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Siete grandes debates sobre Podemos

Errejón defiende que "todo proceso de transformación combina reforma y ruptura"

Francesco Manetto
El número dos de Podemos, Íñigo Errejón, el jueves en la Feria del Libro de Madrid.
El número dos de Podemos, Íñigo Errejón, el jueves en la Feria del Libro de Madrid.Luca Piergiovanni (EFE)

Íñigo Errejón (Madrid, 1983) lleva un año viviendo a dos velocidades. El número dos de Podemos, responsable de la estrategia del partido, se ha movido entre lo que llama “dictadura de la coyuntura” y la reflexión, entre el carril rápido de la política diaria y el ritmo más sosegado quizá más acorde a su formación académica. Una de las muestras de esta segunda velocidad es el libro que acaba de publicar con la politóloga belga Chantal Mouffe, esposa del filósofo Ernesto Laclau, fallecido hace poco más de un año, y una de las principales referentes teóricas de los fundadores del partido. En Construir pueblo (Icaria), ambos se miden en torno a la creación de nuevas identidades colectivas, el concepto de mayoría, hegemonía y fronteras políticas.

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Antes de presentarlo en la Feria de Libro de Madrid, Errejón reflexiona en su despacho en la sede de Podemos sobre aquellas “raíces intelectuales” que han acompañado hasta hoy la actividad de la formación. El dirigente rechaza que el debate político deba producirse en torno al eje ruptura-reforma, como sugieren algunos de sus adversarios directos, y considera más útil explotar la noción de democracia que la de socialdemocracia.

Sentido frente al marketing

Uno de los objetivos de los dirigentes de Podemos incluso antes de las elecciones europeas de mayo de 2014 fue el de aflorar disputas que consintieran imponer a las demás fuerzas los términos del debate. La prueba, según Errejón, es que ahora incluso el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, habla de cambio. En cualquier caso, ese camino se encuentra ahora en una fase crucial. “Cuando decimos que el sentido se construye nos referimos a una posición de fondo que no es reducible a un par de trucos de mercadotecnia. Ese carril de la disputa inmediata hay que librarlo, pero en paralelo tenemos que ir fraguando el tipo de ideas que sean como el semillero, el vivero de una transformación más larga”, razona el politólogo. “Hay que aprovechar este ciclo acelerado para transformar en fuerza electoral lo que creemos que ya es una posible mayoría nueva. Producir qué tipo de ideas, qué tipo de debates puede ayudarnos a imaginarnos un nuevo proyecto de país que ponga nuevas mayorías sociales en el centro”.

Errejón rechaza de plano la comprensión de la política a partir de la mercadotecnia. “Nosotros no hemos leído ningún manual de marketing, aquel libro sobre la campaña de Obama o las redes sociales… La política se construye sobre sentidos compartidos, nada que esté presente en lo social adquiere por sí solo un sentido, y no hay sociedad que pueda vivir sin metas compartidas”, señala.

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Crisis simbólica

Una parte relevante de la actividad de Podemos busca construir, o reconstruir, identidades. “No hay elementos de marketing político, se trataba de saber leer qué elementos estaban en el sentido común de la época, había que leer qué tipo de país teníamos, y teníamos una brecha cada vez mayor entre país real y país oficial. En el tiempo más duro de la crisis casi no teníamos series que hablaran sobre gente que lo pasaba mal”, recuerda el politólogo, que culpa a los poderes fácticos de haber “desposeído” a los ciudadanos de mitos propios, canciones propias, en definitiva, de un imaginario propio.

La música

La elección de la música del partido de Pablo Iglesias, que escogió como himnos fundacionales, entre otros L’Estaca, de Lluis Llach, y Todo cambia, popularizada por Mercedes Sosa, es un ejemplo de esta “reconstrucción” de identidades. “Podemos, cuando ha tenido que buscar una canción, o un símbolo, o un himno que funcionara como símbolo más o menos épico que emocionara y que reuniera esta nueva identidad política que se está construyendo, ha acudido a cosas muy nuevas que suenan muy naif y que solo dicen algo a una generación, y a cosas que son de la anterior, de los setenta. ¿Por qué ha hecho eso? Porque no había mucho más disponible. Porque entre la generación que se socializa en los setenta y lucha en el ciclo político de la Transición y la generación que se socializa en el 15-M no hay nada, no hay ni comunicación. Imaginen a un padre que fuera militante político en los setenta y que ahora quiere explicar a su hijo lo que hizo. ¿Qué película le da? ¿Qué canción le da que no suene hoy escandalosamente polvorienta o nostálgica?”.

