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Opinión
Columna
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Rajoy en Bruselas, con Tsipras al fondo

El presidente del Gobierno observaba desde el ángulo de las conveniencias partidistas para su pugna en el reñidero español

En Bruselas se han reunido los creadores de escasez, según la certera expresión del profesor David Anisi, con el propósito de encontrar un acuerdo para el tercer rescate que necesita Grecia. Así que sólo la multiplicación del riesgo -como en el circo, como en los toros, como en el programa Apolo de la NASA-, ha devuelto la atención pública a estas convocatorias.

Los protagonistas llevaban su frase. La canciller de Alemania, Ángela Merkel, decía que la moneda más escasa era la confianza y exhibía sus líneas rojas. El presidente francés, Françoise Hollande, prodigaba gestos benévolos hacia el díscolo Alexis Tsipras. El primer ministro de Grecia comprobaba qué poco dura la alegría en casa del pobre y, después del referéndum patriótico, improvisado el domingo día 5 con una pregunta ininteligible a la búsqueda del respaldo a su liderazgo, agotado el momento de resistencia heroica del cueste lo que cueste, tenía que inducir la dimisión del ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, soportar el corralito y volver a Bruselas, desnudado de toda insolencia, sin un solo aliado en el Eurogrupo, para obtener una respuesta aún más dura que la rechazada. Es decir, que la situación heredada era empeorable y la ayuda de Podemos, insuficiente.

Rajoy se mantenía disponible para mejor merecer que el ministro de Economía recibiera el nombramiento ambicionado que acaba de escapársele

Nuestro presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se mantenía disponible para mejor merecer que el ministro de Economía, Luis de Guindos, recibiera el nombramiento ambicionado que acaba de escapársele. Todo lo observaba desde el estricto ángulo de las conveniencias partidistas para su pugna en el reñidero español. Por eso, trataba de darle patadas a Alexis Tsipras en el culo de Pablo Iglesias (Podemos), de Pedro Sánchez (PSOE) y de Albert Rivera (C’s), decidido a invalidar a todos y aferrarse a la consigna de “O yo o el caos”.

Ocasión perdida la de Bruselas para explicarse, según propone Carlos Humanes en su columna sobre la transubstanciación de la deuda. Porque en diciembre de 2009, al iniciarse la negociación del primer rescate de Grecia, los bancos franceses eran los más expuestos al riesgo, seguidos por los alemanes y los holandeses, mientras los bancos españoles eran los menos afectados y exhibían la superación de las pruebas de resistencia, mientras que a finales del año pasado, por efecto del segundo rescate griego de 2012, los bancos galos aparecían 'limpios' de riesgo griego y el Estado francés era sólo el segundo mayor acreedor de Grecia.

En tanto que España, en tres años pasaba a ser el cuarto país más expuesto, tanto por el dinero que le ha correspondido desembolsar como por los avales comprometidos. Mera consecuencia del truco francoalemán que deja fuera de la ecuación la deuda contraída de los bancos corresponsables y pondera solo cada economía en términos de PIB del conjunto de la UE. Otra cuestión es que nunca el Congreso de los Diputados debatiera ni aceptara los términos de los rescates diseñados por la “troika".

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