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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Bandera blanca

CDC, sin renunciar a la independencia, deja claro que no está en el orden del día

Josep Ramoneda

Convergència ha sacado la bandera blanca. Lo hizo en la cadena SER Francesc Homs, candidato a las elecciones generales. Homs es una pieza clave del núcleo duro del presidente Mas, aunque la armonía no reine en la familia convergente. Anunció que iba a Madrid con la intención de “negociar y pactar”. Proclamó el triunfo del principio de realidad: “No somos tan fuertes como para poder imponer la independencia unilateralmente”. Sin renunciar a la independencia, dejó claro que no estaba en el orden del día. Relativizó la declaración de desconexión. Y confió en que después de las generales se abra espacio para los acuerdos. ¿Volver a empezar? Sonaba la música de la CDC de siempre, la que cíclicamente subía el tono de sus reivindicaciones para negociar con ventaja. Sólo que esta vez ha ido tan lejos que las palabras de Homs habrán producido vértigos.

Homs no hizo una sola apelación a la CUP, como si la suerte ya estuviese echada. Su vista estaba puesta en su electorado natural para el 20-D y para las hipotéticas elecciones de marzo. Sus palabras sonaban a recomposición táctica. Las elecciones traducen la realidad política en términos contantes y sonantes. Y el 27-S se vio que la suma no daba. Una equivocada estrategia de aceleración permanente, sobre la que Mas intentó surfear a pesar de las adversidades, ha colocado a CDC en situación de riesgo. El problema es que el independentismo ha llegado más lejos que nunca y cambiar el ritmo requiere tiempo y tino.

CDC ha visto cómo la gestión del 27-S provocaba el desconcierto en sus bases y amenazaba con romper sus vínculos con los poderes económicos locales, que siempre la han visto como casa propia. Paga ahora dos errores de manual: la declaración de desconexión y las concesiones a la CUP. Al nacionalismo moderado le ha entrado el pánico. Mas, con la declaración, se cerró cualquier vía alternativa para su investidura. Repetir elecciones parece inevitable.

La prioridad ya no es la independencia sino la disputa por la hegemonía en el ámbito soberanista. CDC ha comprendido que desde el 27-S todo jugaba a favor de Esquerra Republicana. Y ahora pide una pausa en el proceso y saca la bandera blanca. Madrid no se lo pondrá fácil, le esperan con ganas. Y en Cataluña será complicado de explicar, en un clima de frustración y desconfianza. Empieza la batalla mediática para determinar el culpable de este parón. La CUP, que tan simpática resultaba, va a ser demonizada. ERC juega con la ventaja de no haberse movido de donde estaba. CDC frena, pero el independentismo sigue ahí.

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