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El PP busca reconquistar en Valencia los votos perdidos por la corrupción

Mariano Rajoy estrena en uno de sus viveros tradicionales la larga precampaña hacia las generales de diciembre ante el temor de la fuga de votos hacia Ciudadanos

Mariano Rajoy sabe que no le sobra crédito ni votos. Y en algunos territorios menos que en otros. La Comunidad Valenciana, que fue durante lustros un filón inagotable para el PP, vive hace meses en el luto electoral por sus problemas con la corrupción que parecían endémicos y ahora por el auge de Ciudadanos. Rajoy estrenó su gira de precampaña ante el 20-D en Valencia para reactivar al alicaído partido y rebuscar en sus entrañas los 740.000 votantes perdidos desde 2011. Ahí se juega los escaños para soportar una mayoría amplia con la que intentar reeditar su cargo en La Moncloa.

Hace solo cuatro años, en las elecciones generales de 2011, el PP acaparaba el 53% del voto en la Comunidad Valenciana. Esa formación aportó, con sus 1.389.000 papeletas, 20 escaños a la mayoría absoluta de Mariano Rajoy en el Congreso. La foto fija ahora es otra radicalmente distinta. La corrupción del PP y la crisis económica se han cebado con esta comunidad, que se siente muy discriminada por el sistema de financiación y por el reparto del agua. En las últimas municipales y autonómicas de mayo pasado al PP se le fugaron 735.800 votos y Ciudadanos, que no tenía presencia, acumuló 306.000 partidarios.

El candidato popular estrenó ayer la larga precampaña hacia las generales de diciembre, no por casualidad, con un mitin en Valencia para proclamar que esa etapa de “luto” y “desaliento” se ha acabado y para prometer un futuro sistema de financiación autonómico a aprobar por unanimidad.

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Renovación total de listas

En menos de una semana los número uno, dos y tres de la dirección nacional del PP se pasearán por la Comunidad Valenciana. Rajoy lo hizo este sábado para arrancar la precampaña con el objetivo de reactivar al partido en la región internamente más castigada. La secretaria general, María Dolores de Cospedal, y el vicesecretario de Organización, Fernando Martínez Maíllo, han programado sus visitas también estos días para pacificar un poco las estructuras de la organización y allanar el camino de la renovación en unas listas electorales determinantes por su cuantía para el resultado final. No solo cambiarán a los números uno de las distintas provincias sino que quieren dar una señal de que han entendido el mensaje.

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En el PP cuentan con que perderán en diciembre un mínimo del 20% de los votos y de los escaños de que disfrutan ahora en el Congreso. Amortiguar esa caída para que el partido en el Gobierno no se desplome por debajo de 145 diputados (41 menos que ahora) es básico para que Rajoy siga en La Moncloa. Y la Comunidad Valenciana era uno de los viveros tradicionales con los que se partía por descontado. Ya no es así. La corrupción galopante ha fulminado a varias generaciones de cuadros, dirigentes y gobernantes y hastiado al máximo a los simpatizantes. El PP, en las elecciones autonómicas y municipales de mayo, perdió la comunidad tras 20 años y el Ayuntamiento de la capital tras 24. Se quedó en 653.000 votos (26%), cuando sus porcentajes de apoyo en unas generales se situaban habitualmente entre el 52% y 53%.

Ciudadanos, además, irrumpió con 306.000 papeletas, el 12,3%, superando el doble de lo que había cosechado en las anteriores elecciones UPyD (145.000, 5,6%). Todo ese voto es mayoritariamente fugado del PP.

Los nuevos dirigentes locales del PP lo saben y Mariano Rajoy también. El partido renovó a sus dirigentes en junio, tras el batacazo, y ahora quiere hacer lo mismo con las listas. Rebuscan para presentar caras nuevas que no tengan ninguna traza de corrupción en su expediente. Rajoy aceptó el problema de los escándalos y prometió que “jamás” se volvería a producir ni en esa autonomía ni en ninguna otra.

La nueva presidenta, Isabel Bonig, fue aún mucho más sincera: “Perdón y gracias”. Fue lo primero que le quiso decir a los desencantados 150.000 militantes de la región y a los votantes enfadados: “Perdón por los errores cometidos, por las conductas de algunas personas que nos han abochornado y por no haber estado a la altura y por no haber sabido defender con convicción y ahínco lo mucho que hemos hecho”.

Riesgo de marcha atrás

El candidato Rajoy sintetizó al máximo la razón por la que pedirá el voto en la campaña oficial del 20-D frente a otros que promoverán “genialidades, ocurrencias y frivolidades”. Rajoy irá “a la mayor”, es decir, apelará a los bolsillos, al paro, a no cambiar las reformas aplicadas, a no arriesgar. Lo resumió con un lema que ya suena a cantinela: “Lo que está en juego es claro y se explica fácilmente: si la recuperación económica y la creación de empleo continúa o damos marcha atrás”.

 

El presidente ve a Sánchez radicalizado y a Rivera, inexperto

El candidato del PP esbozó ayer en Valencia las claves de su discurso contra el líder del PSOE, Pedro Sánchez, con un tono de desprecio por su previsible coalición “con el sectarismo y los prejuicios” tras el 20-D y al que observa “preso de sus ansiedades”. Rajoy lamentó que Sánchez ya haya anunciado que piensa derogar en cuanto llegue a La Moncloa la actual reforma laboral porque sería un signo de que quiere dar marcha atrás a sus políticas económicas.Rajoy nunca menciona en sus mítines a Albert Rivera ni a su marca, Ciudadanos, que tanto inquieta ahora en su formación. Pero siempre le guarda algún mensaje indirecto. Ayer le descalificó porque entiende que “hablar es fácil pero para gobernar hay que fijar prioridades y ahora vienen tiempos por delante que no son para amateurs sin experiencia ni para gente que no ha sido ni concejal”.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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