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La tenacidad del juez maratoniano

De la Mata asumirá el juzgado de Ruz y los casos de corrupción que marcan la agenda

José de la Mata, en septiembre de 2009.
José de la Mata, en septiembre de 2009.juan m. espinosa (efe)

Dicen sus amigos de Cádiz que es "un fatiguitas". Que cuando se mete en algo se mete hasta el final, en cuerpo y alma, y que su carácter inquieto le lleva a ilusionarse con probar nuevas aficiones, acumular especialidades y también nuevos destinos en su carrera como juez. José de la Mata nació en Cádiz hace 54 años y en los próximos días asumirá el juzgado central número 5 de la Audiencia Nacional, el epicentro de la actualidad desde hace 25 años, desde que lo ocupó Baltasar Garzón, hasta que lo ha dejado Pablo Ruz, con Fernando Grande-Marlaska por medio. Desoyó a quienes en su entorno más próximo le aconsejaban no meterse en ese lío e irá al despacho que marca la agenda política y la vida de los partidos con la instrucción de casos tan notorios como Gürtel, Bárcenas, Pujol y Neymar, entre otros. En ese afán por acumular experiencias, De la Mata ha pasado ya por casi todos los estamentos por los que puede pasar un juez: el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Cádiz, el Juzgado de Instrucción número 5 de Las Palmas de Gran Canaria, la Audiencia Provincial de Madrid, el Consejo General del Poder Judicial como letrado, el Tribunal Constitucional como letrado y el Ministerio de Justicia como director general.

Por este último destino le ha caído la etiqueta de próximo al PSOE. Incluso, se habla de que le llegará una recusación desde el PP en el caso Gürtel, a pesar de que lo que se le achacaría es lo mismo que se le puede atribuir a Carlos Lesmes. El presidente del Tribunal Supremo fue director general con el Gobierno de José María Aznar y De la Mata lo fue de modernización de la Justicia, con un perfil mucho más técnico, en la etapa del ministro socialista Francisco Caamaño entre 2009 y 2011. O a Eloy Velasco, juez central número 6 e instructor de la operación Púnica, que fue director general de Justicia de la Generalitat Valenciana del PP.

De la Mata es progresista, pero no es próximo a ningún partido; es calificado de muy profesional por quienes le conocen, y por no pertenecer a nada no pertenece a ninguna asociación de jueces. Tan profesional y poco partidista es que hace años fue rescatado de la actividad jurisdiccional por el entonces magistrado del Tribunal Constitucional Carlos García Calvo, reconocido ultraderechista, para que trabajara con él como letrado personal en esa institución. Y con tan poca proximidad al aparato del PSOE que se presentó en 2013 a la última renovación del Poder Judicial y su candidatura no fue ni estimada por los socialistas en la negociación con el PP.

Antes trabajó como letrado del Poder Judicial a las órdenes de Luis López Guerra, de cuya escuela de derecho se le considera miembro y era próximo a la exvicepresidenta del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega. En el Consejo se le encomendó la puesta en marcha de una oficina de cooperación internacional y con su estilo de ir hasta el final se convirtió en experto en esa materia.

Como luego lo fue en modernización de la Justicia, oficina judicial y nuevas tecnologías cuando Francisco Caamaño, también próximo a De la Vega, le llevó al Ministerio de Justicia, por recomendación de su amigo Juan Carlos Campo, entonces secretario de Estado de Justicia. Hizo un trabajo muy técnico, recorriendo casi todos los juzgados de las cinco provincias en las que se puso en marcha la oficina judicial. Manejó un alto presupuesto, en los momentos en los que no había límites de gasto público, pero con un resultado que no cumplió las expectativas.

Tanto se metió en la especialidad que se hizo un adicto de redes sociales y tuiteaba compulsivamente sobre la oficina judicial con la tenacidad que aplica a cada cosa que hace en su profesión y en su vida personal. En esa trayectoria quizás lo que menos ha hecho es instruir sumarios, justo lo que tendrá que hacer ahora, aunque se aplica la teoría de los que creen que la labor de instrucción debe estar hacia el final de la carrera de un juez y no al principio. La trayectoria de Ruz, más joven, es la contraria: está en el inicio de su carrera y asumió este difícil juzgado con menos experiencia.

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Cuenta para ello con ese carácter minucioso, su capacidad de trabajo y su empeño obsesivo por lo que hace. Por ejemplo, en su último destino en la sección 27 de la Audiencia Provincial de Madrid se encontró un retraso notable y ha dejado la oficina casi limpia de causas pendientes.

Ese mismo carácter lo ha tenido en su vida personal. En sus aficiones porque fue notable jugador de voleibol en su juventud; practicó luego con dedicación squash con sus amigos y, con el paso de los años, empezó a correr y ahora es un maratoniano disciplinado que practica cada día sin excusa y cuida su alimentación con la misma minuciosidad de un competidor olímpico. Descubrió la ópera recientemente y es un especialista en este género. Y como no sabe hacer nada a medias es un lector empedernido.

Se metió a estudiar Derecho y económicas y, gracias a ese empeño obsesivo por lo que hace, sacó las dos carreras con brillantez.

Está casado con la fiscal adscrita al fiscal de sala de criminalidad informática y tienen cuatro hijos.

Mantiene la tradición de salir cada Viernes Santo de procesión en una pequeña cofradía que fundó su padre en Cádiz.

Tan "fatiguitas" y obsesivo ha sido siempre que se cuenta que en la oposición tuvo menor puntuación porque en la exposición iba tan deprisa que casi era imposible seguirle y en algún momento casi se atropellaba.

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