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La ola de calor convierte 2015 en el peor año de incendios de este trienio

En lo que va de año el fuego ha arrasado 52.000 hectáreas, una extensión cercana a la destruida en el mismo periodo de 2013 y 2014 sumados

Los incendios en 2015 están resultando más destructivos que los de los últimos años debido a las altas temperaturas y a la ola de calor estival. La última estadística oficial del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, del 1 de enero al 26 de julio, eleva a 52.557 hectáreas la superficie calcinada por las llamas, frente a las 37.500 y las 21.000 quemadas respectivamente en el mismo periodo de 2014 y 2013, según informa la Agencia Efe.

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Si bien el número de incendios en lo que va de año es similar a la media del decenio, su gravedad ha aumentado y los considerados "grandes" han quemado el 60% del total de la superficie calcinada, un 20% más del valor normal. De la superficie calcinada en lo que va de año, 15.300 hectáreas corresponden a superficie arbolada y el resto a pastos, monte abierto y matorrales.

José Manuel Jaquotot, el subdirector de Silvicultura y Montes del Ministerio de Medio Ambiente, ha explicado a EL PAÍS que un incendio se considera "grande" si quema más de 500 hectáreas y "conato" si afecta a menos de una. Desde el 1 de enero al 26 de julio de este año ha habido 7.750 incendios, de los que casi 4.700 han sido conatos y algo más de 2.000 incendios. Solo siete han sido considerados "grandes". El peor ha sido el que asoló recientemente Aragón, con unas 14.000 hectáreas quemadas, y que obligó a evacuar a los habitantes de varios pueblos aragoneses. 

2013 y 2014, muy buenos años

Los expertos del Ministerio de Medio Ambiente y el Seprona coinciden en señalar que 2013 y 2014 fueron años "muy buenos" en los que la media de hectáreas calcinadas estuvo por debajo de la media, a pesar de que la cifra de siniestros, con 4.380 y 6.888 respectivamente fue inferior o similar a la registrada en lo que va de 2015 con 6.749.

Así, la cifra de incendios en lo que va de ejercicio suma 6.749, mientras que en 2014 fueron 6.888; en 2013 un total de 4.380, y la media de la década se sitúa en 8.649. El capitán Salvador Ortega, del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, opina a la vista de esta estadística que ha aumentado "la gravedad individual de cada incendio", pero "la dramática situación meteorológica" de los dos últimos meses, en alusión a la ola de calor, auguraba incluso un escenario "más terrorífico", y recalca que la situación es de "normalidad".

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Ortega ha precisado que ha habido un aumento del 50% en los incendios "de interés policial" respecto al año pasado, en los que el Seprona interviene. Achaca este aumento, asimismo, a que 2014 fue un año "excepcionalmente bueno". La mayoría de fuegos provocados tienen su origen, explica, en negligencias involuntarias que suceden durante las quemas de rastrojos.

Brigadas en huelga

El subdirector Jaquolot recuerda que la competencia de detectar y extinguir incendios corresponde a las comunidades autónomas. El Ministerio ofrece sus efectivos como apoyo cuando se le requiere. Entre ellos destacan los aviones conocidos como "focas", mucho más grandes que los que tienen las comunidades autónomas, capaces de descargar hasta 6.000 litros de agua.

La 'regla del 30'

Las altas temperaturas y olas de calor que han achicharrado gran parte de la Península este verano han favorecido que se dé la circunsancia conocida como regla del 30, que incrementa considerablemente el riesgo de incendio: si en una zona hay más de 30 grados de temperatura, el viento sopla a más de 30 kilómetros por hora y el nivel de humedad es inferior al 30%, "es fácil que haya un incendio", explica José Manuel Jaquolot, subdirector de Silvicultura y Montes del Ministerio de Medio Ambiente.

Otras unidades que dependen del Ministerio son las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF), especializadas en la extinción de grandes incendios. Estas mantienen una huelga indefinida desde el pasado 27 de julio para exigir reconocimiento profesional y mejoras laborales a la empresa pública que les contrata para realizar su labor, Tragsa.

Jaquolot, que recalca que los miembros de las BRIF son "buenísimos profesionales", señala que su huelga no tiene incidencia a la hora de controlar los incendios, porque los servicios mínimos establecidos (70%) se están cumpliendo a rajatabla y porque estas unidades, según explica, solo intervienen en un pequeño porcentaje de fuegos, cercano a un "2% del total".

Las BRIF, con 545 trabajadores y 10 bases distribuidas por todo el territorio nacional, se dedican a la extinción de grandes incendios forestales y sirven de apoyo a las comunidades autónomas cuando éstos alcanzan un 'nivel 2' de extinción. Este jueves han llevado sus reivindicaciones hasta la puerta del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, donde se han concentrado.

El presidente de la Asociación de Trabajadores de las BRIF, Santiago Terol, explica que tienen la intención de mantener su protesta indefinidamente debido a que la empresa no ha dado muestras de atender a ninguna de sus demandas. "Cobramos unos 900 euros", explica Terol. En esa cantidad van incluidos los complementos por peligrosidad, turnicidad y disponibilidad, que ascienden, según indica, a 3,7 euros. "Eso es lo que vale para la empresa que me juegue la vida apagando incendios", se queja, y recuerda que las BRIF se enfrentan habitualmente a los incendios "más virulentos", que, por lo general, ocurren en verano.

Las causas: seres humanos y rayos

Los incendios se desatan por dos razones: por el ser humano o por rayos, explica José Manuel Jaquolot, subdirector de Silvicultura y Montes del Ministerio de Medio Ambiente. Este experto sostiene que el 95% de las veces el origen es humano. Los motivos son diversos: quema de rastrojos, colillas mal apagadas, chispas inadvertidas, trozos de cristal que se quedan en el monte y que concentran los rayos del sol hasta provocar una llama o por la acción de pirómanos.

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