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La caída del último ‘general’ etarra fue clave para el final del terrorismo

La detención, en mayo de 2010, de Mikel Carrera y la grieta entre la izquierda 'abertzale' y la banda marcaron el último capítulo del terrorismo etarra

Luis R. Aizpeolea
Policías franceses embarcan en un avión a Mikel Karrera, en el aeropuerto de Biarritz (Francia) el 22 de mayo de 2010.
Policías franceses embarcan en un avión a Mikel Karrera, en el aeropuerto de Biarritz (Francia) el 22 de mayo de 2010.Jesús Uriarte

La detención, en mayo de 2010, de Mikel Carrera, el último general de ETA, según la Guardia Civil, y la grieta entre la izquierda abertzale y la banda fueron clave en el último capítulo del terrorismo etarra. Este se inició con el atentado contra la T-4 de Barajas en diciembre de 2006, que rompió la tregua durante el Gobierno de Zapatero, y culminó con la declaración de cese definitivo de ETA el 20 de octubre de 2011. Hoy se cumple el cuarto aniversario de esa jornada que cerró 43 años de terrorismo de ETA con un balance de 850 muertos.

El cierre de las actividades terroristas de ETA es considerado como algo irreversible por los expertos. Llegar a ese punto fue el resultado de una prolongada lucha policial, judicial, internacional y social, en la que participaron todos los Gobiernos de la democracia.

El tramo final del terrorismo etarra es el menos conocido por su proximidad y por su “incorrección política” pues al contar con la presión de la izquierda abertzale sobre ETA, precedida de un proceso frustrado de diálogo entre el Gobierno y la banda, parece como si atenuara la derrota de ETA. No hay tal: si ETA cesó en el terrorismo sin lograr sus objetivos y si la izquierda abertzale le empujó para cerrar este largo y sangriento capítulo de la historia de España fue por la firme presión policial y judicial, según el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior cuando se produjo el cese definitivo de ETA.

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Todo empezó en junio de 2007, cuando ETA rompió su última tregua. Se produjeron dos hechos muy significativos en dos escenarios distintos. En Madrid, en una reunión de urgencia convocada por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, un alto mando de la lucha antiterrorista tranquilizó a los asistentes: “ETA no sabe lo que ha hecho al romper la tregua...”. Lo que confirmaba la máxima que Rubalcaba sostuvo durante el proceso de diálogo con ETA: “En este proceso, ganamos de todas, todas. Si termina bien porque termina bien; y si termina mal porque ETA va a salir peor parada de lo que entró”. El otro escenario era Ginebra (Suiza), donde ETA notifica la ruptura de la tregua. El líder de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi, le dijo al jefe político de ETA, Javier López Peña, Thierry: “Para ti esto ha terminado; para mí, no”.

La primera aseveración enseguida se materializó. Entre junio de 2007 y julio de 2008, las fuerzas de seguridad desarticularon los cinco comandos que ETA tenía preparados para atentar. Entre mayo y diciembre de 2008 detuvieron tres cúpulas seguidas de ETA: la de Thierry; la del jefe militar, Mikel Garikoitz Aspiazu Rubina, Txeroki, y la de su sustituto, Aitzol Etxaburu Artetxe, Aitzol. Y entre junio de 2007 y octubre de 2011, fecha del cese definitivo, detuvieron a 440 miembros de ETA y 110 vinculados a la kale borroka (lucha callejera). Era la práctica desarticulación de ETA. Solo quedaron restos.

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Rubalcaba considera que “a diferencia de otras treguas, en la última se intensificó la investigación policial, cada vez más eficaz, en coordinación con Francia”. También admite el factor suerte, con el hallazgo en una vivienda de Obidos (Portugal) de un gran arsenal de ETA, que desbarató, en 2010, el intento frustrado de la banda de trasladar a ese país su infraestructura desde Francia, donde la banda estaba muy hostigada por la policía gala.

Pronto se reveló también la grieta entre la izquierda abertzale y ETA, que Otegi anunció a Thierry. No había nada más que ver las caras de desolación de los dirigentes de Batasuna el día en que ETA atentó contra la terminal T-4 del aeropuerto de Madrid-Barajas, según recuerda Rubalcaba.

Intransigencia de la banda

Otegi y su equipo intentaron sin éxito retomar el diálogo con el Gobierno, que este agotó para mostrar ante Francia y la izquierda abertzale que la intransigencia procedía de la banda terrorista. Lo que incidió en el total compromiso de Francia y el desmarque de la izquierda abertzalecon respecto a ETA.

La banda abrió un debate y lo zanjó por la continuidad del terrorismo en 2008. Esta decisión añadió nueve muertos, además de los dos de la T-4, a su sangrienta historia (los dos últimos, los guardias civiles Carlos Sáenz de Tejada García, de 28 años, y Diego Salva Lezaun, de 27 años, asesinados con una bomba lapa el 30 de julio de 2009 en Mallorca).

La izquierda abertzale, ilegalizada y acosada por el Gobierno — “O bombas o votos”, decía Rubalcaba— apeló a sus bases para que se pronunciaran por las vías políticas y el abandono del terrorismo. Lo logró en febrero de 2010 con un saldo del 80% de votos a favor contra un 20%. Con ese respaldo, inició la presión sobre ETA para que abandonara el terrorismo, con la complicidad del Grupo Internacional de Contacto, encabezado por el surafricano Brian Currin, que en marzo reclamó a ETA otra tregua. Paralelamente, Rubalcaba profundizó otra grieta en el colectivo de presos de ETA al abrir la vía Nanclares, suavizando las condiciones penitenciarias de los presos que rechacen el terrorismo. Se apuntaron unas decenas.

En ETA, su principal líder tras la detención de Txeroki, Mikel Carrera, se resistía a obedecer a la izquierda abertzale. El Gobierno centró su foco en su detención. Lo logró en mayo de 2010 y eso facilitó el final. ETA declaró la tregua en septiembre y en enero de 2011 suprimió la extorsión y la kale borroka. Al mes siguiente, la izquierda abertzale presentó un nuevo partido —Sortu— en cuyos estatutos rechazaba la violencia de ETA. En mayo se presentó a las elecciones municipales en coalición —Bildu— con partidos legalizados, y el Tribunal Constitucional, en apretada votación, lo toleró. El espectacular resultado de Bildu le fortaleció ante ETA. En el verano, la izquierda abertzale preparó la escenificación del final de la banda terrorista apoyada por el grupo de Currin y el permiso del Gobierno que toleró la celebración de una conferencia en Aiete (San Sebastián) con participación de personalidades internacionales, encabezadas por Kofi Annan, ex secretario general de la ONU.

El 17 de octubre de 2011, la conferencia reclamó a ETA su cese definitivo y tres días después, la banda así lo declaró en un escueto comunicado. Hoy, cuatro años después, ese cese de las actividades terroristas está sobradamente confirmado.

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