Conflicto de ideas y democracia

La idea, que en España empezó a cuajar durante el 15-M, de la necesidad de recuperar la democracia resultó polémica desde el principio porque suponía negar que esa democracia existiera. “Cuando hablamos de recuperación de la democracia algunos se pueden sorprender porque votamos. Vivimos con una serie de poderes sometidos a ciertos controles, algunos son de origen democrático y otros son de origen oligárquico”, considera Errejón, que defiende que España, Europa, han “tenido un secuestro de la democracia por parte de minorías”. Frente a eso, el politólogo cree que “el conflicto de ideas no daña la democracia, sino que la alimenta”. “La democracia se nutre de la confrontación de ideas y de la confrontación de proyectos... Cada extensión de la democracia ha tenido que ver con un conflicto, con alguien que ha dicho a mí eso me duele, y ha hecho de este dolor un dolor colectivo”.

Transición y segunda Transición

Los dirigentes de Podemos siempre han hablado del “régimen del 78”, y el propio Pablo Iglesias ha afirmado que aspira a abrir ese “candado”. Eso ha generado una idea de choque frontal entre generaciones, sin aparentes matices, que Errejón intenta aclarar. “No tenemos el menor menosprecio de las conquistas sociales, pero han sido cercadas o arrinconadas por una suerte de poderes privados que han conseguido salirse con la suya”, explica. “Que estemos ante al final de un ciclo político no significa que la ciudadanía española haya impugnado lo que ha ocurrido durante ese ciclo, no es que la gente haya hecho una revisión para decir todo aquello no nos vale… Ha dicho ‘muy bien, todo aquello sirvió pero se ha cerrado”. “La crisis del régimen democrático del 78, del sistema político y cultural y de los actores nacidos en el 78 no equivale a propugnar su derrumbe”, prosigue el secretario de Política de Podemos. “Equivale a decir esa es una etapa que se ha cerrado”.

Reforma o ruptura

El mensaje que los portavoces de Podemos pretenden trasladar es que “el acuerdo de país está roto”, y aspiran a que “el nuevo acuerdo se haga por la mayoría social empobrecida y no conducido por la primacía que se ha enriquecido en los años más duros”. Errejón recuerda que, junto a las reflexiones sobre cambio y la brecha generacional, “viene siempre ese debate que es tremendamente falso: ¿reforma o ruptura?”. “Como si hubiera dos botones. El botón reforma y el botón ruptura. ¿Tú qué aprietas? En realidad nunca en la historia hay un proceso que sea solo reforma o solo ruptura”, afirma. El propio Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, señaló a EL PAÍS: “Podemos tiene un desafío: ser consciente de que los ciudadanos no quieren rupturas sino cambio en políticas y en las instituciones”.

Errejón rechaza las premisas de esta reflexión. “Todo proceso de transformación”, mantiene, “es una combinación de las dos cosas. ¿De qué depende de que haya más peso del factor ruptura o del factor reforma?. De la fuerza de cada uno que empujan las cosas”. “No hay ningún proceso, por muy revolucionario que sea”, prosigue, “que sea ruptura total y que el lunes no tiene nada que ver con lo que era el domingo. Nunca pasa, se hereda siempre muchísimo más”. No obstante, plantea una disyuntiva: “¿Cerrada esa etapa se abrirá otra por una suerte de restauración conservadora de la minoría que más tiene o estará presidida por una transformación de signo democrático y popular?”.

La socialdemocracia

Tanto Pablo Iglesias como Pedro Sánchez llevan meses atribuyéndose las esencias de la socialdemocracia. Errejón duda de la utilidad de esa categoría en el debate político. “Prefiero hablar de democracia, un concepto fuerte, rotundo y vigoroso de democracia… Creo que tenemos que hablar más bien de democracia y de cuanto extendemos e intensificamos la democracia. Hasta dónde la llevamos. Se trata de robustecer una democracia que no deje a nadie atrás”. En su opinión, “es más útil entrar a esa dispute de lo que signifique la democracia, un concepto sólido de la democracia”. “No hay que olvidar”, concluye, “que cuando se inicia el 15-M la palabra fuerza, el término fuerza es democracia”.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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