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El líder pasa una prueba de la calle

El PP testa con un paseo de Rajoy por Benidorm la respuesta de la "mayoría silenciosa"

Javier Casqueiro

Mariano Rajoy lleva tres años en La Moncloa hiperprotegido. Además, y cree que injustamente, lo ha pasado entre mal, muy mal y peor. Ha tenido muy pocas satisfacciones. Su equipo de comunicación y también de seguridad en la Presidencia del Gobierno han aplicado a su alrededor un nivel de control tan exagerado y propio de otro tiempo de hacer política que le han convertido en un personaje inaccesible. Incluso cuando se supone que le gustaría hablar con los periodistas sobre un asunto concreto, como ha pasado este fin de semana entre Murcia y Alicante, sobre el caso Rato, establecen tantos límites y normas que los periodistas no tienen ningún margen de maniobra. Rajoy, así, apenas pisa la calle, aunque cada vez le está cogiendo más gusto al contacto con los militantes de base y los dirigentes locales, siempre muy agradecidos. Este fin de semana, sin embargo, en el PP y en La Moncloa se habían puesto como prueba que el presidente del Gobierno diera su primer paseo por una ciudad desde que dirige el país hace tres años y creen que la han superado con éxito.

El presidente del Gobierno da contadas ruedas de prensa al año, ya no celebra reuniones semanales con los dirigentes de su partido (los célebres maitines) ni tampoco se suele detener para comentar con los periodistas que le siguen aspectos polémicos de la actualidad. Lo normal es ver al jefe del Ejecutivo por televisión, a través del plasma o subido a un estrado dando un mitin. Durante estos años, cuando visitaba una ciudad, los dirigentes territoriales le podían montar una comida o encuentro privado, discreto y selecto con algún grupo de empresarios o interlocutores sociales. Como también han hecho este fin de semana en Elche con un ramillete de emprendedores muy elegido. Sigue así los cánones antiguos de hacer política, de presidentes más bien enclaustrados y con el famoso síndrome de La Moncloa. Él dice que le encantaría poder hablar y explicar sus políticas y razones en persona a los 46 milones de españoles, pero sin intermediarios.

El director de campaña del PP, Carlos Floriano, quería sondear en directo en esta ocasión cómo están los ánimos de los españoles con Rajoy y cómo reacciona esa “mayoría silenciosa” que da y quita gobiernos cuando se lo encuentra en persona. El reto se fijó sin darle previamente publicidad en Benidorm, en varias calles céntricas de esta meca del turismo, y Rajoy se afanó a superarlo en la tarde del sábado durante casi una hora y bien protegido de cargos autonómicos y numeroso despliegue de las fuerzas de seguridad. El experimento le gustó. Hubo muchos más besos, apretones de manos, fotografías y selfies que abucheos, que se registraron pero muy localizados. Y luego hasta animó a los periodistas a escribir sobre ello.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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