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El desgaste de la corrupción hunde al PP en la Comunidad Valenciana

El partido de Alberto Fabra pierde la Generalitat y las principales alcaldías, incluidas las capitales, y, por ahora, solo se garantiza la presidencia de la Diputación de Castellón

La candidata de Compromís, Mònica Oltra.
La candidata de Compromís, Mònica Oltra.J. C. CÁRDENAS (EFE)

La resaca del 24-M ha dejado un nuevo mapa político en la Comunidad Valenciana. Amplias mayorías de izquierda, integradas por el PSPV-PSOE, Compromís y Podemos, han puesto fin a la hegemonía absoluta del PP de Alberto Fabra y Rita Barberá. La corrupción, que ha provocado el colapso de los populares y ha recompensado a los partidos de la oposición que la denunciaron con mayor vehemencia, explica el vuelco político. El PP, que tenía el poder en las principales instituciones, hoy solo tiene garantizado gobernar la Diputación de Castellón.

El calado de la derrota de los populares en Valencia queda reflejada en el comentario formulado por la hasta ahora alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, al delegado del Gobierno en la Comunidad Valencia, Serafín Castellano: “¡Qué hostia, qué hostia!” En el Parlamento autonómico pierden casi la mitad de los votos que obtuvieron en 2011, de 1,2 millones de papeletas y un porcentaje de casi el 49% pasan a 650.000 votos y poco más del 26%. Unas cifras que, traducidas a escaños, dejan al PP de Alberto Fabra a 19 diputados de la mayoría absoluta y sin posibilidad alguna de retener el Gobierno valenciano. Ni siquiera con el apoyo de los 13 diputados de Ciudadanos.

Los resultados empujan a los socialistas de Ximo Puig (23 diputados) a llegar a un acuerdo de gobierno con Compromís (19 escaños), la formación de Mònica Oltra. Las dificultades en los primeros compases de la negociación, que se iniciaron ayer, estriban en que ambos aspiran a presidir el Gobierno de la Generalitat y en el hecho de que la llave del acuerdo la tiene Podemos (13), cuyo apoyo es imprescindible en el debate de investidura. El secretario autonómico de Podemos, Antonio Montiel, advirtió de que cualquier acuerdo “se tendrá que hacer sobre bases programáticas, pero que la vieja política se ha acabado”.

Puig, por su parte, defendió que votar a la fuerza progresista mayoritaria debería ser el criterio para formar gobiernos en todas las instituciones, un argumento que le garantizaría la investidura y un incremento notable de su poder municipal.

Las principales opciones de gobierno

Cortes Valencianas. Socialistas, Compromís y Podemos con 23, 19 y 13 diputados superan ampliamente los 50 escaños de la mayoría absoluta que el PP (31) no alcanza ni con el apoyo de Ciudadanos (13).

Ayuntamiento de Alicante. PSPV (6), Guanyem Alacant (6)y Compromís (3) superan al PP (8) que queda sin opciones, incluso con Ciudadanos (3).

Ayuntamiento de Valencia. Compromís (9) con el PSPV (5) y València en Comú (3) superan al PP (10). C’s tiene 6.

Ayuntamiento de Castellón. Socialistas (6), Compromís (5) y Castelló en Moviment (4) superan al PP (8) y C’s (5).

Compromís, la formación que hace dos legislaturas definió de manera clara su estrategia para visualizar los escándalos de corrupción que afectan al PP, es la fuerza que más apoyo recibe de los electores respecto a los resultados de hace cuatro años. Compromís se convierte en el segundo partido de la provincia de Valencia, por delante de los socialistas. Una posición que también logra en la ciudad de Valencia, con una diferencia mucho mayor, que permitirá a su candidato Joan Ribó ocupar la alcaldía con el apoyo del PSPV-PSOE y València en Comú.

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Rita Barberá, con diez ediles y la mitad de los votos obtenidos que hace cuatro años, no tiene opciones de seguir y su entorno no descarta que pueda renunciar a su acta de edil para acelerar la renovación del PP local.

La todavía alcaldesa de Valencia paga, entre otras cosas, el escándalo de los gastos suntuarios relacionados con sus viajes y la implicación de una de sus exconcejalas en el supuesto cobro de sobornos a cambio de contratas.

La corrupción también ha sido determinante en la pérdida del Ayuntamiento de Alicante, donde los escándalos urbanísticos que implican a los exalcaldes Sonia Castedo y Luis Díaz Alperi dejan a los populares con la mitad de los concejales que tenían. Una situación similar a la del Ayuntamiento de Castellón, donde un acuerdo a tres entre las formaciones de izquierda se plantea como el único posible.

En cualquier caso, el colapso de los populares valencianos es de gran magnitud. La aritmética les lleva a perder el poder en la Generalitat, en los Ayuntamientos de la gran mayoría de ciudades —incluidas las tres capitales— y también en las diputaciones. El PP que dirige Fabra solo salva la de Castellón y podría conservar la de Alicante si Ciudadanos le presta apoyo.

Cae la Diputación de Rus

El PP se desploma en la Diputación de Valencia arrastrada por el escándalo de unas grabaciones que implican al presidente provincial, Alfonso Rus, en una supuesta trama de comisiones. Rus también pierde la alcaldía de Xàtiva, igual que la mayoría de sus hombres de confianza en la Diputación que son desalojados de sus respectivas alcaldías. El presidente de la Generalitat en funciones y del PP regional, Alberto Fabra, admitió que la corrupción ha sido una de las razones de la sangría popular. Fabra se puso en contacto con los dirigentes de los partidos que tienen posibilidad de formar gobierno para indicarles que facilitará la transición.

Con estos resultados, tan solo el presidente de la Diputación y del PP provincial de Castellón, Javier Moliner, se atrevió a reclamar la apertura de “un proceso de reflexión para regenerar el partido”.

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