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“Actuamos con sentido común y nos arriesgamos al contagio”

Policías y voluntarios reconstruyen el episodio de los inmigrantes en Maspalomas

Dos turistas observan al grupo de inmigrantes aislados el miércoles en la playa de Maspalomas.
Dos turistas observan al grupo de inmigrantes aislados el miércoles en la playa de Maspalomas.BORJA SUAREZ (Reuters)

Hubo instrucciones contradictorias, descoordinación institucional y falta de un protocolo claro sobre qué hacer en caso de que llegue un inmigrante con síntomas compatibles con ébola. Esa sucesión de errores provocó que una veintena de sin papeles —seis de ellos con fiebre— pasasen el martes más de cinco horas tirados al sol en una playa de Maspalomas (Gran Canaria), de la que finalmente fueron sacados en el remolque de un camión que normalmente se utiliza para retirar residuos de los arenales.

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La alerta de que una patera había llegado a la isla con 20 personas a bordo, varias con temperatura alta, la recibió la Dirección General de Salud Pública del Gobierno canario a las 9:30 horas.

Dos equipos médicos recibieron sucesivas instrucciones de salir hacia la playa de Maspalomas y en ambas ocasiones las órdenes fueron abortadas atendiendo a las noticias que llegaban de la playa. La primera ambulancia se detuvo cuando estaba a punto de llegar porque algunos inmigrantes dijeron ser de Guinea Conakri, uno de los países afectados por el virus. La Consejería planeó entonces activar la alerta por casos de ébola y preparó un segundo vehículo dotado con trajes especiales para tratar a personas contagiadas. Cuando por fin estaba lista, una de las inmigrantes que chapurreaba algo de castellano, logró explicar a la Cruz Roja que aunque eran naturales de Guinea Conakri, todos llevaban más de un año en Marruecos esperando a cruzar, con lo que se descartaba cualquier posibilidad de contagio.

En medio de la crisis, la Consejería de Sanidad telefoneó a la Delegación del Gobierno para reclamar "información fidedigna" y poder actuar. La Comisaría de Policía de Las Palmas decidió entonces enviar a dos traductores a la playa, tras constatar que no había y que se estaba usando a una de las inmigrantes como traductora. En todos esos trámites se perdieron cinco horas, en los que policías, guardia civiles y Cruz Roja fueron improvisando soluciones. La ONG acercó comida, agua y mascarillas. Los agentes municipales formaron una especie de cordón para alejar a los curiosos (la playa estaba repleta de bañistas). "Cuánto más tiempo pasaba más descontrol había, decidimos perimetrar la zona, fue una situación incómoda, nadie sabía de cuánto tenía que ser el perímetro de aislamiento", sostiene un policía local, desconcertado aún por la situación.No existe protocolo para estos casos, intentamos actuar por sentido común", asegura. Otros compañeros se quejan del riesgo que sufrieron al tener que actuar sin garantías ni instrucciones seguras: "No tiene por qué pasar, pero si un día llega un caso con ébola, ¿qué hacemos? ¿todos contagiados?"

Traductores y médicos llegaron a la arena casi al mismo tiempo. No tardaron nada en desechar el contagio con sus encuestas epidemiológicas. Empezó entonces el traslado a comisaría. Los más graves en un todoterreno de la Cruz Roja. El resto, en el remolque de un camión. La delegada del Gobierno en Canarias, María del Carmen Hernández, decidió ayer abrir una investigación sobre lo ocurrido. “No lo considero correcto, me enteré a posteriori”, aseguró a la prensa.

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El alcalde de San Bartolomé de Tirajana, Marco Aurelio Pérez, a quien muchos culpan de haber tomado la decisión de subirlos al camión, asegura que el sólo puso el material.

"Que investiguen lo ocurrido, que siempre es bueno, pero nos tendríamos que fijar en que la llegada de una patera a Canarias no es un hecho extraordinario y nadie sabía cómo actuar en un caso como el de este miércoles", sentencia Pérez.

Tras descansar, el estado de salud de los inmigrantes mejoró. Ayer nadie tenía ya fiebre, aunque uno de ellos tuvo que ser trasladado al hospital con una contusión en una pierna. Otro ingresó en un centro de menores. El sábado, la mayoría irán a parar a un centro de internamiento de extranjeros después de pasar por el juzgado, que ha pedido una certificación de seguridad al Gobierno canario, para asegurarse de que los inmigrantes no tienen ébola. “El miedo no tiene dueño”, asegura uno de los funcionarios.

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