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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El juego a dos

Rajoy saca conclusiones de la derrota electoral: el PP ha de jugárselo todo a una sola carta

Josep Ramoneda

Después del ruido, el escenario se clarifica. Rajoy ha sacado sus conclusiones de la derrota electoral: el PP ha de jugárselo todo a una sola carta, la suya. Ha tomado el control directo del partido y ha puesto en marcha una estrategia montada sobre un solo argumento y contra un solo contrincante. El argumento es el miedo: nuestras políticas están dando resultados, si vienen otros, el PSOE y los radicales que han hecho piña para echarnos de todos los sitios donde han podido, lo conseguido se puede ir al traste.

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El rival: Pedro Sánchez, que no es de fiar. Rajoy busca la complicidad del PSOE para volver a situar el bipartidismo en primer plano y reducir las posibilidades de los nuevos de ser decisivos. Y cree que el bipartidismo, como valor continuista, aunque pueda reafirmar a Sánchez, juega a su favor. Sabe, además, que, en caso de apuro, puede contar con Ciudadanos, sus alianzas han demostrado una clara inclinación a la derecha. Podemos sólo le interesa para atacar al PSOE, por colaborar irresponsablemente con “radicales y populistas”. Pero tenderá a ningunear tanto a Rivera como a Iglesias porque reconocerles es aceptar un escenario de cambio.

“Para ganar unas elecciones hay que conseguir el pleno de votos de los tuyos, si lo logras el centro se te dará por añadidura”, decía François Mitterrand. Pedro Sánchez entendió que su electorado no le perdonaría que no colaborase con la izquierda alternativa para echar al PP donde fuera posible. Y lo ha hecho, a pesar de la opinión del sector del PSOE obsesionado en dar imagen de partido de orden. Una obsesión que viene arruinando a la socialdemocracia desde hace 30 años, al confundir el orden con el espacio hegemónico delimitado por la derecha.

Los acuerdos postelectorales de Sánchez disipan el temor a una coalición PP-PSOE y le aúpa a la condición de alternativa, que el PSOE no había conseguido en toda la legislatura. Para compensar, Sánchez ha empezado a mirar al centro. El acto de fe patriótico forma parte de los ritos iniciáticos del que aspira a gobernar (más cuando el nacionalismo español es desafiado por el soberanismo catalán) pero resulta chocante el tamaño de la bandera española en la que buscó amparo. Las sobreactuaciones siempre son sospechosas.

Rajoy juega a una sola carta: el continuismo. El cambio hoy está todavía más asociado a la izquierda alternativa que al PSOE, pero ésta difícilmente tendrá fuerza para hacerlo efectivo. Sánchez sólo podrá capitalizarlo sino siembra dudas sobre su compromiso. El electorado de izquierdas quiere que en noviembre se eche al PP del poder. Y Sánchez ha de demostrar que está dispuesto a ello, aún si tuviera que aliarse con la izquierda alternativa. Debe asumir el escenario multipartidista del que Rajoy le intentará sacar reduciendo el juego a dos. El bipartidismo es continuidad, gana Rajoy.

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