_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Podemos: tercera fase

En el populismo, más que la coherencia ideológica importa alcanzar el poder

Francesc de Carreras

Tras las recientes elecciones autonómicas y locales, así como los pactos de gobierno subsiguientes, Podemos ha entrado en su tercera fase, que no será la última.

Las dos anteriores son conocidas. Antes de las elecciones europeas del año pasado, Podemos era un partido que se caracterizaba por ser antisistema, anticapitalista y antiglobalizador. Proponía, si era el caso, dejar de pagar la deuda pública, politizar el BCE o establecer la renta básica universal. Todo demasiado burdo. Durante el otoño pasado inició su segunda fase: dijo dar un giro hacia posiciones moderadas, sin concretarlas, y pasó de organización asamblearia a centralizada.

Con este bagaje, y el hiperliderazgo de Pablo Iglesias, obtuvo primero un notable éxito en las elecciones andaluzas y en las locales y autonómicas. Acaba de superar, por tanto, sus dos primeras dos fases y empieza a entrar en la tercera. ¿En qué consistirá? A mi modo de ver, en buscar candidaturas atractivas y establecer alianzas con otros grupos o partidos.

Respecto a las candidaturas, buscarán muy probablemente repetir el modelo que tanto éxito les ha dado en las recientes municipales: Manuela Carmena en Madrid y Ada Colau en Barcelona. Es decir, encontrar líderes independientes, no pertenecientes a Podemos en sentido estricto pero conocidos por su relevancia en los movimientos sociales (Colau) o por su prestigio como históricos de la izquierda (Carmena). No cabe duda de que las actuales alcaldesas son muy distintas por su ideología, profesión y generación, pero tienen un rasgo común: han sido escogidas por Podemos y sus equipos se nutren de Podemos.

Las futuras alianzas ya se han prefigurado tras las elecciones de mayo pasado. Podemos ha dado preferencia a los partidos rupturistas, sea con el sistema político o social, sea con la unidad territorial. Así han ido pactando con partidos nacionalistas, ecologistas o antisistema en general, diseminados en una franja geográfica que va desde el norte hasta levante: Galicia, País Vasco, Navarra, Cataluña, Valencia y Baleares. En estos pactos, y en otros futuros, está el germen del Podemos de la tercera fase: un conjunto de partidos de ámbito local que será dirigido desde la dirección nacional de Podemos.

En el populismo importa poco la coherencia ideológica, lo que más importa es alcanzar y conservar el poder: véase, por ejemplo, el zigzag constante del peronismo, de Perón a Menem, de Menem a los Kirchner. Todos distintos, todos peronistas. Para alcanzar el poder, Podemos debe romper con el sistema constitucional, social y territorial. Les será fácil entenderse con los nacionalistas, la ruptura les une, unos lo llamarán independencia, otros “derecho a decidir”. A quien le resultará difícil salir de todo este embrollo será al PSOE, suponiendo que logre sobrevivir al intento de proceder a su acoso y derribo por parte de Podemos. 

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_