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Del Caribe la traigo yo

Una última operación policial se salda con 200 kilos de cocaína incautados dentro de piñas. Los contenedores de fruta son ya los preferidos por los ‘narcos’ para colar la droga

Patricia Ortega Dolz
Sistema utilizado por los narcotraficantes para colar la cocaína en las piñas, en forma de cilindros sellados con cera amarilla.
Sistema utilizado por los narcotraficantes para colar la cocaína en las piñas, en forma de cilindros sellados con cera amarilla.

El goteo es constante. Esta semana fueron piñas. Concretamente 200. Perfectamente vaciadas y posteriormente rellenadas con un cilindro compacto de un kilo cocaína --36.000 euros en el mercado-- recubierto y aislado con un baño de cera amarillenta. La semana pasada fueron palés de papayas. Otra anterior, sacos de cocos. En otra ocasión plátanos machos, limas… Los contenedores de fruta tropical, esa mercancía perecedera que tarda 20 días en llegar en barco desde los países caribeños a los puertos españoles y que requiere salida urgente para no malograrse, es el escondrijo perfecto para la droga. También alguna vez lo han sido los cargamentos de harina de sémola, cacao y café.

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En una nave industrial de Sant Quirze del Vallès (Barcelona), un día de finales del pasado mes de abril, un padre (54 años) y un hijo (26) de origen colombiano y con nacionalidad española, esperaban la llegada de otro contenedor de piñas. Vivían bien en ese municipio catalán, con la madre y esposa de la familia y sin demasiada ostentación, pero no se les conocía oficio ni beneficio alguno. Habían montado su pequeña empresa --Importadora Caribe—hacía algo más de dos años, supuestamente para traer a España frutas desde Costa Rica “y, de paso, algún cargamento de cocaína camuflado entre los palés”, cuentan los investigadores. En plena primavera llegaban las piñas coladas. Las mismas que horas antes habían descuartizado a machetazos y entre súplicas y rezos --“La merca tiene que estar, tiene que estar, tiene que estar”-- varios agentes en el puerto de Algeciras (Cádiz), hasta dar con las piezas “turbias”: “¡Blanco!”.

En 2012 se interceptaron 37 contenedores con 4 toneladas, 53 en 2013 con 11 toneladas y 58 en 2014 con 13 toneladas

--“Yo no sé nada de eso”, dijeron padre e hijo al ser preguntados por la mercancía que acompañaba aquel cargamento de piñas, y los otros cuatro que venían ya en camino, embarcados desde Costa Rica, “donde se producen piñas pero no coca”, apuntan los agentes. A ambos les envió el juez a prisión poco después, junto a otra conocida suya colombiana que tenía montado el mismo tinglado en Mercamadrid.

El 'gancho ciego'

P.O.D.

La infraestructura y los costes de la red se reducen cuando se basan en el pago de agentes portuarios en el punto de partida y el de llegada. Es lo que se conoce como "Gancho ciego": “Hay unos allí que por un módico precio les permiten el acceso para que introduzcan la mercancía en el contenedor indicado junto a un precinto de repuesto, y otros aquí que abren el contenedor –rompiendo el precinto-- y la recogen –o dejan que alguien la recoja—y colocan el de repuesto para que pase desapercibido”. Es un sistema que implica conocer bien los puertos y sobornar a los trabajadores adecuados. Son muchas las ocasiones en las que la empresa importadora desconoce que está siendo usada como ‘correo’.

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Los contenedores de fruta se han convertido en los últimos años en el “procedimiento estrella”, en el método preferido por los narcotraficantes para colar la droga en España en grandes cantidades. Se interceptaron 37 contenedores en 2012 con cuatro toneladas de droga, 53 en 2013 con 11 toneladas --de las que el 42% era cocaína—y 58 contenedores en 2014 con 13 toneladas -- el 60%, coca--, según los últimos datos del Ministerio del Interior.

Provienen de los llamados “países calientes” –“Colombia, Venezuela, Costa Rica y República Dominicana, principalmente”--. “Han encontrado el método más seguro, han reducido las cantidades que meten en cada cajón –entre 100 y 200 kilos, frente a los mil que metían antes—, reparten más la droga --en cinco contenedores en lugar de en uno solo—y minimizan riesgos”, explican los agentes. Localizar la mercancía “turbia” es casi como buscar una aguja en un pajar, teniendo en cuenta que un solo contenedor puede contener hasta 24.000 kilos. “Lo habitual es que ubiquen la droga siempre en los mismos sitios para que sea fácil de localizar por los receptores”, señalan.

Los puertos son pequeñas ciudades, pequeños grandes pueblos, donde todo el mundo se conoce y reconoce al extraño. Pero llegan miles de contenedores al día. Entre los cuatro principales puertos de España (Barcelona, Las Palmas, Valencia y Algeciras) se mueven más de 12 millones de contenedores al año. Revisar cocienzudamente toda esa cantidad de mercancías supondría un colapso imposible, muy complicado para un país como España que pugna en el ranking de los 120 puertos mundiales con mayor tráfico, con sus consecuentes ingresos. “Los narcos juegan con esa baza. Son conscientes de que su mercancía es perecedera, saben que tiene que salir, por eso eligen frutas”, explican los agentes. Y así, camuflada entre piñas, bananas o cocos, traen la cocaína del Caribe.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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