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la lucha contra el crimen organizado

Milady Palace, caso cerrado

El asesinato del dueño de un célebre prostíbulo de Marbella se resuelve dos años después

Juana Viúdez
Fachada del club Milady Palace de Marbella, del que era socio David Abridriss.
Fachada del club Milady Palace de Marbella, del que era socio David Abridriss.P. SÁNCHEZ

El asesinato de David Abisdris, uno de los dueños del conocido club de alterne Milady Palace, de Marbella (Málaga), y con antecedentes por tráfico de cocaína y hachís, no ha quedado en el fondo de un cajón. Dos años después de ser acribillado cuando salía de su chalé de Estepona, la policía ha resuelto el caso con la detención de un ciudadano francés con un largo historial delictivo, y al que se le atribuyen otros trabajos como sicario.

Estos crímenes, los conocidos ajustes de cuentas, causan gran revuelo cuando se producen, pero rápidamente pasan a un segundo plano. Sus detonantes suelen ser las deudas, meteduras de pata o traiciones entre delincuentes. Conforme pasan las primeras horas, se vuelve más difícil reunir las pruebas y formular una imputación. Son malos contra malos, con una premisa: lavar los trapos sucios en privado y negarlo todo si son detenidos.

El asesinato de Abisdris, francés de 56 años nacido en Casablanca (Marruecos) y muy celoso de su seguridad, parecía de libro. Salió de su casa a las 9.50 del 21 de enero de 2013, vestido para hacer deporte. Un asaltante parapetado tras un muro en una zona rodeada de árboles disparó con un fusil Kaláshnikov a su vehículo, un Mercedes. Abisdris salió del coche e intentó escapar en sentido contrario. Recibió otra ráfaga de disparos, algunos en la espalda, el más dañino en la cabeza. La puerta de su coche quedó abierta y otros siete impactos de bala en el parabrisas del coche. El asesino hizo una pequeña fogata en la zona que utilizó para apostarse, y desapareció.

Minutos después, las llamadas colapsaron los servicios de emergencia. Un coche de policía llegó al lugar. Los investigadores no encontraron mucho apoyo en la viuda. Según el informe que enviaron al juzgado, la mujer se había hecho con una riñonera que llevaba el fallecido en el Mercedes y que había sido recuperada por un empleado antes de la llegada de los agentes. También les impidió el acceso, al menos temporalmente, a su teléfono móvil. Nadie sabía nada, nadie hablaba. En el coche del asesinado hallaron huellas de un traficante francés, Cristian Robin A. P., reclamado por una operación en la que se incautaron 221 kilogramos de cocaína.

En el camino para dar con el principal sospechoso, un francés de 35 años llamado Patrick S., ha sido clave un coche: el Citroën C5 con matrícula francesa que los asaltantes abandonaron muy cerca de la casa de Abisdris, probablemente alarmados por la llegada de un coche patrulla. A pesar de que tenían muy cerca la salida a la autovía del Mediterráneo, los asesinos prefirieron huir a pie o utilizar un coche de apoyo para no llamar la atención.

El vehículo escondía dos cartuchos sin usar de nueve milímetros parabellum; un escondite para un arma larga y numerosas muestras biológicas. El ADN y la paciencia —las muestras tardaron un año en cotejarse con las bases de datos francesas— hicieron el resto.

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Uno de los perfiles genéticos que arrojó ese cruce de datos fue el de Patrick S., Chapo, con seis ingresos en prisión y 48 hechos delictivos en su hoja policial, la mayoría cometidos cuando era menor. Había salido de prisión el 14 de agosto de 2012, apenas cinco meses antes del asesinato. Según la policía francesa, le pegó un tiro en la pierna a un hombre en 2007 por una deuda de 80.000 euros de hachís, algo que la víctima negaba diciendo que había sufrido un accidente. En 2008 le relacionan con otro asesinato por el que se le intervino un Kaláshnikov similar al empleado en la muerte de Abisdris. En la bolsa también llevaba munición y seis granadas.

Un año después de matar a Abisdris, Patrick S. volvió a España y se asentó en la Costa del Sol. La policía gala lo considera miembro de una red especializada en tráfico de drogas internacional (también conocida como Go Fast), de la que también forma parte su hermano, y que había escogido la costa malagueña como plataforma intermedia para llevar droga desde Marruecos a Francia. Chapo se asentó en Benalmádena. Los agentes de la Costa del Sol siguieron sus movimientos. En una ocasión, le sorprendieron conduciendo un coche alemán con una placa de matrícula escrita en un cartón y se hicieron, rebuscando en la basura, con las cajas de teléfonos móviles que utilizaban en sus comunicaciones.

En la investigación, en la que ha trabajado un grupo formado por agentes franceses y españoles, siguieron sus conversaciones y movimientos hasta reunir pruebas suficientes para solicitar su detención. El 9 de enero, la policía informó de la desarticulación de una banda de narcotraficantes con 20 detenidos, entre los que se encontraba Patrick S. La operación ha arrastrado a otra banda, que seguirá solucionando sus problemas en silencio.

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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