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Cataluña y Euskadi, las dos orillas del independentismo

Los soberanistas catalanes y vascos coinciden en su anhelo de una nación propia, pero difieren en el trazado del camino y en la velocidad para proclamarla

El presidente de la Generalitat y candidato numero 4 de Junts pel Sí, Artur Mas, aplaude junto a la alcaldesa de Sant Cugat del Valles, Mercé Conesa, al final del acto de campaña.
El presidente de la Generalitat y candidato numero 4 de Junts pel Sí, Artur Mas, aplaude junto a la alcaldesa de Sant Cugat del Valles, Mercé Conesa, al final del acto de campaña.EFE / Quique García

El Partido Nacionalista Vasco (PNV) no renuncia a una Euskadi independiente y la lleva en sus estatutos, pero todavía no toca. Cuando el camino unilateral lo está abriendo el independentismo catalán, el nacionalismo vasco prefiere gozar del premio que le ha dado la moderación. Disfruta del mayor nivel de poder de su historia: Gobierno vasco, las tres diputaciones forales, las tres capitales vascas y el premio extra del Gobierno de Navarra, con Geroa BAI. Y apuesta por una salida pactada a sus demandas de más autogobierno.

Pese a todo, el debate soberanista va a entrar de nuevo en la agenda de Euskadi con la ponencia parlamentaria de autogobierno que llega justo después del 27-S. Será en plena resaca de unas elecciones que se plantean como plebiscitarias, durante la precampaña de las elecciones generales, y cuando la posibilidad de que Arnaldo Otegi sea el candidato a lehendakari de la izquierda abertzale puede forzar al PNV a endurecer su discurso.

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Incluso en ese caso, las diferencias de ritmo, contenido y praxis política entre los independentistas del Mediterráneo y los del Cantábrico son sustanciales.

VÍA / Unilateral o bilateral

El PNV ha explicitado que la “vía vasca” es una parada intermedia entre el Estatuto y un Estado soberano. Se trata de una reforma del Estatuto, primero pactada entre los vascos y después entre los vascos y el Estado —en última instancia con el Unión Europea—, que actualice el texto de Gernika en sus aspectos más políticos, como el reconocimiento de Euskadi como una nación con voz propia en la UE y con una posición de igualdad con el Estado. Los peneuvistas explican esta bilateralidad en el sentido de ampliar y blindar las competencias exclusivas para que unilateralmente nadie pueda recortarlas.

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Los catalanes, por su parte, han convocado unas elecciones que consideran plebiscitarias y que, de ganar el sí, abrirían el camino a una declaración unilateral de independencia. Pese a ello, prevén 18 meses de tránsito.

IMAGEN / La pitada

El Gobierno vasco se ha ido distanciando paulatinamente de la vía que impulsa Artur Mas en Cataluña. El lehendakari, Iñigo Urkullu, y el presidente de la Generalitat se han reunido dos veces en el último año y tienen otra cita pendiente que posiblemente podrían hacer coincidir en fechas cercanas a la Diada. Pero han evitado comparecencias conjuntas ante los medios para dar cuenta de sus reuniones. Ello ha permitido disimular sus discrepancias, aunque las caras de uno y otro el día de la final de la Copa del Rey de fútbol son significativas. Mas aparece sonriente en las imágenes de la pitada al himno en contraste con el rostro de preocupación de Urkullu.

De sus encuentros se desprende que en lo único que están de acuerdo es que Euskadi y Cataluña deben liderar una suerte de frente autonómico frente a la “recentralización que está imponiendo el Gobierno español”. También se han emplazado a seguir trabajando juntos, pero subrayando las “diferencias” de las dos realidades políticas.

PLAZOS / Pausas y prisas

A diferencia del País Vasco, donde el PNV no habla ni de plazos ni de topes, en Cataluña, Convergència y Esquerra han pactado un plan que prevé declarar la independencia en 18 meses si la coalición que la propone gana las elecciones del 27 de septiembre.

El PNV, como mucho, explica que le gustaría que la ponencia de autogobierno tuviera un dictamen pactado por la mayoría del Parlamento vasco, a principios del próximo año, para trabajar a partir de ahí en una propuesta concreta de reforma estatutaria. Ese nuevo marco es la baza que van a jugar Ortuzar y Urkullu en plena resaca del 27-S, pase lo que pase en Cataluña. Sus dirigentes sostienen que no van a renunciar a una parada intermedia entre el Estatuto y un Estado soberano.

DIVISIÓN SOCIAL / Abrazar o huir de extremos

El PNV ha dicho, en el inicio del curso político, que por mucho que haya tensiones en Cataluña y desde la izquierda abertzale, no va “a caer en la trampa” de buscar la independencia por la vía rápida y a costa de generar división en la sociedad vasca. Aprendida la lección del Plan Ibarretxe, que le costó el Gobierno al PNV en medio de una fractura política y social considerable, los nacionalistas vascos quieren un proceso amable y sustentado en la cohesión social.

En Cataluña muchos critican a Convergència Democràtica por haber abandonado sus tesis tradicionales más centradas y haber abrazado posiciones antes exclusivas de Esquerra Republicana.

ALIANZAS / Buscar socios o romper

El soberanismo catalán ha fracturado la alianza de gobierno y la coalición histórica que mantenían Convergencia y Unió, y que se materializó el pasado junio cuando los tres consejeros de UDC abandonaron el Govern, al no aceptar el ultimátum de Artur Mas para que decidieran si apoyan o no la independencia. UDC explicó de manera gráfica en Bilbao que comparten el diagnóstico sobre la situación de Cataluña con su exsocios de Convergencia, pero “no la terapia”.

En Euskadi, el PNV ha seguido un camino radicalmente diferente. Ha buscado un acuerdo tributario y presupuestario con el PSE que ha ampliado a pactos de Gobierno en algunas capitales y en las diputaciones tras las elecciones locales. Peneuvistas y socialistas trabajan juntos por reducir el paro y las consecuencias de la crisis, pese a sus diferencias ideológicas.

MAYORÍAS / Con o sin los socialistas

El PNV, PSE, Podemos —tercera fuerza tras las elecciones municipales, aunque todavía sin representación parlamentaria— y EH Bildu, constituyen en Euskadi una aplastante mayoría que coincide, aunque sea de forma básica, en que hay que afrontar una reforma de la Constitución. El resto son discrepancias. El PNV tendría como aliados al PSE en Euskadi y al PSOE en Madrid para garantizarse la actualización del Estatuto, mientras que en el caso catalán, Convergència ha abandonado toda esperanza de que los socialistas apoyen el derecho a decidir.

En Cataluña, la mayoría apuesta por el derecho a decidir pero unos lo persiguen por la vía de la reforma constitucional (Catalunya Sí que es Pot, PSC y Unió) y otros a través de la declaración unilateral de independencia (Junts pel Sí y la CUP). El PP y Ciudadanos se mantienen en otra ruta.

Las diferencias entre ambos Gobiernos ha quedado perfectamente reflejada en la búsqueda de un acercamiento de Unió con el PNV, ya que a ambos partidos les interesa la imagen de unidad de los nacionalismos moderados, como una vía dialogante y pactista frente a la unilateral que abanderan los independentistas catalanes.

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