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La Guardia Civil y la familia del batería de Los Piratas dan versiones opuestas

El hombre murió por un tiro de un agente tras una supuesta pelea con su esposa Los agentes dicen que es "imposible" que ella sepa si el guardia fue agredido por su marido

Javier Fernández, batería de Los Piratas.
Javier Fernández, batería de Los Piratas.

La muerte del exbatería de Los Piratas tras recibir un tiro de un guardia civil que acudió, supuestamente, cuando estaba agrediendo a su mujer, es un cúmulo de contradicciones. Mientras el instituto armado asegura haber sido alertado por un caso de violencia machista, la familia defiende que avisaron de “un brote psicótico” porque el músico sufría un trastorno bipolar. La mujer ha negado ser maltratada. Un agente dice que le agredió con un cuchillo y por eso disparó. La clave, un vecino que sacó al bebé de la casa y los sanitarios que presenciaron el forcejeo.

Lo que ocurrió en ese chalé de la parroquia de Guláns en Ponteareas (Pontevedra) el miércoles a las 12.00 está aún por aclarar. Una llamada de alerta, una mujer herida, un bebé de dos meses rescatado, un disparo, un muerto, una enfermedad mental, un músico convertido en mito. Son los elementos de una historia poliédrica y, en todo caso, triste porque deja una viuda y un niño huérfano.

“Soy la mujer de Javier [Fernández], Hal 9000 batería de Los Piratas. No voy a permitir que se manipule la información sobre lo ocurrido. Hal nos amaba con todo su corazón al bebé y a mí. Jamás fue un maltratador”. Eran las palabras derramadas por Andrea Montes en su Facebook, horas después de que un tiro mortal en el abdomen se llevase la vida de su pareja por delante y los ecos de “violencia machista” comenzaran a rodear el suceso.

“Los agentes recibieron una llamada del servicio de emergencias 112 porque un hombre estaba agrediendo a una mujer”, explicaban desde el Instituto Armado. “Y agresión hubo, porque la mujer tenía sangre y hematomas en la cara”, especifican. Ella reconoció con desconcierto haber recibido “un bofetón” por primera vez en la historia de su relación.

La delgada línea que separa este caso de la violencia de género tiene nombre de enfermedad mental: trastorno bipolar. Y está envuelta por el halo del pop-rock de los 90, por la atmósfera de esos grupos que hacen historia.

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“Hal es una víctima. Primero víctima de un trastorno bipolar que estaba perfectamente controlado desde hace 10 años hasta que su psiquiatra tuvo la brillante idea de retirarle el tratamiento a pesar de que la familia le pedimos en dos ocasiones que no lo hiciese, ya que, el complicado nacimiento del bebé le había afectado”, explica Montes.

"Una bala en vez de una pastilla"

P.O.D. / C.H.

Los compañeros de Javier Fernández insisten en el perfil de persona cariñosa del músico, “incapaz de hacer daño a su mujer o a su hijo”. El teclista y guitarrista de Los Piratas, Paco Serén, asegura que “se solucionó con una bala lo que se podía haber solucionado con una pastilla”.

Tanto él como otros músicos que compartieron amistad y trabajo con Fernández califican de “accidente” provocado por la falta de medicación el episodio agresivo del batería. “Pero es una maldita mentira que fuera un maltratador”, sentencian.

“Soy Dios, soy Dios”; “os voy a hacer trocitos a todos”, han asegurado los guardias —y la Subdelegación de Gobierno en una nota— que gritaba Fernández cuando llegaron a su casa. “La mujer estaba ya fuera de la vivienda, al bebé lo acababa de recuperar un vecino, pero él seguía dentro, muy violento, y al intentar reducirle agredió a un agente en la cara, las manos y los brazos con un cuchillo que había cogido de la cocina”, cuentan. Y después, en “un segundo intento de ataque”, un disparo “intimidatorio” (y mortal). Murió horas más tarde en el hospital Mexoeiro de Vigo.

“Hal no agredió a ningún agente, hubo tensión pero no agresión”, escribe Montes. “Ella no pudo ver nada porque en la casa solo estaban los médicos (3) y los guardias (2)”, asegura la Guardia Civil. “El guardia respondió a una agresión, incluso después del disparo seguía atacando”, aseguran.

El abogado de la familia, Gerardo Gayoso, ha reconocido que la mujer no pudo ver lo que sucedía en la casa, pero sí ese vecino que sacó al bebé y que aún no ha declarado: “Le pasó la bala a medio metro. Les dijo a los agentes que podían reducirlo sin armas”. La madre de Montes insiste en que “tienen que reconocer que cometieron un error, que no era un caso de violencia de género” porque fueron avisados porque alguien sufría un “brote psicótico, para que lo llevasen a un centro”. La Guardia Civil trata de averiguar quién llamó al 112.

“Estamos indignados. No hemos podido personarnos en la causa porque no hay abierto aún procedimiento judicial y nos han negado el acceso al atestado”, denunciaba el letrado ante la falta de información y remachaba que para lo único que les llamó la Guardia Civil fue para que reconocieran que su cliente sufrió violencia machista. El caso está supuestamente en manos del Juzgado de Instrucción número 2 de Ponteareas, aunque ni siquiera pudo confirmar eso el abogado de la familia.

"La mujer no pudo ver si atacó al guardia dentro de la casa"

Partricia Ortega / Cristina Huete

Tras el comunicado emitido por la pareja del músico Javier Fernández, en el que ella niega que su esposo agrediese a uno de los dos guardias civiles que acudieron tras atender una llamada de socorro, un portavoz del instituto armado ha afirmado que "es imposible que ella pueda saber si el guardia fue o no agredido por su marido porque en ese momento en la casa solo estaban los agentes y los facultativos del servicio de emergencias".

Los agentes accedieron a la vivienda y encontraron al bebé de la pareja en brazos de un vecino. "No sabemos si lo había entregado el agresor voluntariamente", sostienen fuentes oficiales. Según su versión, Fernández los recibió fuera de sí, gritando "soy Dios, soy Dios" y "os voy a hacer trocitos a todos", tras lo cual se dirigió a la cocina, de donde cogió "varios cubiertos y cuchillos" con los que "agredió a uno de los agentes en la cara, manos y brazos". El instituto armado ha asegurado que cuando el hombre se disponía a realizar una segunda agresión, el compañero del agente herido realizó un "disparo intimidatorio" que le alcanzó en el abdomen.

La versión de los agentes insiste en que el fallecido esgrimió el cuchillo y fue entonces cuando el guardia le disparó "apuntando a una zona no vital". El fallecido recibió el disparo en el abdomen. Según la explicación del portavoz del instituto armado, "fue trasladado de urgencia al hospital Mexoeiro de Vigo", donde permaneció estable hasta primeras horas de la tarde, aunque falleció horas después.

La Guardia Civil trata ahora de averiguar quién fue la persona que alertó a los servicios de emergencia. "En esa secuencia de los hechos no estaba presente la mujer, pero sí el personal sanitario, que inmediatamente lo trasladó al hospital", sostienen fuentes de la Guardia Civil que realiza, paralelamente a la judicial, una investigación interna, "como exige el protocolo cuando se usa un arma reglamentaria de fuego y especialmente en el caso de que haya víctimas".

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