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‘Carpe diem’, señorías

En un Parlamento quizá provisional, el día transcurrió como un momento único que debía aprovecharse y se llenó de todo tipo de escenificaciones

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, abraza a Patxi López (de espaldas), que ha sido proclamado nuevo presidente del Congreso. / SERGIO BARRENECHEAFoto: reuters_live | Vídeo: Reuters-Live
Íñigo Domínguez

Un trámite menor, el primero de la legislatura, fue este miércoles motivo de conflicto: buscar al diputado más mayor para ponerle de presidente de la mesa de edad del Congreso y poder así arrancar la sesión. Resultó ser una señora del PP, María Teresa de Lara, pero no quería pasar por la más vieja. En la ficha de la anterior legislatura se había quitado dos años —o quizá fue un lamentable error— y el ministro de Exteriores en funciones, José Manuel García-Margallo, se ofreció caballerosamente a simular ser el más anciano, que daba el pego. Es sin duda el talante necesario para afrontar las negociaciones que se avecinan. Al final la mujer asumió su edad en la mesa de edad mientras un bebé, el hijo de Carolina Bescansa, se sentaba en un escaño. Con este caos generacional empezó esto.

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En días así los periodistas estamos obligados a exagerar el anecdotario, o a inventarlo, de puro aburridos que son, o solían ser, y por eso de humanizar a los parlamentarios un día al año. Pero este miércoles no hizo falta. Hubo más numeritos en una mañana que en toda la legislatura anterior y se llenó aquello de humanidad muy variopinta. En vez del habitual paisaje uniforme de corbatas se veía mucho vaquero, camiseta y ropa informal, como si se hubiera colado gente de la calle, que a lo mejor es lo que ha pasado. Visualmente al menos, parecía factible un acuerdo PP-PSOE porque entre ellos no se percibían grandes diferencias de vestuario, y son matices más importantes de lo que parece; si no te pasa como en Cataluña, que no pegas aunque te empeñes.

Con lo provisional que puede ser este orden de cosas fue interesante, quizá revelador, ver cómo de todos modos había tortas por coger sitio. Ayer no había escaños asignados y los partidos mandaron madrugar a los pringados a acaparar asientos y hacerse fuertes. También con abrigos, como en el cine, porque además bastantes emergentes no se enteraron de que había guardarropa en la Cámara.

Los de Podemos, los más atentos a la puesta en escena, consiguieron una buena localidad, visible, para Pablo Iglesias. Con el bebé al lado, la diputada negra detrás y la coreografía de juramentos les salió un cuadro logrado, aunque a veces tienen un punto cursi. “Porque fueron somos; porque somos serán”, proclamó Íñigo Errejón en su acatamiento sin sentir la necesidad de explicarlo, ni los demás de que lo explicara. En algunos momentos surgía la sospecha de que ciertas frases habían nacido de una apuesta en el bar con los colegas.

ERC, sin sitio

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Al final hubo broncas por los asientos y los independentistas de ERC se quedaron sin sitio en el Parlamento, una de las grandes metáforas de la jornada. La pregunta es si ahora muchos estarán dispuestos a soltar ese sillón que tanto ha costado conseguir. Se les veía a todos muy emocionados, sinceramente contentos. Iglesias incluso lloró al salir, abrazándose de forma interminable con Juan Carlos Monedero, que hasta le besó la mano, como dos enamorados en una estación de tren, aunque era enfrente de una oficina del BBVA. “Por favor, que estamos cortando la carretera”, advertían sus guardaespaldas sin ser conscientes de lo irónico de sus palabras y de la escena, porque estos mismos chicos rodeaban hace nada el Parlamento.

Los de Equo aparecieron en bici, en plan pandilla de Verano Azul, y los diputados de Compromís, con una charanga. “Berlanga vive, la lucha sigue”, clamaban. Lo que hubiera disfrutado Berlanga, pero riéndose de ellos como de los demás. El disfrute de la pasarela, estar sentado en esos sillones tan mullidos, ante el panel de mandos, con ese sueldo, con el bar ahí abajo, puede afectar desde ayer a convicciones más profundas, pero tal vez menos tangibles. Se encariñan con el escaño y vete tú a decirles dentro de un mes que vuelta para casa.

Quizá ahora hay más posibilidades para pactos, por mínimas que sean, que el día antes de que la nueva tropa entrara por la puerta del Parlamento, porque ¿de verdad están dispuestos a desmontar ahora el circo, y volver a las giras por provincias, con lo bien que lo han pasado el primer día? Daba la sensación de que el espectáculo solo acaba de empezar, no de que esté terminando, pero es que a lo mejor ellos tampoco lo saben. Ante lo incierto del futuro y lo efímero de la vida, carpe diem, señorías, aprovechen el momento.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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