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Una educación para un país sin ‘ninis’

Un nuevo informe de la OCDE alerta de que el sistema español no prepara para el mundo laboral

Algo no encaja en la visión que tienen los estudiantes y las empresas de la educación española. Mientras el mercado considera que los alumnos no salen bien preparados para lo que necesita, los alumnos opinan que lo que estudian está demasiado enfocado a él.

De hecho, la conexión de los estudiantes con el mundo laboral es lo que ha centrado más reformas educativas en los países desarrollados. Porque los datos son demoledores: uno de cada cinco estudiantes no está preparado, a los 15 años, para la sociedad a la que va a tener que enfrentarse. Así lo afirma el nuevo informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Política Educativa en Perspectiva 2015: hacer posibles las reformas, en el que han analizado 450 reformas educativas que se han puesto en marcha en las naciones más desarrolladas del mundo en los últimos años (entre 2008 y 2014) y que la Fundación Santillana presenta hoy en Madrid.

“Estamos demasiado educados como trabajadores y poco como ciudadanos”, dice Eva, de 17 años, alumna de 2º de bachillerato, el último curso antes de que se lance al mercado laboral o a la educación superior. “Los currículos están más encaminados a cambios técnicos que a formar ciudadanos”, responde con cierta resignación Esmeralda García Sánchez, la directora de su instituto, el Lope de Vega de Madrid, también profesora de Filosofía. “La educación española ha cometido un error”, interviene Alba, otra alumna. “Está más enfocada a que los alumnos aprueben que a que aprendan. La finalidad es aprobar y punto”. Su compañera de fila, Aitana, añade: “Las clases están centradas en la teoría, no aprendemos a resolver problemas, a pensar por nosotros mismos”. Ernesto, uno de los mayores de la clase, con 21 años, pone la puntilla: “No hay recursos en la educación y quieren que estudiemos para que luego salgamos al mercado para explotarnos. Eso si encontramos trabajo, claro, en el que pretenderán que produzcamos un montón por dos euros”.

Las prioridades de los países a la hora de abordar reformas van en la misma línea. El tema que más se repite en esas reformas educativas es la preparación para el empleo (el 30% tienen que ver con ello). A esta cuestión les siguen los cambios destinados a mejorar el aprendizaje y a motivar, retener y atraer buenos profesores y responsables de los centros (el 24%) y también las que persiguen ayudar a los alumnos con problemas de aprendizaje y fomentar la equidad (16%). La promoción de las evaluaciones del sistema educativo, el gobierno de los centros, así como la revisión de la financiación de la educación centra el resto de las políticas implantadas por los países.

“Miedo a expresarnos”

“Hemos pasado por muchas reformas de la educación, pero hay algo que no ha cambiado, el sistema educativo hace que tengamos miedo a equivocarnos. Que no nos atrevamos muchas veces a expresarnos”, reconoce Ángela, otra estudiante del último curso de bachillerato. “Eso tiene más que ver con los problemas de expresión oral que con la falta de libertad”, apuntilla la directora. “En España no se enseña en beneficio del alumno, sino en beneficio de las empresas. El sistema educativo no busca formar gente crítica”, afirma con dureza Luis, otro compañero de clase de Ángela. Estos comentarios van, en realidad, dirigidos a Alfredo Pérez Rubalcaba, presente en el aula. Ocupó diversos cargos durante 10 años en el Ministerio de Educación, desde 1982. En 1992, Felipe González le nombró ministro de Educación, y entonces impulsó la reforma de la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), tan inspiradora aún hoy para muchos como criticada para otros tantos. “Las empresas sistemáticamente se quejan de lo contrario”, responde Rubalcaba a los alumnos. “Opinan que los estudiantes carecen de los conocimientos que ellas precisan. Y esto refleja una falta de formación práctica. Porque en las aulas españolas no se enseña a ser acrítico”, rebate el exministro. “Es más, la juventud española es crítica, afortunadamente”. Y hace un último apunte, al que se adhiere la directora: “No es verdad que en España se hayan cambiado las leyes generales de educación seis veces. En democracia, ha habido tres reformas: la LOGSE, la LOE, que modifica la anterior, y la actual, la LOMCE”.

