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Pablo Iglesias, del ajedrez a la batalla política

El líder de Podemos se propone medirse con Rajoy y Sánchez tras 10 meses en el tablero

Francesco Manetto
Iglesias y Monedero, en la presentación de su libro 'Disputar la democracia'.
Iglesias y Monedero, en la presentación de su libro 'Disputar la democracia'.Fernando Alvarado (EFE)

A Pablo Iglesias le gusta hablar de Juego de tronos, ajedrez y baloncesto. Y sabe que una de las claves del ascenso de Podemos es también uno de los secretos de esa serie, del tablero y de cualquier cancha: el efecto sorpresa. El profesor de Políticas de la Universidad Complutense de Madrid cumplió 36 años el pasado 17 de octubre —un día antes del fundador del PSOE— y lleva poco más de 10 meses intentando convertir esa sorpresa en el elemento vertebrador de su estrategia política.

Iglesias y su equipo son en buena medida Podemos, aunque todos los actuales portavoces de la formación se empeñan en decir que Podemos es “la gente”. E Iglesias, vinculado desde hace años a los movimientos sociales y a Izquierda Unida —formación de la que fue asesor—, se propone ahora disputar el poder a Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Para él ha llegado el momento de pasar de la teoría a la práctica, del ajedrez al asalto político.

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Todo empezó las pasadas Navidades, cuando su iniciativa comenzó a fraguarse tras días de debate con, entre otros, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón, Carolina Bescansa o Luis Alegre, sus compañeros de la universidad. En febrero dio el primer paso. “Salimos a por todas. Yo fui asesor de Xosé Manuel Beiras [sorpresa de las elecciones gallegas de 2012]. Ya entonces salimos a ganar”, afirmó entonces el líder del partido tras acudir en moto a una comida en un restaurante cerca del Congreso. Ahora, Iglesias dispone de escoltas de Interior para desplazarse al aeropuerto de Barajas o ir a actos públicos en Madrid.

En medio quedan 1,2 millones de votos, cinco eurodiputados y un 8% de los sufragios que, desde las elecciones europeas del 25 de mayo, se han convertido en un 22,5% en estimación de voto, según el CIS. Esa misma noche, frente al museo Reina Sofía, dio las gracias a su compañera, Tania Sánchez, candidata a las primarias de IU en la Comunidad de Madrid, citó a Salvador Allende, afirmó que Podemos había “sorprendido a la casta” y se había convertido en una fuerza imparable. Desde entonces, hizo de la Eurocámara su tablero de ajedrez y su laboratorio de estrategia, a la que todavía le falta un programa definido.

El portavoz de Podemos compagina su actividad en las instituciones europeas, enmarcada en el Grupo de la Izquierda Unitaria, con las tertulias de La Tuerka y Fort Apache, sus programas. El objetivo es que todos sus mensajes tengan repercusión en España, donde se perfila como el próximo secretario general de Podemos y pilotará la estructura interna junto a los promotores de la formación, inmersa en la fase final de su asamblea constituyente, para afianzarse en la sociedad antes de las elecciones. Aunque las decisiones se someten a la votación de los más de 200.000 simpatizantes, debate con su círculo de confianza la hoja de ruta y la estrategia. Les interesan, sobre todo, las generales de 2015, quiere proteger la marca en las municipales aunque no renuncia a estar presente en candidaturas conjuntas, de la mano de Ganemos, IU o Equo.

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Iglesias y su equipo se impusieron en la votación de las ponencias interna con más del 80% de los votos y una elevada abstención. Sus intenciones quedaron plasmadas, en cualquier caso, en la asamblea de la formación. Lanzó dos mensajes muy claros. Apeló a la mayoría social para ·ocupar la centralidad del tablero· político, como en una partida de ajedrez, y advirtió a los impulsores de propuestas alternativas para la organización del partido que el que pierda deberá ·echarse a un lado·. Prometió hacerlo si su proyecto no prosperaba.

No fue así. Y ahora se propone medirse con populares y socialistas teniendo bien claro que “el poder es el poder”. Lo ilustra una secuencia de Juego de tronos que Iglesias recuerda en su libro Disputar la democracia (Ediciones Akal). “Lord Baelish, un consejero bien informado, alardea ante la reina de que el conocimiento es poder. En ese momento la reina dice a sus guardias: ‘Apresadlo, cortadle el cuello. ¡Alto!, esperad, he cambiado de opinión, dejadle ir….’. Tras la demostración, la reina recuerda al consejero que el poder es el poder y que es ella quien lo tiene por mucho conocimiento e información que tenga él”. Ese es el camino que, de alguna manera, trata de recorrer ahora Iglesias, admirador de Antonio Gramsci, el filósofo italiano que fijó la crítica de la cultura y de las ideologías hegemónicas como prioridad política. Y esta es la partida contra “la casta” que pretende disputar en el tablero español.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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