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“Me enerva la Diada porque me mueve el amor a España”

Arranca el juicio contra los 15 detenidos de ultra derecha por los altercados en la librería

Juicio del 'caso Blanquerna'.Vídeo: JAIME VILLANUEVA / EFE/ EL PAÍS
Patricia Ortega Dolz

Los 15 detenidos por asaltar la sede del gobierno catalán en Madrid en la librería Blanquerna el día de la Diada de 2013 se sentaron ayer en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Madrid. El fiscal pide hasta cuatro años por desórdenes públicos, daños, amenazas y atentado. Varios reconocieron haberse “encarado” y “empujado” a algunos asistentes al acto conmemorativo de los catalanes, que calificaron de “soflama independentista”. Negaron que fuese una acción coordinada, pero la policía asegura que “comieron juntos antes”.

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Pedro Chaparro, el primero de los 15 acusados que declaró ayer por el llamado caso Blanquerna, quiso hacerlo de pie, no sentado. Con impostadas muestras de respeto hacia el tribunal y con una actitud en ocasiones chulesca, dijo que acudió aquel 11 de septiembre de 2013 a la librería Blanquerna porque a él, un joven miembro del partido de extrema derecha Democracia Nacional (DN), le “enervaba la Diada como acto de exaltación del independentismo” porque lo que le “mueve es el amor a España”. “Los españoles primero”, reza el eslogan de DN, que en las últimas elecciones generales obtuvo 1.685 votos.

Chaparro, que se definió a sí mismo como “impulsivo”, negó que su “protesta” —otros lo calificaron de “escrache”— hubiera sido un asalto coordinado a la sede de la Generalitat en Madrid. “Acudí a título personal, como patriota”, afirmó. Él fue quien le arrebató aquella tarde el micrófono al delegado del Gobierno catalán, Josep Maria Bosch, como reconoció durante su declaración en el juicio que arrancó ayer en la Audiencia Provincial de Madrid. “No sabía ni quién era”, dijo.

Fuentes policiales aseguraron que los acusados “habían comido juntos horas antes en un restaurante de Madrid”.

Un letrado entre los acusados

P.O.D.

La declaración del acusado Joaquín López, “simpatizante” de Falange Española, culminó con una perorata: “Señoría, sé lo que me juego, yo soy letrado, aunque lo dejé porque no me gustaba”, dijo mostrando un carné. “La conozco a usted”, se dirigió a la juez que preside la sala, “y a otros magistrados de este tribunal”. Y añadió: “Admiro al padre de alguno de ellos, he trabajado en esta audiencia en interesantes procesos”, concluyó antes de volver al banquillo. El letrado acusado del asalto a la sede del Blanquerna reconocíó haber sido él, “como se ve en el vídeo”, quien se encaró con el delegado del gobierno Josep María Bosch y con otros asistentes al acto “al defender a una mujer increpada”. Y se disculpó con las mujeres de la sala al repetir las palabras que, según él, le dijo a Bosch “al oído”: “Aquí no se viene a joder”.

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Aquella tarde de septiembre, hacia las 19.30, varias decenas de personas de ideología de ultra derecha se congregaron con banderas de España y otras insignias fascistas en torno al número 44 de la calle de Alcalá con la presunta voluntad de interrumpir el acto convocado por miembros de la Generalitat para conmemorar su día. Entraron a reventar el evento al grito de “No nos engañan, Cataluña es España”, impidiendo el desarrollo del acto que preveía discursos, actuaciones musicales y cava. El fiscal pide ahora hasta cuatro años de prisión para los asaltantes —identificados por un vídeo admitido como prueba— por delitos de desórdenes públicos, daños, amenazas y atentado.

Según Chaparro —a la sazón hijo de un inspector de policía— acudió con su “prometida y madre de su hijo de un año”, Paula Mijais, otra de las acusadas. Ambos declararon haberse enterado de una convocatoria que “se iba a convertir en una soflama independentista y contra la unidad de España” por las redes sociales. La idea era “realizar una protesta pacífica”, dijeron. Del mismo modo que mantuvieron que no sabían de dónde salió el gas pimienta que afectó a los asistentes tras los encontronazos y altercados que se produjeron en la sede.

Chaparro negó haber proferido amenazas contra los agentes que le detuvieron y exhibió su “defensa de la unidad de España”, su “amor a España” y su fidelidad a la bandera —“yo estoy donde está la bandera de España que es donde me gusta estar”—. Tras él declararon otros siete acusados. Uno de ellos se negó a hacerlo y cuatro respondieron solo a las preguntas del fiscal y de los letrados, prescindiendo de la acusación. Todos reconocieron conocerse por la actividad política. Aseguraron haber acudido a la sede catalana de manera independiente, personal y desvinculada de sus filiaciones partidistas, pese a que todos asumieron también haber entrado (“como la Legión”) y haber salido en grupo. “La providencia quiso que pareciese preparado”, dijo otro de los acusados. Vieron banderas de España y la puerta del local rota a la salida, pero nadie dijo saber nada del gas pimienta: “Pudieron ser los escoltas catalanes”, dijo uno. La segunda sesión del juicio comenzará hoy a las 10.00. Está previsto que declaren el resto de los acusados.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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