo- varios de los consultados tienen jefes inmediatos que no saben si van a seguir. “Eso provoca una cierta relajación”, admite Carmen, de Hacienda, “pero nada que repercuta en exceso en el trabajo o en la atención al público. Otra cosa es que esto se prolongue mucho tiempo”. Hasta ahora, la marca del mayor periodo interino de un Gobierno en España la tiene Cantabria, donde el popular Juan Hormaechea estuvo ocho meses en funciones en 1994.

Los Presupuestos para este año prevén atender algunas demandas que sí inquietan mucho a los funcionarios, como la devolución del 50% de la paga extra retenida en 2012, la negociación largamente aplazada sobre su convenio y, en especial, la convocatoria de una amplia oferta de empleo público tras varios años en que apenas se han cubierto las vacantes. “Ese sí que es nuestro problema, no que haya o no haya Gobierno”, dice Juan, empleado de la Seguridad Social. “Tenemos unas plantillas muy viejas y con gran carga de trabajo, lo que ha deteriorado mucho la atención al público”, una queja que van repitiendo uno por uno todos los consultados. El mensaje que reciben del Gobierno es que las oposiciones se irán convocando aunque no se desbloquee la situación política, señala Francisco Camarillo, secretario de Acción Sindical de CSIF, la central mayoritaria en la Administración. El sindicato se mantiene en guardia y advierte de que si el Ejecutivo no cumple en las próximas semanas, “se van a convocar movilizaciones”.

Francisco Caamaño, catedrático de Derecho Constitucional y último ministro de Justicia con Zapatero, también quita hierro a las consecuencias de la interinidad sobre el funcionamiento de la Administración: “Lo fundamental es que se paraliza la actividad legislativa, pero el Gobierno en funciones puede seguir actuando conforme a lo que marca la ley y el procedimiento administrativo no se detiene. Además, las decisiones que llegan de la UE crean una inercia que obliga a actuar. Y en España el poder político está descentralizado, servicios esenciales como sanidad o educación ya no están gestionados por el Gobierno”.

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Otro exministro que también vivió una temporada de interinidad transmite la misma idea.“El aparato del ministerio siguió trabajando con normalidad. Y si era necesario tomar alguna decisión comprometida, consultábamos con el Gobierno entrante”, recuerda. El problema, esta vez, es que no se atisba cuál puede ser el Gobierno entrante. Pero el profesor de Derecho Constitucional Fernando Reviriego coincide en que la ley ofrece instrumentos suficientes para que, como afirmaba una sentencia del Tribunal Supremo de 2005, “España no pueda permanecer ni una hora sin Gobierno”. “El Ejecutivo en funciones tiene un problema de legitimidad que debe ser conjugado desde un prisma de eficacia”, explica el profesor Reviriego. “No puede actuar desde consideraciones partidistas, pero debe concedérsele la suficiente flexibilidad para no atarlo de manos”. Aunque el laberinto político tarde meses en despejarse, la maquinaria administrativa no se detendrá. “Porque, ocurra lo que ocurra, aquí siempre se está trabajando”, resume Caamaño.

 

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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