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Asuntos Internos investiga a Villarejo y este denuncia al jefe de la unidad

Villarejo y Martín, con cargos sensibles en la dirección de la Policía, se acusan de delitos

Jorge A. Rodríguez

Una pelea de efectos expansivos aún desconocidos se libra desde hace meses en el palacete de la madrileña calle de Miguel Ángel, sede de la Dirección General de la Policía. El comisario José Manuel Villarejo —el “agente encubierto” con empresas millonarias que se reunió con Ignacio González— ha denunciado por imputarle hechos falsos al jefe de la Unidad de Asuntos Internos, Marcelino Martín Blas, quien a su vez investiga a Villarejo y su entorno en tres casos oscuros, según han reconocido todas las partes implicadas. Dos de ellos afectan a Villarejo directamente y un tercero, a su hijo.

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El enfrentamiento, a veces cercano a las manos, se ha entrecruzado con investigaciones de ambos sobre casos como el de la mafia china del empresario Gao Ping, las andanzas de Francisco Nicolás Gómez Iglesias (El Pequeño Nicolás), el ático en Estepona del presidente madrileño, la fortuna de los Pujol... La chispa saltó cuando los hombres de Martín Blas involucraron al hijo de Villarejo en la trama de Gao, así como a Carlos Salamanca, comisario de Barajas e íntimo amigo de Villarejo. La pugna estalló a las puertas de Eugenio Pino, director adjunto operativo (DAO), a cuyas órdenes están los dos comisarios y que han trabajado en todos los casos sensibles como fontaneros (investigadores en la sombra) que son.

Martín Blas también involucró a Villarejo en una trama policial de supuesta extorsión a un empresario indio (Taranchand Varna), detenido como supuesto cabecilla de una red de blanqueo y tráfico de medicamentos. La respuesta del comisario Villarejo fue denunciar al responsable de Asuntos Internos en los tribunales y ante el DAO. Para entonces, comentan altos cargos policiales, ya medio cuerpo policial había tomado partido. Y parecía ganar Villarejo, por su capacidad de influencia, sus contactos, su historial y, sobre todo, por la ingente cantidad de información que guarda (“tengo un terabit de datos”, ha dicho a conocidos suyos).

El punto de no retorno en la relación fue culpa del Pequeño Nicolas: Asuntos Internos grabó una reunión del joven con una persona en un parque público. Pese a que esa persona se parecía remotamente a Villarejo, Martín Blas señaló en su informe, aunque con dudas, que el personaje borroso del vídeo era el famoso comisario encubierto. Y este denunció a Martín Blas, otra vez, ante el DAO y en los tribunales.

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La última pelea de Villarejo se ha debido a la divulgación de la grabación de la conversación que en noviembre de 2011 mantuvo con Ignacio González. Esta vez ha sido con el comisario que le acompañó a ese encuentro en la pastelería la Mallorquina, en la Puerta del Sol, Enrique García Castaño. Este desconocía que Villarejo le había grabado y que había hecho una minuta del encuentro. Y se lo han echado en cara.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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