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296 años de cárcel para los ‘etarras de México’ por matar a dos Tedax

La Audiencia Nacional condena a Juan Jesús Narváez Goñi e Itziar Alberdi por un paquete bomba de 1991

Fernando J. Pérez
Itziar Alberdi y Juan Jesús Narváez Goñi, a su llegada a España.
Itziar Alberdi y Juan Jesús Narváez Goñi, a su llegada a España.Ministerio del Interior

La Audiencia Nacional ha condenado este miércoles a 296 años de prisión a los etarras Juan Jesús Narváez Goñi y a su pareja, Itziar Alberdi, por asesinar con un paquete bomba a dos policías expertos en desactivación de explosivos el 11 de junio de 1991. El artefacto explosivo, entregado a una empresa de mensajería de Toledo, iba destinado a un empresario de Madrid que participaba en la construcción de la autopista de Leizarán, obra pública a la que ETA puso entre sus objetivos criminales.

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Narváez Goñi y Alberdi fueron detenidos en Puerto Vallarta (México) en febrero de 2014 tras 22 años de huida que se inició cuando la policía desarticuló el comando itinerante Ekaitz, en el que estaban encuadrados, bajo la dirección de José Luis Urrusolo Sistiaga.

El artefacto explosivo fue depositado en las oficinas de la empresa Servitrans de Toledo. Cuando el mensajero de la empresa de paquetería de Madrid que lo recibió fue a entregarlo a su destinatario, Jesús Gallego, la empresa ya no ocupaba las oficinas, por lo que volvió con el paquete bomba a la central para averiguar dónde tenía que enviarlo.

En las oficinas de la empresa de transporte, en la calle Santo Toribio de Madrid, los operarios de Toledo trataron de localizar al remitente que figuraba en el paquete, un tal “Prom. L. E. y Zaran”. Al comprobar que se trataba de un nombre falso, avisaron a la policía. Los agentes expertos en desactivación de explosivos llegaron a las 19.30 a los locales de Servitrans. Instantes después de introducir el paquete bomba en su furgoneta, los tres kilos de amonal que contenía explotaron. Los policías Andrés Muñoz Pérez y Valentín Martín Sánchez murieron en el acto. Otros seis agentes resultaron heridos, al igual que dos empleados de Servitrans y un empleado de una empresa de cerrajería cercana.

La Sección Primera de lo Penal de la Audiencia Nacional considera que ambos terroristas participaron en el atentado, aunque no cuentan con pruebas directas sino con una serie de indicios que los vinculan con la acción. En el caso de Narváez Goñi, se le atribuye la anotación manuscrita de la frase “Recgeran (sic) Miguel Moreno Martínez (Madrid), escrita en el papel de estraza que envolvía el paquete bomba y que fue reconstruida por agentes policiales que acudieron a la escena del crimen tras la deflagración.

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En el caso de Itziar Alberdi, se tiene en cuenta que en el piso franco del comando Ekaitz en Valencia, alquilado por esta el mismo día del atentado, se halló, en marzo de 1992, una nota de su puño y letra. En ella, la terrorista había realizado una lista de siete empresas de mensajería. La primera de ellas era Servitrans Toledo, con su teléfono, horario de atención y un dato más: “Tarda 1 día a Madrid”.

Para la Audiencia Nacional, esta última anotación ha sido fundamental a la hora de condenar a Alberdi. La terrorista fue absuelta el pasado octubre por el Tribunal Supremo por una acción similar –el envío de un paquete bomba por mensajero desde Valladolid que acabó matando a tres policías en Madrid el mismo mes de junio de 1991–. En aquel caso, también había una nota manuscrita de Alberdi con el nombre de una empresa de transporte, pero se mencionaba Sevilla, y no Madrid, como destino del paquete.

En este caso coincide la ciudad anotada por Alberdi y el lugar de la explosión mortal. La sentencia de este miércoles no es firme, y tendrá que ser el Supremo el que decida si esa anotación sirve para condenar de forma definitiva a Itziar Alberdi, lo que le supondría pasar los próximos 30 años en la cárcel.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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