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Los gazapos de la campaña, el enemigo más temido del candidato

El periodo electoral es una época propicia para los fallos de los líderes políticos, que son amplificados por las redes sociales

Fernando J. Pérez

Las campañas electorales, esos periodos en los que los políticos redoblan su exposición a los medios tras un largo invierno de barreras comunicativas y demás plasmas, son épocas propicias para el error. Unas veces los patinazos son fruto de la velocidad de mecánico de Fórmula 1 a la que se someten los candidatos en estos días previos a los comicios. Otras veces, los aspirantes acaban traicionados por su subconsciente y pronuncian frases que les ponen en evidencia. Finalmente, en otras ocasiones, los políticos exponen sus ideas —meditadas, elaboradas y plenamente articuladas— a la luz del día, y la reacción de la twittosfera —siempre efervescente— les convence de que quizá hayan tenido ocurrencias más brillantes. Llega entonces el temido momento de la matización –el grado máximo de reconocimiento de un fallo de un dirigente político, en campaña y fuera de ella—.

En las últimas horas, varios líderes políticos han visto cómo sus palabras se convertían en bombas contra la estrategia de sus partidos. Quizá la más sonada haya sido la protagonizada por la estrella emergente de la política española, Albert Rivera, de Ciudadanos. Este afirmó el pasado lunes en un desayuno informativo que “el proyecto de cambio para España solo lo pueden encabezar personas nacidas en democracia”.

La frase, lanzada en un acto en el que los oradores suelen dejar poco espacio para la improvisación, escoció mucho a gran parte de los políticos nacidos antes de la muerte de Franco, que tacharon a Rivera —nacido en 1979— de “inmaduro político” y le acusaron de “excluir a 25 millones de españoles” y decir “tonterías”. Un día después, el líder de Ciudadanos ha matizado en cierta medida sus palabras al asegurar que no pretende excluir a nadie de la política, pero se mantiene en que “para encabezar un cambio” en España y en las alcaldías “es bueno” que gobierne gente que ronda los cuarenta años, con “una pequeña experiencia política y, sobre todo, no han estado gobernando”.

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Si el patinazo de Rivera no puede achacarse a la falta de preparación del discurso, el candidato a la alcaldía de Ciudad Real por su partido, Pedro Fernández Aránguez, ha brillado por todo lo contrario. En un vídeo, que ha sido visto 68.000 veces, casi tantas como habitantes tiene la ciudad por la que se presenta, el aspirante de Ciudadanos ha mostrado un conocimiento de su programa que solo siendo muy benévolo se puede calificar de somero.

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Y si, como dice el libro de los Proverbios, “quien mucho habla, mucho yerra”, el alcalde de Vélez-Málaga (PP), Francisco Delgado Bonilla llevó al extremo la estrategia de los regidores populares de separarse de la imagen de su partido y de sus líderes nacionales. En un debate en la televisión municipal, el regidor veleño, —nada que ver con el presidente del PP andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla— se presentó como una “persona honrada” y pidió a sus vecinos que cuando vayan a votar no tengan en cuenta “ni a Mariano Rajoy ni a Cospedal” ni al caso Gürtel.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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