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Cayetana se rodea de los suyos en Sevilla, la ciudad donde fue más feliz

La duquesa de Alba permanece inconsciente en el palacio de Dueñas con su marido y sus seis hijos

La duquesa de Alba, en una imagen de 2013.
La duquesa de Alba, en una imagen de 2013.

Cayetana de Alba se agarraba anoche a la vida con la fuerza que le queda. Rodeada de sus seis hijos y de su tercer marido, la carismática aristócrata pasaba estas difíciles horas en su casa más querida, el Palacio de Dueñas en Sevilla. Una de las últimas cosas que pidió la duquesa antes de perder la consciencia fue regresar a su hogar. Sus hijos cumplieron su voluntad y allí se encontraba desde el martes por la noche, cuando los médicos alertaron a la familia de la “difícil” situación que atravesaba la enferma, que no lograba superar la neumonía que sufre, complicada con problemas cardiacos.

Los rostros de dolor de los familiares y amigos que se acercaban hasta Dueñas para interesarse por la duquesa reflejaban la gravedad de la situación y las pocas esperanzas de que esta vez pueda darle otra vuelta de tuerca a la vida.

Cayetana es Cayetana, dicen sus amigos y sus médicos. Lo demostró cuando en 2009 fue operada de hidrocefalia y se temió por su vida. Pero no solo superó el trance, sino que, además, inició otra vida. Perdió el miedo al avión y comenzó a viajar y a salir más. En la puerta de un cine de Madrid se encontró con Alfonso Díez, un funcionario del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) y decidió poco después casarse con él. Antes tuvo que vencer la oposición de sus hijos y resolver los asuntos de su patrimonio. Alfonso Díez lloraba por la salud de su esposa, de quien no se ha separado durante los tres últimos años.

Me dijo que hiciera lo que quisiera, aun con todos en contra", cuenta una sevillana

El reparto de la herencia dejó profundas heridas en la familia Alba. Jacobo, el tercero de los cinco varones, rompió relaciones con su madre al sentirse perjudicado. Se enzarzaron en una pelea que alcanzó también a la esposa de este, Inka Martí. Ayer, ambos cruzaron la verja del palacio de Dueñas conocedores de la gravedad de la duquesa como antes lo fueron haciendo uno a uno todos los hijos de la aristócrata y alguno de sus nietos. En alguna ocasión, Cayetana de Alba reconoció que hubo un tiempo en que fue una madre distante, aunque con los años se acercó más a sus seis hijos (Carlos, Alfonso, Jacobo, Fernando, Cayetano y Eugenia, por orden de nacimiento), pero de lo que siempre se mostró orgullosa fue de ser abuela.

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En cuanto trascendió la gravedad del estado de salud de la aristócrata, los alrededores de Dueñas se fueron llenando de personas deseosas de noticias. Allí la frase que más se repetía en boca de curiosos y admiradores era: “Siempre ha hecho lo que ha querido”. El ambiente en esas críticas horas era tranquilo, pero sobrecogedor. La calma solo se veía alterada cuando la puerta del palacio se abría a coches o a operarios con bombonas de oxígeno.

“Me parece una mujer maravillosa. Había vivido tantísimo que daba gusto escucharla”, afirmaba María, que, adelantando acontecimientos, ya hablaba en pasado de la duquesa. Esta mujer, que quiso pasarse por la residencia de la aristócrata al enterarse de su estado de salud, contaba con orgullo que tuvo la suerte de coincidir con ella en varias ocasiones. “A mí me dijo que hiciera lo que quisiera hacer, aunque estuviera todo el mundo estuviera en contra. ‘Si te sale bien, ganas tú’, decía ella”, recuerda emocionada. Esa ha sido una de las normas de vida de la duquesa.

La Familia Real está muy pendiente de su salud. Les unen lazos de cariño

Al otro lado de la verja, el silencio tenía otro tinte más amargo. En las últimas horas se observaban paseos por los jardines de algunos de los allegados de la aristócrata, que por momentos salían a tomar el aire.

“La vamos a echar de menos”, mantenía Ana, a las puertas de Dueñas. Rememora que, por estas fechas, la duquesa acudía todos los años a una floristería cercana a su trabajo, ocasión que aprovechaba para ir a saludarla. “Salíamos corriendo para verla y siempre tenía un agradecimiento para nosotros”, relata. “Era un gusto verla en la Feria. A mí me encantaba ir para verla pasear en el coche de caballos”, añadía Reyes, otra de sus admiradoras.

A pocos metros del palacio de Dueñas se encuentra el Cristo de los Gitanos, ese al que tantas veces se encomendó Cayetana de Alba en momentos complicados. En las últimas horas, la Hermandad ofrecía misas por la salud de su devota fiel.

La Familia Real también está muy pendiente de la duquesa, a quien le une lazos de cariño. Ayer, la infanta Pilar, tía del rey Felipe, habló de ella: “Siempre hemos sido muy amigas y nuestros hijos también los son. Estamos todos muy preocupados por ella”.

Su gran amiga Carmen Tello, esposa del torero Curro Romero, reconocía ayer emocionada que ella no ha perdido la esperanza: “Sé que está todo muy difícil, pero mientras ella no se rinda, yo tampoco lo voy a hacer”. Tello es una de las pocas personas que ha tenido acceso a la habitación de la duquesa en su casa de Dueñas.

Anoche, hacía muchas horas ya que Cayetana había perdido la consciencia. Los médicos intentaron que pasase ese tiempo lo más tranquila posible. En su casa de Dueñas, de la que le gustaba todo. Mientras, los amigos, seguían dando pasos perdidos por el jardín.

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