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El proyecto independentista provoca tensiones en la Iglesia

El cardenal arzobispo de Valencia llama a rezar "por España y su unidad" y rompe el silencio de la institución ante el 27-S

El cardenal Cañizares, en una imagen de 2009.
El cardenal Cañizares, en una imagen de 2009.

La cercanía de las elecciones catalanas del 27-S ha destapado las tensiones internas que recorren la Iglesia frente al proyecto independentista de Junts Pel Sí. El silencio con el que la institución había intentado afrontar la campaña electoral, evitando un posicionamiento político público, saltó ayer por los aires con una carta pastoral del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, que cinco días antes de la cita con las urnas llamó a “orar por España y su unidad”.

La Conferencia Episcopal reaccionó a la carta de Cañizares evitando un pronunciamiento político y remitiéndose a un documento eclesiástico de 2006, cuando el obispo Ricardo Blázquez estaba al frente del organismo. En esas Orientaciones morales ante la situación actual de España se solicita “elevar oraciones a Dios en favor de la convivencia pacífica y la mayor solidaridad entre los pueblos de España (...) salvaguardando los bienes comunes y reconociendo los derechos propios de los diferentes pueblos integrados en la unidad histórica y cultural que llamamos España”.

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Sin embargo, la contundencia con la que Cañizares convocó a una vigilia el viernes en la catedral, citando un texto de la propia Conferencia Episcopal de 2002 —“Poner en peligro la convivencia de los españoles, negando unilateralmente la soberanía de España, sin valorar las graves consecuencias que esa negación podría acarrear, no sería prudente”—, cerró de un portazo la etapa de comunicados medidos palabra a palabra.

Así, el día 7 de septiembre, la Conferencia Episcopal Tarraconense, en la que están representados todos los obispos catalanes, emitió un comunicado declarando la “legitimidad moral” de todas las opciones políticas; recordando su “amor por la patria catalana”, y defendiendo “la dignidad inalienable de las personas y de los pueblos”. El texto, escrito en catalán, fue consensuado después de que quedara en minoría una propuesta más cercana a las tesis soberanistas, encabezada por el obispo de Solsona. Este, en una hoja diocesana titulada Sí o no y publicada este septiembre, ya había argumentado que “solo una alta participación puede aclarar la voluntad real del pueblo de Catalunya sobre su futuro político”. Un argumento parecido al de Junts Pel Sí, que dota a las elecciones autonómicas de un carácter plebiscitario.

También en septiembre, una treintena de intelectuales, políticos y sacerdotes católicos pidieron a sus correligionarios españoles que comprendieran la ambición de lograr “relaciones libres, no condicionadas y, por supuesto, más satisfactorias que las ahora vigentes entre Cataluña y España”. El manifiesto lo firmaron, entre otros, los sacerdotes Josep Maria Ballarín y Manel Pousa; o Josep María Cullell, fundador de CDC y asesor del Vaticano. A un segundo plano han pasado, por ahora, voces como la de monja Teresa Forcades, impulsora de Procés Constituent, que no se ha integrado en ninguna lista electoral para el 27-S; o Lucía Caram, dominica a la que el Vaticano conminó a una mayor observancia de la vida conventual, según contó ella misma, tras participar activamente en la campaña de CIU para las elecciones municipales del 24-M.

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