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Las demandas del 15-M marcan ahora la agenda política

El impacto político de los indignados sigue vigente tras cuatro años en las nuevos formaciones y en los programas de los partidos

Asamblea en la Puerta del Sol celebrando los 4 años del 15M(DVD 726)
Asamblea en la Puerta del Sol celebrando los 4 años del 15M(DVD 726)Claudio Alvarez (EL PAÍS)

Cuatro años después de la explosión del Movimiento 15-M, su impacto político sigue vigente. Su herencia se plasma en la entrada de los movimientos sociales en las instituciones, con la aparición de Podemos o de candidaturas ciudadanas, pero también en la presencia de sus reclamaciones en los programas de los partidos tradicionales.

La regeneración democrática, la lucha contra la corrupción, la transparencia o la participación ciudadana en las instituciones son asuntos sobre los que pivota hoy el debate político y temas que todos los partidos han tenido que incorporar en sus proyectos. La discusión pública no se entiende ahora sin las demandas que los indignados pusieron sobre la mesa el 15 de mayo de 2011, una movilización de la que ayer se cumplió exactamente una legislatura. Se ha visto recientemente en la investidura de Susana Díaz en Andalucía, con las exigencias de Podemos y Ciudadanos al PSOE de que asumiera medidas de lucha contra la corrupción y regeneración política para obtener su apoyo.

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“El 15-M demostró que desde abajo se pueden cambiar las cosas. Obligó a las fuerzas tradicionales a asumir cambios. Ahora, en muchos de los programas políticos están nuestras propuestas”, subraya el activista Chema Ruiz, de 41 años, que estuvo en el origen de Democracia Real Ya!, una de las organizaciones que impulsaron el movimiento.

El programa de Podemos bebe con claridad de todas esas reivindicaciones, con su “plan de rescate ciudadano” que incluye el compromiso de “paralizar los desahucios que afecten a los deudores de buena fe”— el movimiento antidesahucios fue parte fundamental en las protestas—o medidas como que todos los cargos públicos deban presentar una declaración de gastos mensuales relativos al ejercicio de su función. Pero los del PSOE y el PP también incluyen propuestas en esa línea. En el programa marco del PP para las autonómicas y municipales, por ejemplo, se lee: “Pondremos en marcha nuevos sistemas de participación ciudadana con el apoyo de las nuevas tecnologías”. O también medidas contra la corrupción: “Impulsaremos las declaraciones de actividades, bienes y derechos al inicio y al cese de la actividad pública en los Gobiernos e instituciones autonómicas”. Los socialistas, por su parte, han llevado a cabo una apuesta fundamental por la transparencia — el pasado abril han puesto en marcha un portal online en el que incluyen las declaraciones de bienes de más de 550 cargos públicos y orgánicos— y llevan compromisos en materia de regeneración y ética política.

En el PP, sin embargo, se resisten a dar al 15-M el patrimonio del cambio. “En absoluto ellos son los precursores de la transparencia: nosotros ya lo llevábamos en nuestro programa”, señala el portavoz del comité de campaña de los populares, Pablo Casado, que no ve, además, nada de “espontáneo” en aquel movimiento. “No creo en la espontaneidad de las protestas que solo se producen cuando gobierna la derecha. Estaban absolutamente politizados”, apunta.

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Espontáneos o no, lograron que el bipartidismo saliera “de su zona de confort”, según el análisis del consultor político Antoni Gutiérrez-Rubí, y se produjo una “sacudida del sistema de partidos”, en palabras de Belén Barreiro, exdirectora del Centro de Investigaciones Sociológicas.

La expresión más evidente de esa sacudida es la aparición de Podemos y Ciudadanos. Pablo Iglesias reivindicó ayer a su partido como el “heredero del 15-M”. El movimiento fue “la mejor expresión social de esa crisis del régimen político”, dijo, y Podemos es “mejor expresión política”. De hecho, muchos de los que entonces salieron a la calle para clamar su indignación con gritos como “¡No nos representan!” son ahora candidatos a representantes, la mayoría en el partido de Iglesias o en candidaturas municipalistas como Ahora Madrid o Barcelona en Comú. Pablo Padilla, de 26 años, uno de los promotores de la organización Juventud sin Futuro, es uno de ellos. Ahora concurre como número cinco en la lista de Podemos a la Comunidad de Madrid. El joven sociólogo lo tiene claro: “El 15-M abrió una puerta enorme a la participación política. Lo ha empapado todo”.

El espíritu de la indignación sigue vigente pero, ¿hasta cuándo? “Es un mensaje para quedarse. Se mantendrá en la medida en la que los jóvenes mantengan los problemas laborales y en la medida en que la desigualdad persista”, concluye Barreiro.

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