Uno de los retos en el que la OCDE hace más hincapié es “la ayuda a los alumnos a realizar transiciones entre los diversos niveles educativos y el mercado laboral”. "Los países deberían garantizar", afirma el informe, “que los jóvenes logren un nivel mínimo de competencias transferibles y útiles, no solo en las profesiones y en los trabajos, sino también en otros ámbitos, como la familia o la vida social”. Y pinta un panorama claramente malo. Como media en la OCDE, el 15% de los jóvenes de 15 a 29 años ni trabajan ni estudian, es decir, son ninis. Es más, prosigue el estudio, desde 2008 a 2012, el porcentaje de ninis ha aumentado 1,3 puntos porcentuales. Y resalta los países en los que hay más ninis, entre ellos, España: “En Turquía hay un 29%; en España, un 25,8%, y en Italia, un 24.6%”.

Paro juvenil

A España, la OCDE le advierte de que debe “alinear mejor la educación y la formación con el mercado laboral”. Resalta, además, que “las políticas españolas relacionadas con el sistema educativo, como la repetición de curso, pueden contrarrestar la equidad y contribuir al abandono temprano” de los estudios. Sobre lo cual añade otra advertencia: “Unas tasas altas de abandono y de paro juvenil requieren esfuerzos para consolidar competencias básicas y una mayor respuesta a las necesidades del mercado laboral, centrándose en la calidad educativa y en la oferta de FP”. Otro aspecto que resalta es el apoyo al profesorado y a los directores de los centros “mediante una formación inicial y continua enfocada a objetivos”.

Y el texto habla también de falta de recursos: “Los centros escolares españoles requieren un apoyo sostenido para responder al rápido y gran aumento de alumnos inmigrantes que están experimentando”. Y finalmente, insta a que se alcance en España “un marco de evaluación equilibrada que establezca objetivos y estándares educativos nacionales para ayudar a mejorar a estudiantes y profesores”, así como que se ofrezca un apoyo especial “a los grupos desaventajados, ya que un mayor nivel educativo alcanzado y mejores competencias se traducen normalmente en mayores oportunidades laborales y mayores sueldos”.

A esta última cuestión también son muy sensibles los estudiantes. “¿Han pensado ustedes que la cura para el cáncer puede llegar de la mano de una persona que puede que no tenga recursos para seguir estudiando y que tenga que dejar su carrera?”, pregunta otra alumna del Lope de Vega. Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense responde que, lamentablemente, las ayudas al estudio muchas veces no llegan a todos, por prioridades políticas, en ocasiones, pero,sobre todo, cuando hay recortes. Y se muestra de acuerdo en que el fomento de becas y ayudas al estudio y, en general, la atención a los desfavorecidos sea una prioridad. ¿Pero están los profesores realmente preparados para atender a las personas con discapacidad?, pregunta otra estudiante de 2º de bachillerato. “En realidad muchas veces tenemos estudiantes ciegos o sordos y no sabemos bien cómo actuar con ellos”, reconoce Fernández Enguita. Aunque recuerda que sí hay profesorado especializado en educación especial.

Los que sí lo han hecho

Las naciones que sí han implantado, en el periodo analizado, políticas relevantes destinadas a preparar mejor a los estudiantes para la sociedad que se van a encontrar al acabar los estudios son Dinamarca, Suecia y Portugal. Mientras que, por ejemplo, Inglaterra, Chile, Polonia, Australia y Nueva Zelanda han puesto en marcha cambios dirigidos a mejorar la calidad y la equidad de la educación, es decir, a apoyar a los estudiantes desfavorecidos o a centros escolares con alumnos de orígenes diversos y con dificultades de inclusión.

La preocupación por mejorar al profesorado y, con ello, desarrollar ambientes de aprendizaje más atractivos para los estudiantes, se ha plasmado en reformas en Francia, Finlandia, los Países Bajos, Estados Unidos y Australia. EE UU se ha centrado en desarrollar la formación inicial de los docentes mientras que Finlandia ha creado un sistema para el desarrollo profesional de los equipos de profesores. En la evaluación de los sistemas escolares se han centrado las políticas adoptadas, por ejemplo, en Chile, México e Italia. Los dos primeros han reforzado las instituciones que hacen estas pruebas, mientras que los centros italianos han visto reforzadas sus evaluaciones internas y externas.

En definitiva, los principales problemas en España señalan a un mismo punto: la revisión de las competencias, esto es, los saberes y habilidades que adquieren los alumnos. Ya lo decían Eva, Alba, Aitana y tantos otros jóvenes de su instituto. Quieren aprender a analizar los contenidos y, así, perder el miedo a hablar y a equivocarse. Creen que eso les dará más oportunidades, sean laborales sean para cualquier faceta de la vida que escojan. Seguramente no se equivocan.

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