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Sanidad amplía los pacientes que se tratarán con los fármacos antihepatitis

Sanidad quiere que los enfermos leves también accedan a los nuevos medicamentos El plan estratégico prevé un máximo de tres semanas entre la prescripción y tratamiento

Elena G. Sevillano

Ni los médicos ni mucho menos las asociaciones de pacientes esperaban que el Plan estratégico para el abordaje de la hepatitis C les diera una alegría. Por eso este viernes la palabra “extraordinario” se ha repetido a la salida de las distintas reuniones en las que el Ministerio de Sanidad les expuso una versión preliminar.

El plan “va mucho más allá” de los criterios de acceso a los nuevos fármacos que manejaba Sanidad hasta ahora, explicó a EL PAÍS Jaume Bosch, presidente de los hepatólogos de la AEEH. De tratar con los antivirales de última generación únicamente a los pacientes más graves (con cirrosis en riesgo de descompensación, en lista de espera de trasplante y trasplantados), se pasa ahora a incluir a los leves. Y sin priorizar en función de la gravedad.

Revolución

Los hepatólogos consideran que la nueva generación de fármacos para tratar la hepatitis C es una auténtica revolución terapéutica. “Es un avance médico no paliativo, sino curativo”, señala Jaume Bosch, presidente de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), la principal sociedad científica.

Los nuevos antivirales consiguen, en combinación y dependiendo del genotipo del virus, tasas de curación del 95%. De ahí que los expertos crean que marcan el inicio de la erradicación de una enfermedad desconocida hasta 1989 que se transmitió con facilidad hasta entonces mediante jeringuillas no esterilizadas o transfusiones de sangre.

En España se han autorizado hasta ahora tres de estos antivirales: sofosbuvir, simeprevir y daclatasvir. Se espera que en breve entren otros en el mercado, lo que aumentará la competencia y bajará los precios. La combinación de simeprevir y sofosbuvir cuesta 43.500 euros por un tratamiento de 12 semanas.

La nueva estrategia, que han elaborado una decena de expertos desginados por el Gobierno, prevé tratar a pacientes F2, F3 y F4 inmediatamente. La F significa fibrosis, y mide la degeneración del hígado causada por el virus. El último estadío es el 4, y equivale a cirrosis. En el 3 se habla de pre-cirrosis y el 2 significa que hay riesgo de que un paciente progrese hacia la cirrosis a lo largo de los años. Los hepatólogos celebran la inclusión de estos últimos pacientes: “El mayor beneficio para el país está en evitar complicaciones futuras. Para que el plan sea eficaz, cuanto más precoz, mejor”, dice Bosch. El plan supera en ambición al de Suiza, por ejemplo, donde solo se tratan los F3 y F4. “Y es un país rico”, añade el hepatólogo.

Los científicos han fijado los criterios, pero ahora es el turno de los gestores políticos. Sanidad prevé llevar el plan a un consejo interterritorial que se celebrará la semana que viene y donde las comunidades autónomas tendrán que aprobarlo y comprometerse a aplicarlo. Son ellas las que tienen las competencias en sanidad y las que sufragan los fármacos. Por el momento la posibilidad de crear un fondo específico para los medicamentos de la hepatitis C está descartada, así que los tratamientos los pagarán las arcas regionales.

A Sanidad le preocupan los retrasos burocráticos; de ahí que el plan establezca un plazo máximo de tres semanas entre la prescripción de los fármacos y el momento en el que el paciente empiece a tomarlos. Hay casos, como el de Naiara Fernández, de 21 años, en los que la región (en este caso, Madrid) tardó casi un año en autorizar la medicación desde que el médico la indicó. A Naiara se la dieron solo días después de que su caso apareciera en medios de comunicación, entre ellos EL PAÍS. Este tiempo máximo de tres semanas tendrá que negociarse con las comunidades autónomas. “Haremos seguimiento para ver si realmente se aplica”, avisa Bosch.

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Buscar la infección silente

Los expertos tienen claro que para conocer la situación real de la enfermedad en España no solo hay que contabilizar a los enfermos ya diagnosticados; también hay que buscar a los que no saben que están infectados antes de que el virus les dañe el hígado y les convierta en enfermos en el futuro. El plan estratégico prevé un programa de cribado, tal y como adelantó EL PAÍS. Aún está por desarrollar, pero se estudia analizar a la población nacida antes de 1980, a los usuarios de drogas intravenosas, los que se sometieron a transfusiones de sangre antes de 1990, y otros grupos de riesgo.

Tratar también a los más leves

Los hepatólogos están especialmente satisfechos con la posibilidad que da el plan de que, en función del criterio médico, también los pacientes F0 y F1, es decir, sin apenas daño hepático, puedan recibir los nuevos antivirales. Sería en casos muy particulares, como el de mujeres en edad fértil que quieran quedarse embarazadas, para evitar la infección a sus hijos (la transmisión por esta vía es poco frecuente, menos de un 5% de casos). Se contemplaría también en caso de coinfección (con VIH por ejemplo) o si a la hepatitis C se suma alguna otra enfermedad. También está previsto tratar a los trasplantados de otros órganos que no sean el hígado (médula, por ejemplo) porque la inmunosupresión la enfermedad progresa más rápido.

Sorpresa

Nadie esperaba que Sanidad diera luz verde a estos criterios. “Ha sido una sorpresa gratísima. Esperábamos una propuesta mucho más restrictiva”, asegura Bosch. “Extraordinario. Yo no lo hubiera hecho mejor. Propone tratamientos para todos, sin limitaciones. La única limitación será la capacidad de los 550 hepatólogos que hay en España para ver pacientes”, aseguró Antonio Bernal, presidente de la Federación Nacional de Enfermos y Trasplantados de Hígado (FNETH).

¿Más de 100.000?

El Ministerio de Sanidad presentó el plan a sociedades científicas y afectados, pero no les entregó un solo papel ni dio cifras de estimación de potenciales beneficiarios de los nuevos criterios. Sin embargo, el presidente de la Plataforma de Afectados por la Hepatitis C, Mario Cortés, aseguró que el comité de expertos estima que podría haber unas 200.000 personas infectadas y que un 54% de ellas estaría entre los grados de fibrosis 2 y 4, lo que equivaldría a que 100.000 enfermos recibirán el tratamiento en los próximos meses. Sanidad, que no informó a la prensa sobre el plan, emitió a última hora de la tarde un comunicado para decir que esa cifra “carece de rigor”. No facilitó otra.

Bosch resta importancia a las cifras: “Es difícil obtener estadísticas fiables porque las muestras son pequeñas y no se pueden extrapolar. Lo importante es el compromiso de que se va a tratar a todo aquel que lo necesite. Esa es la garantía que pedíamos”, señala. “Para tener datos objetivos se necesita un registro nacional”, añade, y precisa que los enfermos en F2 son un colectivo “muy grande”. El ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, adelantó que el plan “amplía significativamente” el número de pacientes que serán tratados con los fármacos de última generación. “Todavía no es momento de concretar cifras”, añadió. La última vez que su departamento habló de números, a finales de año, mencionó un máximo de 7.000 pacientes. El cambio de criterio es evidente.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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