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La Marcha de la Dignidad vuelve a tomar cuerpo en Madrid

La protesta concentra a miles de personas; 12.000 según la delegación del Gobierno Los manifestantes señalan al PP y PSOE como “culpables de la crisis”

J. Jiménez Gálvez
Manifestantes de las "Marchas de la dignidad", hoy en Madrid
Manifestantes de las "Marchas de la dignidad", hoy en MadridAndres Kudacki (AP)

La madrileña plaza de Colón ha ejercido este sábado como punto de encuentro de miles de personas. Parados, preferentistas, sindicalistas, desahuciados y un amplio abanico de representantes de los colectivos sociales han confluido en este punto de la capital para cerrar de nuevo la Marcha de la Dignidad. También lo hicieron el año pasado, aunque esta vez, como reconocen los propios impulsores, no se ha podido repetir la exitosa afluencia de 2014. “Pero hemos llenado la plaza y las calles adyacentes. Calculamos que estamos aquí cientos de miles”, subraya Ginés Fernádez, uno de los organizadores. La delegación del Gobierno ha cifrado en 12.000 los asistentes en el momento más álgido de la protesta.

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Tras la marcha, que se ha desarrollado de manera pacífica, un grupo de unos 200 alborotadores cubiertos con pasamontañas han protagonizado varios incidentes. Han cortado la Gran Vía y han lanzado bengalas y petardos, además de destrozar mobiliario urbano. Los alborotadores se han enfrentado con la policía tras quemar varios contenedores y romper lunas. Finalmente, la policía los ha dispersado y rodeado en la calle La Paz, donde ha procedido a identificarlos. 17 personas han sido detenidas por los disturbios, según fuentes policiales. Uno de los arrestados, JM Bustamante, fue detenido en los incidentes del 22-M el año pasado, por causar destrozos.

Despliegue policial en Gran Vía ante los destrozos de un grupo de alborotadores.
Despliegue policial en Gran Vía ante los destrozos de un grupo de alborotadores.ballesteros (EFE)

Llegados en nueve columnas procedentes de diferentes extremos de la Península, los asistentes han señalado a los Gobiernos del PP y PSOE como responsables de la crisis que atraviesa el país. Los han calificado de “instrumentos” de la Troika para “ahogar” a España con las políticas de austeridad. Y han insistido en que la recesión no ha acabado: “Sigue habiendo millones de desempleados, miles de familias a las que el banco echa a la calle, cientos de jóvenes que se tienen que ir al extranjero”, reflexiona Juan Guerrero, de 56 años, junto a la Cuesta de Moyano.

Este jornalero sevillano se ha tirado a la carretera a las nueve de la mañana de este sábado. Junto a otro medio centenar de compañeros, se ha subido a un autobús en Morón de la Frontera para unirse en Madrid a la columna que partió de Andalucía hace días. “Estamos aquí por la situación a la que nos ha llevado los recortes. Mientras a nosotros nos quitan derechos, algunos no dejan de enriquecerse”, remacha este padre de dos hijos, que sobrevive con una paga de 460 euros, y a quien no ha detenido el agua que ha caído en la capital desde la primera hora de la tarde. Precisamente, bajo una fina e intermitente lluvia, los congregados han recorrido las calles ensalzando los lemas en común que los unían: “Pan, trabajo y techo”; “No al pago de la deuda”; “Ni un recorte más; y “Fuera los Gobiernos de la Troika”. Unas consignas recogidas en un manifiesto que exige la salida del Ejecutivo de Rajoy, pero que se han diluido ante la heterogeneidad de los movimientos sociales presentes en la Marcha.

