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Niños sirios cruzan solos la frontera de Melilla

En torno a media docena de menores pasan a diario de Marruecos a España

Aitor Bengoa
Safin, este jueves, junto a dos familiares en el CETI de Melilla.
Safin, este jueves, junto a dos familiares en el CETI de Melilla.Antonio Ruiz

Tiene la misma edad que la guerra que ha destruido su país. Safin, una niña siria de cuatro años, llegó al Ceti de Melilla la tarde del miércoles tras cruzar la frontera entre España y Marruecos. Lo ha hecho acompañada por un ciudadano marroquí desconocido, al que la familia pagó en torno a 700 euros por pasarla a través de los controles de la policía alauí. Enfundada en un vestido rosa, con ojos ausentes bajo los que aún brillaban pequeños surcos, se ha encontrado a la puerta del centro con su madre, que había logrado cruzar la frontera esa misma mañana. Proceden de Kobane, ciudad kurda del norte sirio que estuvo sitiada por el Estado Islámico.

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Las redes de pasadores que ayudan a cruzar a los refugiados sirios la frontera desde Marruecos a cambio de varios cientos, o miles de euros, están haciendo su agosto. Esto se debe a que la policía marroquí, por razones desconocidas, deniega el paso a los refugiados que tratan de acceder a España por Melilla para pedir asilo, y solo les permite cruzar a cuentagotas. Por ello, tras semanas y meses de espera, la única alternativa que les queda es recurrir a los servicios de traficantes locales.

Varios internos sirios del Ceti que matan el tiempo en la entrada del centro aseguran que los pasadores ilegales cobran entre 500 y 1.000 euros por cada persona que ayudan a pasar a España. A los adultos les ofrecen alquilar pasaportes marroquíes a fin de burlar la seguridad fronteriza. Los niños que huyen de la guerra junto a sus familias también son fuente de lucro. Según un trabajador del Ceti, no es raro que lleguen menores no acompañados hasta la misma puerta de este centro. Los datos que manejan organizaciones que ayudan a los refugiados apuntan a media docena de casos diarios y a que este fenómeno se remonta a principios de 2014.

Dentro de una bolsa

Los pasadores, que tienen pasaporte marroquí, fingen que los niños son hijos suyos. Una vez superado el control de la policía alauí, cuando se acercan al puesto fronterizo español, en la tierra de nadie, abandonan a los niños para que estos lleguen por su propio pie al control o los dejan ya en territorio español. Aunque también hay otras formas: un grupo de jóvenes sirios narra que la familia de un niño pagó para que atravesara la frontera dentro de una bolsa de plástico, "como si fuera fruta".

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Decenas de familias están separadas por el bloqueo de la frontera, porque se les deniega el paso o porque no tienen dinero suficiente para pagar a las mafias por cada miembro. Tan solo llegan entre 25 y 30 refugiados al día, según reconoció recientemente la Delegación del Gobierno en Melilla. Pero en Nador, los testimonios de refugiados y organizaciones como Save the Children o Prodein, hablan de cientos de familias que quieren cruzar para solicitar asilo y que en muchos casos viven y duermen al raso.

La directora de Sensibilización y Políticas de Infancia en Save the Children España, Ana Sastre, ha calificado el caso de Safin como "terrorífico" y ha confirmado que hay más menores que cruzan acompañados por pasadores e incluso solos. La portavoz de ACNUR en España, María Jesús Vega, ha corroborado la existencia de este problema debido a las dificultades de las familias para acceder a la solicitud de asilo. Los niños, que ya "llevan kilómetros de sufrimiento" a sus espaldas, se exponen además a abusos y a redes de trata al ponerse en manos de los traficantes fronterizos, señala Vega.

Sastre considera que la situación se podría solucionar mediante la concesión de visados humanitarios en las embajadas y consulados españoles en Marruecos. Defiende que así, los refugiados podrían cruzar el límite entre ambos países y no estar a merced de las mafias fronterizas: "Es cuestión de voluntad política", afirma.

Mientras el atardecer envuelve Melilla, muchos refugiados del Ceti recuerdan un día más a sus familiares, que aguardan al otro lado de la frontera porque aún no han podido cruzar o no tienen el dinero para hacerlo. Entre ellos el padre y dos hermanos de Safin (uno de ellos un bebé de pocos meses), que esperan su oportunidad para poder reunirse con el resto de su familia.

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