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Columna
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Asaltando los cielos

Uno de cada tres electores ha abandonado al PP

Ya no nos acordamos, pero hubo un momento en el que, por primera vez, el PP ganó a unos socialistas prácticamente invictos. Fue en las elecciones europeas de 1994. Un año después, un joven Eduardo Zaplana entraba por la puerta de la Generalitat Valenciana, el acorazado socialista, y empezó el tiempo de descuento de la política española. Solo hizo falta que Aznar hablase catalán “en la intimidad” para que el largo asalto conservador a La Moncloa fuera un hecho. Los estrategas militares saben con certeza que la plaza más difícil, la que más bajas causa, la que cambia el rumbo de una guerra, nunca es la toma de la capital. En la capital se celebran los desfiles y, poco a poco, empieza la reconstrucción. Pero antes, en algún lugar sin memoria, las cosas cambiaron para siempre. ¿Es hoy ese lugar, ese momento?

Sí y con nombre de mujer: Ada Colau y Manuela Carmena, mujeres fuertes, madres, trabajadoras y ambas, con marca propia. Ni Podemos, ni Ciudadanos, ni PP, ni PSOE. Nombres propios y de mujer, dos candidatas que salieron para ganar, gobernasen o no. Una aporta el ímpetu de una causa nueva, el drama de los desahucios, la cara más dura de una crisis profundamente injusta. La otra, la memoria que Madrid nunca olvidó, la de la lucha por la democracia. Dos espacios que el PSOE ya no representaba.

El PP sigue siendo la primera fuerza electoral en casi todas las plazas. Pero uno de cada tres electores le ha abandonado, puede perder la mitad de sus Gobiernos autonómicos y solo conservará las alcaldías que decida Ciudadanos.

El PSOE se recupera, si bien, en parte gracias a la gran caída del PP, pero sobre todo porque el fuerte crecimiento de Podemos y Ciudadanos, y su capacidad de alcanzar acuerdos con ambos, le permitirá duplicar alcaldías y Gobiernos autonómicos.

Curiosamente nuestros alcaldes y presidentes autonómicos, Carmena y Colau aparte, seguirán siendo bipartidistas. ¡Qué bonita metáfora entre lo viejo y lo nuevo! Pero su proclamación dependerá de acuerdos y, salvo en Madrid, Barcelona y posiblemente Cádiz, en donde los emergentes podrán liderar los nuevos Gobiernos, ni Podemos ni Ciudadanos formarán parte de los mismos.

Nos esperan semanas, meses de vértigo, quizás nuevas elecciones en alguna comunidad y, posiblemente, años de inestabilidad hasta que el electorado aprenda a castigar el tacticismo partidista cuando provoque inestabilidad.

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