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Un coche de policía, con las lunas rotas tras los disturbios.
Un coche de policía, con las lunas rotas tras los disturbios.J.J. GÁLVEZ

Los yayoflautas, las mareas de la Educación y la Sanidad, los afectados por los despidos de Coca-Cola, la PAH... Y, por supuesto, sindicatos y partidos políticos de izquierdas, como IU, Podemos y Equo, que tampoco han querido perderse la cita. “¿Qué ha cambiado respecto al pasado año?”, se ha preguntado Cayo Lara, coordinador federal de la coalición: “Pues ha aumentado la pobreza en el país. Y el empleo que se crea es precario. Y, además, continúan los desahucios. Por eso siguen vigentes las mismas causas por la que se convocó la Marcha en 2014”. En esa cita estuvo Beni de Blas, una madrileña de 62 años del barrio de Aluche, afectada por las preferentes de Bankia. Este sábado ha repetido: “He venido porque nos han estafado a muchas personas mayores. Y las autoridades nos han dejado tres años tirados en la calle. Solos”.

La mujer, que perdió los 45.000 euros que tenía ahorrados, relata su historia junto Roberto Rodríguez, un comercial de Bankia de 51 años que perdió su empleo en 2013, cuando la entidad financiera acometió un ERE. A su lado se pasean banderas de la III República y del Partido Comunista. Todo un conglomerado de símbolos unidos en la calle. Con el apoyo desde la distancia, también, de líderes del pasado. Como Julio Anguita, que animaba esta semana a sumarse al movimiento. “La democracia está siendo secuestrada. Los poderes económicos hacen y deshacen a su antojo”, subrayaba el excoordinador federal de IU e impulsor actual del Frente Cívico Somos Mayoría, uno de los colectivos que ha promovido la Marcha, junto al Sindicato Andaluz de los Trabajadores (SAT) de José Manuel Sánchez Gordillo y Diego Cañamero.

Porque el embrión de la actual Marcha de la Dignidad se remonta a 2013. “Entonces, había una sensación de que se estaban produciendo muchas movilizaciones esporádicas, de diferentes temas, pero sin que toda esa fuerza se llegara a aunar nunca”, recuerda Ginés Fernández, uno de los organizadores llegado este sábado desde Murcia. Fue entonces cuando, apoyado en los Campamentos Dignidad de Extremadura, el SAT decidió impulsar la idea. El objetivo: debían tomar Madrid la masa de afectados por los recortes derivados de las “políticas neoliberales” de los Gobiernos de Rajoy y Zapatero. “La dignidad ciudadana” debía, insistían sus promotores, recorrer las calles de la capital y señalar a los culpables de la crisis.

Así que, tomado el nombre de ese movimiento nacido en Mérida durante una concentración frente a una oficina de empleo para reclamar trabajo y una renta básica; la Marcha se tradujo finalmente el 22 de marzo de 2014 en una inmensa manifestación. Apoyados en centenares de colectivos de todo el país —300 solo de la Comunidad de Madrid—, decenas de miles de personas se dieron el pasado año cita en la capital. Los organizadores cifraron los asistentes en dos millones. La Delegación del Gobierno afirmó primero que solo eran 50.000, y después rebajó el dato a 36.000. Una cita que se desarrolló de forma pacífica hasta que, cuando apenas faltaban unos minutos para su conclusión, se enfrentaron varios grupos de radicales y los antidisturbios. Hubo más de 100 heridos y decenas de detenidos.

El recuerdo de ese episodio violento se ha traducido este sábado en un amplio despliegue de seguridad. Decenas de furgones con agentes se han apostado en el Paseo de la Castellana. Según fuentes policiales, más de 1.100 agentes de Policía Nacional han compuesto el operativo, pese a que la Delegación del Gobierno ya preveía una asistencia menor a la del año pasado, cuando repartió por las calles de la capital cerca de 1.650 antidisturbios.

Entonces, Madrid representó el fin del camino. La Marcha de la Dignidad suponía en 2014 el culmen de sucesivas pequeñas protestas repartidas por el país. La manifestación ha sido este sábado, en cambio, el principio de una travesía que concluye el próximo 22 de octubre. Para ese día, los promotores de la iniciativa han convocado una huelga general. “Y seguiremos. Y volveremos en 2016 si hace falta. Porque esto lo ha empezado la gente. Y acabará cuando la gente quiera”, concluye el sevillano Guerrero.

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Sobre la firma

J. Jiménez Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.

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