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El coronel de la Guardia Civil ligado al narco quiso el mando de Antidroga

La instrucción judicial describe su supuesta estrategia para ganarse la confianza de una banda que introducía hachís en Granada.

Javier Martín-Arroyo
Alijo de droga incautado en 2012.
Alijo de droga incautado en 2012.

La investigación de la Guardia Civil que acusa al coronel del Cuerpo Francisco García Santaella de cobrar 480.000 euros en mordidas para beneficiar a narcotraficantes, estima que el alto mando elaboró una estrategia a medio-largo plazo para asumir la dirección de la unidad Antidroga poco a poco a lo largo de dos años. “Eliminando de forma anómala a la cadena jerárquica natural y arrogándose en exclusiva el papel de manipulador de los colaboradores del servicio en materia de narcotráfico, no todos, sino los que a él le interesaban”, describe el informe clave del caso que instruye el Juzgado de Instrucción 2 de Granada.

García Santaella planteaba operaciones de desembarco en tres fases (introducir el hachís, almacenarlo y luego explotarlo) y, por otro lado, proponía la venta de fardos de alijos introducidos. Como número tres en el escalafón de la Comandancia de Granada en 2005, el entonces comandante controlaba toda la unidad de Policía Judicial y de Información, pero se concentró en Antidrogas, el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA), hasta el punto de controlar personalmente las operaciones en la costa.

La estrategia que puso en marcha impuso una “falsa efectividad” y transparencia en los desembarcos de alijos de hachís, a los que invitaba unidades que no estaban directamente implicadas en el narcotráfico internacional. Santaella premiaba a sus agentes con recompensas, condecoraciones y méritos.

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En su vínculo con las organizaciones criminales, el coronel puso en peligro la vida de los agentes, ya que las bandas conocían los dispositivos de vigilancia y aprehensión. Llama la atención el episodio en el que un narcotraficante sorprendió a miembros de la unidad de Asuntos Internos en septiembre de 2006 y, cuando estos huyeron, el narcotraficante les persiguió mientras llamaba por teléfono al coronel. Tras entrevistarse, García Santaella comprobó en la Central Operativa del Servicio que la matrícula facilitada por el narco pertenecía a un coche de Asuntos Internos. Entonces, el coronel le dijo al narco, según refleja el informe, “que si alguna vez le preguntaban por su relación dijera que era un colaborador de la Guardia Civil para el tema de alijos”.

El informe detalla diversas operaciones en la Costa Tropical. Como la del 1 y 2 de mayo de 2006, en la que no hubo detenidos ni se alertó a la fiscalía, pero se preparó el operativo de control, seguimiento y vigilancia del hachís, y dos agentes con cámaras térmicas vieron a los narcos alijar en plena playa. En otra operación un agente observó cómo Santaella “metía fardos en el Terrano azul,[SU VEHÍCULO] acto seguido recibió una llamada del comandante” para preguntarle “si veía lo que estaba haciendo, a lo que el Guardia Civil le contestó que sí, que lo estaba viendo”.

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El principio del fin para Santaella llegó hace un año con la Operación Golia, desarrollada con 17 detenidos, cuando uno de ellos decidió revelar el nombre oculto tras el apelativo “el padre”, y del que en conversaciones intervenidas quedaba claro que recibió mordidas de 120.000 euros por cada alijo que penetraba en la costa granadina.

Hoy, el abogado de García Santaella defiende su inocencia, considera los indicios de la investigación meras conjeturas, las acusaciones de los narcos invenciones para reducir sus condenas y entiende que no es el momento procesal para que el coronel ofrezca su versión de los hechos.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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